Música

Miguel Ríos: «Espero que la izquierda exquisita se deje de mirar el ombligo y salga a votar»

El pionero del rock español prepara los conciertos que conmemoran el 40 aniversario de su disco y gira más emblemáticos, Rock&Ríos

La gira recalará en el Starlite Festival, el próximo 21 de agosto

Miguel Ríos (Granada, 1944) , en una imagen promocional reciente. | JOSÉ LUIS ROCA

Miguel Ríos (Granada, 1944) , en una imagen promocional reciente. | JOSÉ LUIS ROCA / raquel galán. palma

Raquel Galán

Que el público grite «más fuerte que el mejor equipo de sonido del mundo ¡¡¡Bien-ve-ni-dos!!! es un placer cuasi orgásmico» para el pionero del rock español, Miguel Ríos. Ocurrirá el 21 de agosto en el Starlite Festival, cuando el granadino trará Rock&Ríos, la celebración del 40 aniversario de su disco y su gira más emblemáticos. El conocido músico lleva en su ADN, como «mucha gente», las canciones que componen el histórico álbum y el espectáculo, «un concierto para reivindicar la memoria de un gran momento, en que Rock&Ríos fue la música hegemónica de España durante un tiempo en el que creímos que tocábamos una utopía llamada libertad después del largo desierto de la dictadura».

A las puertas de las Elecciones Generales, afirma el granadino que está «con los que van perdiendo según los pronósticos» y, si al final «las cosas pintan con los negros tintes de las políticas ‘trumpistas’ que ya enseñan la patita en algunas de las alianzas que se están dando entre las derechas españolas», Ríos echará de menos «los avances democráticos conquistados durante las últimas décadas». Pero aún ve margen para el optimismo y espera «que la izquierda exquisita se deje de mirar el ombligo y salga a votar». Durante sus conciertos de la gira Rock&Ríos interpretará la canción de su último disco La estirpe de Caín, cuya letra recuerda que «hay ricos en Mercedes que gritan libertad». «Fue escrita en plena pandemia entre aplausos y caceroladas. El rico de mi copla no iba al volante, para eso estaba el mecánico con gorra de plato. El tipo iba en el asiento de atrás de un descapotable y con megáfono en ristre gritaba que había que desalojar al ocupa de La Moncloa. Eso es lo que querían y eso es lo que quieren, tocar poder».

Tanto con un resultado como con otro, su concierto culminará con el archiconocido Himno a la alegría, «un estado de ánimo que tenemos que currarnos», según sus palabras en una entrevista previa. Siempre canta sobre ese «estado emocional tan humano, necesario y contagioso» y el día 12 volverá a hacerlo en Palma «con el aliento de la gente que piensa que otro mundo es posible. Esa melodía, obra cumbre de Beethoven, habla de la bondad intrínseca del ser humano y de su lucha incansable por la libertad». Para alcanzar la alegría, Miguel Ríos aboga por «la igualdad entre los seres humanos, propiciando la educación continua de las personas, fomentando la importancia de la cultura como elemento nivelador, poniendo en valor la belleza inmaterial de la bondad y ayudando a la expansión de la solidaridad como acto de justicia, no de caridad».

Sin nostalgias

Optimista por naturaleza, el popular músico dice no tener la nostalgia muy desarrollada en su personalidad: «Quizá porque me gusta tanto la aventura de aprender y tengo tal capacidad de resiliencia que no tengo tiempo para los días de vino y rosas del pasado. ¡Será que me va la marcha!», argumenta el «viejo rockero», tal como se siente. Cuando escribió el tema que habla de ello lo hizo «pensando en los pioneros del género», debido a que «mientras sonaran sus canciones, nunca morirían». Lo que a él le anima a seguir es «tener voz, tener pelo también pesa –el hábito no hace al monje, pero el pelo sí hace al rockero– y que haya mecenas que continúen queriendo verte en un escenario, aunque por encima de todo lo anterior, porque no hay mejor colocón que oír tu canción cantada por la gente».

Probablemente ese colocón es el mismo que el de hace 40 años con el primer Rock&Ríos, debido a que estar sobre las tablas cuatro décadas después «cambia todo y nada. Es la misma liturgia, son las mismas canciones, aunque parte de los músicos que las tocan no habían nacido cuando el disco se hizo. El oficiante es más viejo, pero también es más sabio en su oficio. Lo que ha cambiado años luz es la técnica», señala. Además, continúa la ilusión de los ensayos, que son «parte del viaje, como el camino es la meta. Reunir a los músicos, buscar la energía de las canciones y servirlas en bandeja a la peña...» Y aunque Miguel Ríos mire «con una cierta distancia» los nuevos estilos musicales que han desbancado al rock entre los gustos de los jóvenes, muestra «mucho respeto por quienes los hacen y los consumen», destaca recordando la cara de su madre cuando le oía imitar a Elvis.

Suscríbete para seguir leyendo