Fenómeno cultural

'Barbie': ¿cuál es el público de la película?

La arrolladora película sobre la muñeca de la firma Mattel parece satisfacer a una franja de público de lo más amplia y variopinta

'Barbie': ¿cuál es el público de la película?

'Barbie': ¿cuál es el público de la película?

Quim Casas

Lunes 24 de julio, 19.10 horas, Balmes Multicines. Una de las 10 salas que proyectan ‘Barbie’ en sesiones distintas está completamente llena. No es día del espectador. El público está formado por grupos de chicas. También hay mujeres adultas, y varias madres con sus hijas adolescentes. Completan el aforo un buen número de turistas que pueden ver la película en versión original. Estos se dividen en dos grupos, unos de más jóvenes y otros formados por familias enteras.

Si acudimos a la crítica, el filme se ha dividido claramente en dos bloques, como las últimas elecciones españolas. No hay término medio. Ha escrito gente que la ama apasionadamente y gente que la odia. La crítica no se pone de acuerdo, lo que siempre es saludable. La incógnita va a tardar en despejarse. ¿Para qué tipo de público ha sido concebida ‘Barbie’, si es que la maquinaría hollywoodiense necesita siempre tener claro el ‘target’ al que van destinados sus productos?

Hace unos años parecía así, sobre todo cuando desde la propia meca del cine se instauró la idea de que el público que va de los 15 a los 25 años es el que sostiene la exhibición cinematográfica. ¿De verdad esa es la franja de edad entre los espectadores que también han llenado las salas para ver las últimas películas de Indiana Jones y Misión imposible? ¿A qué público están destinadas las producciones de Pixar y Disney, ya que ‘Elemental’ tampoco parece tener un receptor claro? ¿Era ‘Wall.E’, por seguir en los dominios de Pixar, un filme para niños? Ni mucho menos.

 ‘Barbie’ se abre con una parodia de ‘2001, una odisea del espacio’, la secuencia que atañe a la existencia cotidiana de los homínidos y el descubrimiento del monolito, equiparada aquí a un grupo de niñas en un paisaje idéntico descubriendo una muñeca tamaño gigante y carnal de Barbie. ¿Cuántos espectadores de nuevo cuño han visto o conocen la odisea cósmica de Stanley Kubrick? ¿Quién es el destinatario de la referencialidad urdida por Greta Gerwig y su coguionista y pareja sentimental, Noah Baumbach, que en todas las otras películas que han hecho juntos o por separado no podía soñar siquiera en llegar a triplicar en sólo cuatro días las ganancias respecto al presupuesto inicial del filme?

Un producto inteligente

‘Barbie’ es un producto inteligente porque se abre a muchas perspectivas y, con ello, a diversos tipos de público. Esto pasa menos con ‘Los Vengadores’, ‘Transformers’, ‘Fast & Furious’ y otras franquicias de indiscutible éxito comercial. Los riesgos son calculados. ‘Barbie’ arriesga más. La marca Barbie es muy potente y ha generado una extensa mitomanía –y mitología– en la cultura pop: no hace faltar haber jugado con la muñeca en cuestión para saber de sus existencia y peso histórico desde hace generaciones. Pero al convertirla en imagen real, y con tesis de fondo contraria a su misma razón de ser, los objetivos pueden complicarse.

 Al mismo tiempo, toca diversos palos para que la mayor parte de los espectadores se sientan gratificados. Tiene discurso feminista, aunque sea bastante liviano, expresado esencialmente en la secuencia en la que una de las trabajadoras de la empresa Mattel (America Ferrera, ex Betty la fea) asume su empoderamiento y lo suelta en un discurso en plano fijo a la amplia gama de Barbie’s que la escuchan y se empoderan también. El filme será todo lo posmoderno que se quiera, pero esto mismo es lo que hacía Frank Capra cuando colocaba su cámara frente a James Stewart y le hacía soltar una tesis muy ‘new deal’ en sus famosas películas de los años 40.

 Además del feminismo y el mundo en rosa (bastantes espectadoras acuden vestidas con ropa de este color, fruto de su adhesión a la causa y del efecto de una campaña de marketing diseñada por un auténtico genio), ‘Barbie’ tiene números musicales, gags y drama, la sofisticada representación del mundo de las muñecas –inspirada en Frank Tashlin, Jerry Lewis y Tim Burton– y dos estrellas que se complementan a la perfección, aunque lícito es decir que Ryan ‘Ken’ Gosling se come en algunos planos a Margot ‘Barbie’ Robbie.

 La sensación final es la de haber visto un divertimento hedonista con conciencia social que puede satisfacer las necesidades de la amplia gama de público que acude en raudales a las salas donde se proyecta el filme. Tiene elementos suficientes para recompensar a una espectadora de 19 años, otra de 45, un turista accidental de 33 y una familia entera que se reconoce, en grados distintos, en las tribulaciones de la protagonista. ¿Fue pensada para un público concreto? En absoluto, y esa es una de sus grandes bazas. Esa y que cada vez que escribes la palabra Barbie en el buscador de Google la pantalla del ordenador se llena de estrellitas parpadeantes de color rosa.