Periodismo

Las revistas como medio de difusión cultural

Se cumple un siglo de la aparición de la ‘Revista de Occidente’, dirigida por Ortega y Gasset, una publicación de vocación cosmopolita que marcó la vida intelectual como ninguna otra había hecho hasta entonces

El filósofo Ortega y Gasset, que fue director de ‘Revista de Occidente’ . | L.O.

El filósofo Ortega y Gasset, que fue director de ‘Revista de Occidente’ . | L.O. / Francisco R Pastoriza

Francisco R. Pastoriza

Las revistas culturales han tenido una presencia continua en España desde los orígenes del periodismo. El primer intento serio de un periódico español fue el ‘Diario de los literatos de España’, nacido en 1737 y especializado en informar sobre las novedades que se publicaban en el mundo de los libros. En su introducción se justificaba la presencia de esta publicación para «luchar contra la ignorancia» y se adelantaba que sus contenidos serían extractos de obras, noticias sobre la actividad literaria y sus protagonistas, así como «aquellos contenidos polémicos que lo requieran», prometiendo ser imparciales y dispuestos a buscar la verdad. Se solicitaba la colaboración de escritores y se ofrecían sus páginas como herramientas de intermediación entre ellos. Publicaciones posteriores como la ‘Gazeta de Madrid’, el ‘Mercurio Literario’, el  ‘Correo de Madrid’ o de los ciegos o el ‘Diario de las Musas’, confirman la presencia de publicaciones culturales especializadas en la España del siglo XVIII.

En el XIX el periodismo español se orientó mayoritariamente hacia la formación de la opinión pública debido a los acontecimientos históricos y a la politización a que se vio sometida la vida española. Sin embargo, aunque marcada por la identificación ideológica, la prensa cultural mantuvo un alto nivel informativo y adoptó la costumbre francesa de publicar obras literarias por entregas en folletines que reflejaban las ideologías a las que se adscribía cada publicación. Entre las nuevas revistas de contenido cultural destacaron ‘La América’ o ‘La Ilustración Española y Americana’. En algunas de estas publicaciones ya se incluían imágenes dibujadas, como en ‘El Artista’ y el ‘Semanario Pintoresco’, en el que escribía Gustavo Adolfo Bécquer y se incluían las ilustraciones de su hermano Valeriano. Simultáneamente, algunos diarios comenzaron a publicar páginas especiales o separatas con información cultural, precursoras de los actuales suplementos, como 'Los Lunes Literarios’ del periódico ‘El Imparcial’.

En el siglo XX fue fundamentalmente la prensa cultural la que recogió las opiniones más serias y las polémicas más ilustradas derivadas de la crisis del 98, la Restauración o las propuestas del regeneracionismo, hasta el punto de que el primer tercio de este siglo puede considerarse como la edad de oro de las revistas culturales en España. Algunos títulos destacables de los primeros años fueron ‘Electra’ (entre cuyos colaboradores figuraban Galdós, Ramiro de Maeztu, los Machado, Pío Baroja, Benavente, Rubén Darío, Valle-Inclán), la regeneracionista y monárquica ‘Renacimiento’, la krausista ‘Revista Ibérica’ (con Cossío, Giner de los Ríos y Francisco Villaespesa), las modernistas ‘Helios’ y ‘Prometeo’ y las muy influyentes ‘La Pluma’, fundada por Manuel Azaña y Rivas Cherif, ‘La Gaceta Literaria’ de Giménez Caballero y sobre todo la ‘Revista de Occidente’.

Claridad en el caos

En julio de 1923 apareció el primer número de la ‘Revista de Occidente’, una publicación de vocación cosmopolita que conoció varias etapas, la primera entre 1923 y 1936, una segunda entre 1963 y 1975 y la actual que se inició en 1980. Protegida por el nombre y el prestigio de su director José Ortega y Gasset, que abandonó la dirección de la revista ‘España’ para dedicarse a este nuevo proyecto, la empresa gigantesca de la ‘Revista de Occidente’ va a marcar e influir en la vida cultural española como ninguna otra lo había hecho hasta entonces. Su secretario era Fernando Vela, uno de los grandes agitadores culturales de la época. La difusión de sus escritos, el ascendiente de sus opiniones y la larga lista de acreditadas plumas puestas a su servicio van a hacer de la ‘Revista de Occidente’ el faro de una línea cultural que los españoles siguieron en buena medida y cuyo objetivo, afirmado en el editorial ‘Propósitos de su primer número’, era el de buscar «claridad en el caos» de la vida española, intentando desmarcarse de la actividad política y manteniendo una clara vocación hacia España e Hispanoamérica (Borges y Neruda fueron colaboradores tempranos de la revista).

La inclusión del término Occidente en su título alude al deseo de atraer hacia sus páginas la colaboración de todos aquellos autores del mundo occidental que sintieran la necesidad de pulsar el alma contemporánea. Así, en la revista, figuran las firmas de Einstein, Jean Cocteau, Heidegger, Kafka, Rilke o Max Weber. La primera etapa de la revista, la que va de 1923 a 1936, acogió a tres distintas generaciones literarias, la del 98, la del 14 y la del 27.

En su primer número ya aparecen las firmas de Pío Baroja y Corpus Barga. En entregas sucesivas, son frecuentes los nombres de Juan Ramón Jiménez, Gómez de la Serna, Giménez Caballero, Azorín, Antonio Machado, Gerardo Diego, Pedro Salinas, Eugenio D’Ors, Menéndez Pidal… y siempre las colaboraciones frecuentes de Ortega y Gasset.

‘Revista de Occidente’ fundó su propia editorial para dar cabida a las obras de los autores que, colaboradores o no, completaban de alguna manera la labor de la publicación en el panorama cultural español.

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