Lítica

Éxito de la primera ópera de Díez Boscovich, «El caballero de Olmedo», en el Teatro de La Zarzuela

La prensa madrileña destaca el trabajo del director y compositor malagueño

«El caballero de Olmedo».

«El caballero de Olmedo». / víctor a gómez. málaga

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

El director y compositor malagueño Arturo Díez Boscovich se confesaba más ilusionado que atemorizado ante uno de los retos más importantes de su carrera, el estreno de su primera ópera, El caballero de Olmedo, en el Teatro de La Zarzuela. La premiere se celebró el pasado viernes y tanto el público como los medios de comunicación se han rendido al espectáculo pergeñado por Díez Boscovich y, en lo escénico, el gran Lluís Pascual.

Se trata de «un espectáculo de categoría», escribe Jorge Fernández Guerra en El País. Y centrándose en el compositor malagueño: «Veo a Boscovich como un solvente compositor operístico en cuanto se atreva a administrar y dar coherencia a sus bien dotados recursos. De momento, este El caballero de Olmedo es una buena carta de presentación, aunque debería cuidarse mucho de los elogios fáciles que pueden suceder a una buena acogida».

Más matizado fue el aplauso del crítico de La Razón: «[Díez Boscovich] Posee un sólido oficio y se mueve, a veces de manera espectacular, en el terreno de la tonalidad. En esta obra ha desplegado toda su inspiración y conocimiento sobre la base de la estética que defiende desde hace tiempo, que parte de revestir a la música de un ropaje comunicativo, en la línea cultivada por uno de sus referentes, Antón García Abril. Y bebe en otros hontanares nada despreciables como Korngold o Puccini [...] La música, tan bien hilada, es en exceso grandilocuente; trazada con soltura y conocimiento, pero alejada de la entraña dramática [... ] Con todo, un buen espectáculo, cerrado con un Requiem espectacular ante el cadáver del Caballero. Éxito enorme».

Finalmente, en Periodista Digital se puede leer: «[Boscovich]Ha convertido la oportunidad de este encargo en una entrega redonda, una auténtica opera actual con obertura, siete escenas y réquiem final que calibra tradiciones clásicas desde la medieval a la atonal del siglo pasado para ofrecer una pieza equilibrada, apta para oídos populares y elitistas, para el conservador público de este teatro y para los que en el competidor Teatro Real buscan sobre todo novedades rupturistas».

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