Picasso siempre fue uno

Las clasificaciones, movimientos, tendencias y formatos son categorías para entender, difundir y estudiar mejor el arte; sin embargo, sobreutilizadas, favorece un reduccionismo en el análisis de las cosas. Ello es especialmente grave en el caso de Pablo Picasso, un artista con un universo creativo tan descomunal, fecundo y aparentemente diverso que desafía este tipo de organizaciones en compartimentos más o menos estancos. Ése es, precisamente, el concepto detrás de ‘Pablo Picasso: estructuras de la invención. La unidad de una obra’, una nueva remodelación de la colección del Museo Picasso Málaga a través de 141 piezas (10 de ellas no expuestas hasta ahora en España) que pertenecieron a la colección privada del malagueño; un fabuloso stock que, a partir del diálogo continuo entre estilos y formatos, demuestra que el corpus artístico del genio de La Merced fluye coherente, único, ajeno a divisiones.

«El artista es un receptáculo de emociones que vienen de todas partes: del cielo, de la tierra, de un trozo de papel, de una forma pasajera, de una telaraña», reflexionó Picasso. Y asiente Michael Fitzgerald, el comisario de la muestra, que estará en cartel hasta el 21 de marzo de 2027. «Queríamos demostrar que en Picasso todo es más complejo, que hay un sentido de la unidad, a diferencia de su división en periodos y corrientes, como se suele hacer. Por eso, hemos abandonado la cronología estricta, para comprobar cómo obras de diferentes años y estilos aparentes dialogan a la perfección en una misma sala», abunda.

Comienzo

Se puede ver ya desde el comienzo de ‘Estucturas de la invención. La unidad de la obra’: en la primera sala, un cuadro académico, ‘Lola con muñeca’, de su etapa formativa (1896), se encuentra en la misma pared que una obra postrera, ‘Maternidad’, de 1970, opuesta en sus formas, depuradas y modernísimas, pero que demuestra cuál fue siempre el motor que carburó el arte picassiano, la libertad y la imaginación para vivir y crear del niño. «La creatividad de Picasso surgió de dos inspiraciones contrapuestas: innovación y retrospección. La interacción de estos dos conceptos define los caminos que le permitieron integrar el cubismo, el clasicismo, el surrealismo y sus otras innovaciones en la unidad de trabajo de toda una vida», sentencia Fitzgerald. Y lo demuestra al incluir piezas como ‘Restaurante’ (1914), en la que revisita la fórmula clásica del bodegón aplicando los cánones cubistas y prefigurando de alguna forma enfoques contemporáneos y casi pop con la proliferación de letreros publicitarios.

La muestra del Palacio de Buenavista retrata a un creador insaciable pero no errático, ni caprichoso, furtivo o puramente intuitivo. Durante sus extraordinarias ocho décadas de creación engulló multitud de corrientes, formatos y modus operandi para terminar asimilándolos y depurándolos para ofrecer un discurso personal e intransferible, su mirada a la vida y el acto de crear. Ya lo dijo el mismo Picasso: «Nuestras metas sólo pueden alcanzarse a través de un plan, en el que debemos creer fervientemente y sobre el cual debemos actuar vigorosamente. No hay otro camino hacia el éxito». ‘La unidad de la obra’ permite vislumbrar elementos de ese plan, esas «estructuras de la invención» a las que alude el título de la colección.

Para ello Fitzgerald y el equipo del Museo Picasso Málaga han seleccionado obras de la colección privada de Pablo Picasso, que mantuvo cerca de él durante su vida, en sus residencias, junto a sus talleres donde creaba nuevas piezas. «Las miraba, vivía con ellas, creaba junto a ellas, cada una de un año, de un estilo, lo que reafirma ese sentido de la unidad de su obra que hemos querido manifestar en esta exposición». Picasso siempre fue uno.

Obras no vistas en España

La exhibición, que abarca desde el año 1895 hasta el 1972, o sea, la práctica totalidad de la producción picassiana, incluye tres óleos, una escultura, una cerámica, tres dibujos y dos cuadernos de dibujo que por primera vez se pueden contemplar en nuestro país; destacan los óleos 'Paul' (hijo del artista, 1922) y 'Cabeza de mujer' (1928), así como la escultura 'Mujer acodada' (1933). Además, se ha empleado una interesante fórmula expositiva: se han dispuesto cinco pequeñas exposiciones foco, comisariadas por investigadores involucrados en el Programa de Investigación de la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso, que estudian, apoyadas en piezas, cuestiones centrales para el desarrollo artístico del malagueño (la importancia capital del arte africano, su vida en París, sus esculturas en yeso, etc).