Aficionados en Francia

Rachid Zéroual, el líder de los ultras franceses marselleses que echan a presidentes y entrenadores

Este dirigente de un grupo de aficionados del Olympique de Marsella es acusado de haber propiciado la dimisión de Marcelino y el paso al lado del presidente Longoria. Gattuso, nombrado nuevo técnico.

Ultras del Marsella en las calles de la ciudad.

Ultras del Marsella en las calles de la ciudad. / EP

Enric Bonet

Si hay un equipo de fútbol en Francia digno de un relato del realismo mágico, es el Olympique de Marsella (OM). En pocos clubs como el OM se respira el ambiente y se refleja la identidad de una localidad con tanta personalidad como esta. Pero el histórico equipo marsellés —el único campeón de la Liga de Campeones en el país vecino— también es conocido por padecer las situaciones y crisis más inverosímiles

La última de ellas tuvo lugar la semana pasada con el paso al lado del presidente de la entidad, el español Pablo Longoria, y la dimisión del entrenador Marcelino. Finalmente, lo reemplazará en el banquillo del estadio Velódromo el italiano Gennaro Gattuso, según ha comunicado este miércoles el club. Esta extraña crisis institucional y deportiva empezó a raíz de una acalorada reunión entre la dirección y con grupos de aficionados. Fuentes del club filtraron a la prensa que en ese encuentro amenazaron al presidente Longoria. Los grupos de ultras negaron esas acusaciones. 

Este pulso entre la dirección y colectivos de aficionados ha puesto en boca de todos en la prensa deportiva en Francia a un personaje que haría las delicias de Gabriel García Márquez o Manuel Vázquez Montalbán: Rachid Zéroual, el líder de los South Winners, el grupo de ultras más numeroso en el OM. 

“Echar a los presidentes”

“Resulta difícil decir qué responsabilidad tuvo Zéroual en la rfeunión” del 18 de septiembre, “en la que participaron hasta siete grupos de aficionados”, explica a EL PERIÓDICO el periodista deportivo Adrien Max, que sigue la actualidad del OM para el diario 20 Minutes.

“Si las miradas se centraron en él, en parte se debe a su pasado”, añade. En las últimas décadas, Zéroual no se mordió la lengua a la hora de jactarse de su influencia en la toma de decisiones en el club. “Siempre he tenido la inteligencia de saber cuándo se tenía que actuar para echar a los presidentes”, presumía hace dos años en declaraciones al diario Le Monde este histórico líder de los ultras, de más de 50 años y con barba blanca. 

Aún más explícito se mostraba en la cadena France 3 cuando presumía de haber forzado la marcha de Didier Deschamps, el actual seleccionador francés y al que muchos añoran en Marsella tras su exitoso paso por el banquillo del Velódromo entre 2010 y 2012: “No iba a dejar que (…) ese pequeño Napoleón me hiciera cortar la cabeza por gente de mi propia ciudad. Él (Deschamps) estaba en un restaurante y fui allí para preguntarle si quería mandarme a Sarkozy o a los delincuentes. Cuando vi que no sabía qué decirme y que tartamudeaba, le di un consejo, que se fuera del Olympique de Marsella”.

Hijo de una familia modesta argelina con once hijos y tras haber crecido en un barrio periférico de la segunda ciudad de Francia, Zéroual ha dedicado buena parte de su vida al OM. En concreto, al grupo South Winner. Fundado en 1987, esta organización de aficionados incondicionales —la más numerosa en el conjunto marsellés, con 7.000 fieles— presume por sus valores antirracistas y multiculturales.

Su irrupción coincidió prácticamente con el periodo dorado del Marsella a principios de los noventa, entonces dirigido por Bernard Tapie, quien dio un gran poder a los ultras a cambio de comprar la paz social en el club. Un funcionamiento que ha perdurado hasta el presente. Jean-Michel Roussier en 1999, Yves Marchand en 2000, Christophe Bouchet en 2004, Vicent Labrune en 2016, Jacques-Henri Eyraud en 2021… Es larga la lista de presidentes del OM en cuyas marchas tuvieron una influencia clave los ultras.

Pulso entre los ultras y Longoria

Una organización como los South Winner —con sede propia y que también lleva a cabo actividades humanitarias— no solo tiene una capacidad evidente para liarla en las gradas o influir en el estado de ánimo de los hinchas, sino que también está bien conectada con las élites políticas locales, tanto de derechas como de izquierdas. Miembros de este grupo repartieron propaganda a favor de la candidata de la derecha republicana, Martine Vassal, —finalmente derrotada— en las municipales de 2020, “pero el año pasado el alcalde socialista Benoît Payan también vio un partido en el Velódromo junto con estos ultras”, recuerda Max. 

Antes de la tensa reunión de la semana pasada, los South Winner ya habían hecho correr ríos de tinta en 2021. Entonces, 300 ultras invadieron el campo de entrenamiento para protestar contra el presidente Eyraud. Ese incidente, en que resultó agredido un jugador, le valió una pena de prisión de nueve meses a Zéroual. Curiosamente, uno de los grandes beneficiados de esa crisis fue el mismo Longoria. El exdirector deportivo del Valencia, de 37 años, utilizó los buenos vínculos que mantenía en ese momento con los aficionados como uno de los argumentos para que lo designaran presidente del club, propiedad del estadounidense Frank McCourt. 

Pelea por la influencia

Dos años después, han empeorado las relaciones entre Longoria y los ultras, quienes se ven como guardianes de las esencias de la entidad (su multiculturalidad, carácter popular y vínculos con la ciudad de Marsella) y le reprochan el bajo nivel del equipo femenino, así como la marcha de algunos jugadores emblemáticos, como Mattéo Guendouzi o Steve Mandada. 

“Estamos en una pelea por la influencia entre los colectivos de aficionados y la dirección del club”, afirma el periodista de 20 Minutes. “Hablé con un expresidente, bien conectado con la actual situación del OM, y este me dijo que la reunión del pasado lunes no había sido para tanto y que Longoria estaba sobreactuando” para intentar enfrentar el resto de la hinchada con los ultras y así disminuir la influencia de estos grupos. Los South Winners pidieron esta semana una nueva reunión con Longoria para enterrar el hacha de guerra. ¿Habrá bandera blanca? De lo que no hay duda es de la condición de víctima colateral de Marcelino en la enésima crisis inverosímil del OM.