Diario de lecturas

Ibáñez: el gran creador de tebeos que nos merecíamos

Ibáñez: el gran creador de tebeos que nos merecíamos

Ibáñez: el gran creador de tebeos que nos merecíamos

Leo muchos artículos sobre la muerte de Francisco Ibáñez (1936-2023), el autor de tebeos más popular de nuestro país, el único que de veras ha vendido ejemplares a paletadas, y me ha apenado que muchos se hayan centrado en sacar sus trapos sucios –su participación en el sistema casi esclavista de Bruguera, el ocultamiento de sus colaboradores, sus escasos escrúpulos a la hora de copiar y su evidente estancamiento en las últimas décadas- y que muy pocos hayan recordado lo divertidas que eran sus creaciones, su condición de baluarte solitario del tebeo en kioskos, librerías y grandes superficies, y de su sorprendente capacidad entre toda una generación de grandes creadores para sobrevivir al hundimiento del cómic juvenil. Aunque parece que siempre estuvo dibujando monigotes, habrá quien crea que los inventó, en realidad hubo un tiempo en el que el barcelonés fue joven y formó parte de un grupo de autores que cambiaron nuestros tebeos; su generación fue la de 1956, que en palabras de Terenci Moix «apostó por un esquema argumental donde sólo existe la acción por la acción», que en el caso de Ibáñez fue una búsqueda de la risa por cualquier medio. Durante mucho tiempo sus esfuerzos se coronaron con éxito, el mayor en la historia del medio en España. Y tras casi setenta años a la caza del chiste como único propósito, ya pillaba pocos, se nos ha ido un creador único, un gigante simple pero realmente enorme.