Capitan Swing

Salvador Allende 50 años después

La biografía política y semblanza humana de Allende, escrita por Mario Amorós y publicada por Capitán Swing, señala con acierto la responsabilidad de la Democracia Cristiana chilena en el golpe de estado militar de Pinochet contra el gobierno legítimo de la Unidad Popular

Salvador Allende

Salvador Allende

Enrique Benítez

Enrique Benítez

El 11 de septiembre de 1973, un jarro de agua fría sobresaltó a quienes, en España, luchaban contra la dictadura de Franco. Al día siguiente, debido a la diferencia horaria, la noticia del bombardeo y toma del Palacio de la Moneda, las imágenes de los tanques y los aviones de la Fuerza Aérea chilena disparando sus misiles, golpearon las ilusiones y esperanzas de quienes deseaban un retorno a la democracia. Cualquier demócrata vivió aquellos días con infinita tristeza. El único país de América Latina que había esquivado las dictaduras militares se sumía en la noche oscura de la muerte y la impunidad de los salvadores de la patria.

Para varias generaciones, los logros de Allende, las movilizaciones populares, la fuerza de los obreros unidos para desactivar las huelgas patronales, forman parte de su memoria sentimental. Miles de chilenos fueron detenidos, torturados y asesinados, tras un golpe protagonizado por un mediocre militar de gafas oscuras y trayectoria burocrática. Un general que, como tantos otros, se enriqueció y libró a su familia de conjugar el verbo trabajar tras su exitoso asalto al poder. El gobierno progresista de Chile no fue tolerado por quienes defendían los intereses de las clases más adineradas y los dividendos de las industrias mineras estadounidenses. Eric Vuillard, en su libro Una salida honrosa, re-bautiza las batallas francesas de Indochina con los nombres de las compañías cuyos intereses se estaban defendiendo. Aquí podría hacerse lo mismo.

El libro de Mario Amorós desvela las empresas mineras más activas en el ataque mortal a la democracia chilena, así como el papel decisivo de la multinacional ITT, el gobierno de los Estados Unidos -con Kissinger, que acaba de cumplir 100 respetables años, en la trastienda- o la complicidad externa de la dictadura militar brasileña. Pero hubo mucha más trastienda en el desenlace del gobierno de Allende: desde la pasividad rusa a los intentos de la Internacional Socialista por ayudar a Allende de alguna manera -con Olof Palme y Willy Brandt esforzándose por dar algún tipo de cobertura a Chile.

Más que una biografía, este libro es un trazado del camino que llevó hasta el golpe, con protagonistas esperados -la ultraderecha de Patria y Libertad; la prensa conservadora, muy especialmente el poderoso diario El Mercurio, de Agustín Edwards Eastman; el ultraconservador Poder Judicial, con su lawfare siempre al servicio de los intereses corporativos; muchos estratos militares; las patronales-, pero también inesperados, como los colegios profesionales o el Partido Demócratacristiano de Eduardo Frei y Patricio Aylwin, reconvertidos en aseados políticos demócratas tras la finalización de la dictadura chilena gracias al asombroso plebiscito de 1988, del que Pablo Larraín hizo una película excepcional, titulada, por supuesto, No.

Portada del libro 'Salvador Allende. Biografía política. Semblanza humana'

Portada del libro 'Salvador Allende. Biografía política. Semblanza humana'

  • Mario Amorós
  • Salvador Allende. Biografía política. Semblanza humana  
  • Editorial: Capitan Swing
  • Precio; 25,00 € 

La complicidad política con el golpe

Se agradece la narración ágil de Mario Amorós en los últimos capítulos sobre la agonía del gobierno de Allende. Aporta notables detalles sobre la enorme presión civil ejercida contra los dirigentes legítimos. Uno de los golpistas reconoce que el ataque empezó ya en septiembre de 1970. Pero mientras más subía la presión orquestada por militares, periodistas, jueces, empresarios y profesionales liberales, mayor era el respaldo de las clases medias y populares al presidente legítimo. Machuca, de Andrés Wood, es otra buena película chilena que repasar mientras se lee este libro revelador.

La respuesta del poder civil a todas las amenazas, a las huelgas financiadas por Estados Unidos, a las campañas de difamación, a la violencia verbal y física, a los atentados terroristas, a las huelgas patronales salvajes, era siempre democrática. Cientos de miles de personas salían a defender al gobierno, ocupando sus puestos de trabajo, transportando a sus compañeros inmovilizados por el paro de los transportistas, llevando a sus más altos registros la producción de cobre, vital para la supervivencia económica del país. Emociona leer estos pasajes del libro y recordar las imágenes de La batalla de Chile, ese magno documental de Patricio Guzmán que es la mejor prueba de que el pueblo unido jamás será vencido.

En estos momentos de máxima tensión, la Democracia Cristiana tenía la llave maestra para promover una posibilidad de moderación que habría salvado al país de la dictadura y sus morgues. Pero no fue así. Señala Mario Amorós, incluso, una frase del obispo Silva Henríquez, máximo representante de la Iglesia Católica, al mismísimo Eduardo Frei, en una comida entre ambos: «Si yo tuviera que analizar cuál gobierno ha sido más cristiano, en su cercanía con los pobres, si el anterior o el actual, me costaría». Se desconoce la reacción de Frei a esta alusión directa, pero sí nos recuerda Amorós la entrevista que le hizo el diario español ABC y sus gruesas e intransigentes declaraciones contra un Allende ya suicidado. Una enemistad política convertida en una obsesión personal, que sin duda fue decisiva en el final de Salvador Allende.

Cuando se cumplen 50 años del golpe y la muerte de Allende, este libro pone a cada protagonista en su sitio. Uno pasó a la Historia, los otros pasaron a la historia universal de la infamia.

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