Novela

Luis Landero: el arte y su mágico poder

El autor extremeño nos plantea un relato coral en el que un veterano artista planea, de vuelta a su lánguido y pequeño municipio, montar una función teatral que lo saque del letargo

Luis Landero.

Luis Landero. / La Opinión

Jose María de Loma

Jose María de Loma

No falla Luis Landero. Es un narrador extraordinario y está por derecho propio en la cima de la literatura actual española. El gran éxito le llegó con ‘Juegos de la edad tardía’ (1989) cuando el autor contaba más de cuarenta años. Ahora, después de inolvidables historias, publica ‘La última función’, un relato coral, entrañable, magistralmente llevado y que va creciendo en interés. Seguramente la cuestión que late al fondo del argumento es el peso del arte como elemento transformador de nuestras vidas. Puede darle sentido y puede otorgar magia a unas existencias insulsas. La acción comienza en el bar del pueblo, San Albín, villorrio olvidado de la mano de Dios «y de los hombres», despoblado y que conoció -como casi todos los lugares, como casi todas las personas- tiempos mejores. Allí un grupo de parroquianos rememora ahora la llegada a ese mismo establecimiento una tarde de 1994 de Ernesto Gil Pérez, Tito Gil, lugareño emigrado, niño prodigio, artista de vocación, intérprete y dueño de una gestoría en la gran ciudad. Gestoría que tiene descuidada, encomendada a una fiel empleada mientras él se dedica a montar espectáculos teatrales. Tiene talento, éxito moderado y ahora, en el otoño de su vida, lanza allí, en San Albín, la propuesta de montar una macro función en la que participe todo el pueblo.

Una función, una obra de teatro, denominada Milagro y apoteosis de la Santa Niña Rosalba, basada en una leyenda medieval que siempre ha sido orgullo para sus habitantes. En esta misión le ayudará Paula, infelizmente emparejada, con un trabajo vomitivo y a la que el jugo de la vida se le escapa a raudales, que llega al pueblo y a Tito Gil por un azar, sin pensarlo ni quererlo. La ligazón entre ambos va siendo sólida y de combustión lenta pero firme. Gil quiere salvar a su pueblo, organizar allí el gran teatro del mundo, hacer que vengan medios de comunicación y famosos, gentes de los alrededores y de la lejanía. Landero va contando a través de diversas voces y puntos de vista las historias, peripecias, vivencias, romances, éxitos y fracasos de diversos personajes y el lector va entrando en vidas y haciendas, en perspectivas y sucesos de una manera total. Uno va sintiendo como se sienten los personajes y hay de fondo una ternura hacia ellos, hacia su inexorable destino, un destino colectivo, como el del municipio, hacia la irrelevancia total.

La historia se lee con ese placer con el que se han leído siempre las novelas, sin artificios, sin acrobacias, sin artificiosidad ni lenguaje ampuloso. No quiere esto decir que no se innove en la estructura narrativa o que esta sea plana. Landero es un maestro a la hora de sumar voces, de trazar una narración coral. Con soliloquios, monólogos, narrador al uso o diálogos. Ya nos lo enseñó en ‘Lluvia fina’ donde varios familiares e hijos, a iniciativa de uno de ellos, Gabriel, planean una celebración con motivo del ochenta cumpleaños de la matriarca.

A través de los testimonios de cada uno de ellos, que se iban entrecruzando, asistimos a rencores, lealtades, rencillas viejas, querellas, relaciones fluidas o sin oxigenar. Todo acaba siendo una malla en la que el lector cae abducido, absorto. Ante él se despliega un mapa humano en el que nada es lo que parece y en el que el peso del pasado adquiere singular importancia.

Con ‘La última función’, Luis Landero (Alburquerque, 1943) nos muestra como la esperanza puede abrirse paso, como la melancolía o la desazón son a veces importantes motores de progreso o al menos de acción. Particularmente interesante resulta como el autor desgrana, hacia la mitad de la novela, algunas peripecias sentimentales de Blas, Paula o el propio Tito Gil, páginas que se beben y que constituyen en sí mismas piezas amenísimas que podrían funcionar por sí solas.

Landero, filólogo, profesor, guitarrista, que también ha practicado el ensayo y que fue Premio Nacional de Literatura en 2022 lleva una vida alejada de los focos y el relumbrón literario. Habla a través de sus novelas y en ocasiones con sus artículos en prensa, algunos de ellos recogidos en Tusquets en el año 2004 con el sugerente título de ‘¿Cómo le corto el pelo, caballero?’. Cada una de sus novelas resulta un acontecimiento en el panorama narrativo español. Y así lo celebran unánimemente también sus colegas de profesión.

La última función

Autor: Luis Landero

Editorial: Tusquets

Precio: 20 €