Cuentos

Saunders y el nuevo ruido de fondo

El escritor lleva su voz al límite en el que acaso sea el libro de cuentos más atrevido de los últimos años; la fábula contra el sistema

Saunders y el nuevo ruido de fondo

Saunders y el nuevo ruido de fondo / La Opinión

Uno de los efectos más escabrosos de la contaminación informativa, más allá de las ordalías mamporreras y el consabido patio de vecinos de las redes sociales, con sus derivadas de narcisismo de bajo coste, tiene que ver, sin duda alguna, con la cantidad de datos inservibles que se almacenan en el inconsciente. Es tal y tan afectado el bombardeo al que diariamente nos somete nuestro zeitgeist -ya sea en su versión interesada o folclórica- que uno se pregunta qué harían nuestros semejantes de épocas más austeras con el espacio de la memoria ocupado -y a menudo usurpado- por cuestiones tan peregrinas y ajenas a nuestros intereses como el estribillo de la canción que nunca tuvimos la menor pretensión de escuchar o el nombre de un delantero polaco que fungía de lo suyo en el Osasuna de la década de los noventa. A lo largo de una vida media, y en especial en las etapas más tempranas, la acumulación de basura enunciativa alcanza tantas cotas de penetración que obligaría a Freud y a sus adláteres a entrar con un camión de drenaje a limpiar nuestros cerebros. El ruido, bajo su disfraz de abundancia, es síntoma de decadencia, además de una característica imperiosa de estos tiempos, lo que, por otra parte, hace que un escritor con talento y dado a las sátiras morales esté en franca disposición de ponerse las botas. Y más, en Estados Unidos, país que se ha pasado más de un siglo literario en busca del Santo Grial del reflejo de las clases medias y que, por muy variados motivos, incluida la docilidad santurrona de lugares como España, ha logrado que el nivel de emulación sea tan atrabiliario que alcance hasta sus más bizarras patochadas. Occidente, es un hecho consumado, se uniformiza y la América de las barras y estrellas constituye en asuntos como la manera de vivir su más rudimentaria hipérbole. Con todo su baile de aciertos, belleza y confusión, de las que pocos han dado cuenta más inspirada en los últimos años que el escritor George Saunders. Especialmente, en el que acaso sea su mejor libro de relatos, ‘El día de la liberación’, recién publicado en España por Seix Barral y en traducción (de garantías, como siempre) de Javier Calvo.

Ganador de una infinidad de premios, incluido el Booker, concedido por su novela ‘Lincoln en el Bardo’, Saunders (Amarillo, Texas, 1958) representa todo lo que un lector podría exigirle a un escritor estadounidense menor de setenta años verdaderamente original y a la vez perspicaz y comprometido con su época. Y, muy en especial, aquellos versados en la fecunda tradición que une las diferentes concepciones del realismo de Cheever, Carver o Richard Yates a la vía experimental crítica con la alienación que representan los Salinger, Thomas Pynchon, Don de Lillo, Gaddis o Foster Wallace. Un adelantado de su generación en el que desemboca buena parte de lo mejor de la más que brillante tradición de la ficción de su país durante el siglo XX, con ecos distópicos y argumentos extraordinariamente imaginativos en los que hay semillas de Barthelme y hasta de esas incrustaciones de cotidianidad a lo Richard Ford pródigas en avenidas con álamos, falsas apariencias y casas modulares. Cada relato de esta nueva entrega es un ejercicio soberbio de estilo -no en vano, Saunders imparte clases de escritura creativa en la Universidad de Siracusa-, pero alejado de la frialdad experimental y del ensimismamiento tramposo de la prosa; en ‘El día de la liberación’ hay vuelo libre y al mismo tiempo fabulación apegada a la sociedad actual y a ese nuevo ruido de fondo, que ya no es, ay, la muerte, sino la cháchara inmisericorde de falsos iconos e ilusionismo comercial que aísla y trunca cualquier tentativa de penetración profunda en los dos motores dialécticos del alma humana: el miedo y el deseo. Desde el cuento que abre el volumen, y que da título a la selección, el autor asombra por su ambición narrativa, su creatividad y su agudeza intelectual, que conduce hasta el límite de lo grotesco fenómenos contemporáneos como la inteligencia artificial, la invasión del espacio privado o el control político de las conciencias. Y todo bajo el hechizo de un delicioso -y, en ocasiones, corrosivo humor- que se sitúa en un lugar fronterizo e imposible entre Kafka, Stanislaw Lem y la televisiva The Office.

Mucho se ha hablado, a la luz de títulos como ‘Diez de diciembre’ (Alfabia), de la audacia de Saunders a la hora de construir un esperpento en torno a los excesos del consumismo, de su dominio de la ironía, acaso sólo comparable en estas lides críticas a los citados Foster Wallace y De Lillo, pero, aunque es indudable su magisterio cómico, eso no debe llevar a pactos precipitados y elípticos. Saunders hace reír, pero también conmueve, y sus astracanadas y alegorías bufas, cargadas de acidez, jamás se quedan en la superficie, arañando las conciencias con conflictos éticos que van desde los más reconocibles a los más enquistados y latentes: el precio del orden, el castigo y el autocastigo, la distorsión de las buenas intenciones, la cesión de intimidad a cambio de seguridad, la destrucción o los placebos del entretenimiento. Un entramado en el que se mueven como tiburones aterrados una galería de personajes a caballo siempre entre el ingreso voluntario en el acuario y la explosión descontrolada y salvaje; en mitad del azote de datos y los oropeles de las pantallas y de las marquesinas, la asfixia de la idea de la libertad, de las decisiones, el reconocimiento de una opresión sutil que hace dudar entre el conformismo, la resignación y la rebelión psicótica. Saunders, en ‘El día de la liberación’ no sólo ha escrito uno de los libros de relatos más fascinantes de las últimas décadas, sino también la gran ficción de la neurosis que contiene a los ciudadanos de Estados Unidos y, ende, a toda la pseudocultura pedorra ambiental de los medios de comunicación de masas. Que el mundo que subyace a sus relatos, con todas sus exageraciones, exista habla tan mal del mundo como bien de Saunders. Este libro se puede devorar como un aguijón y como un consuelo, dependiendo de las preferencias del lector, aunque quizá conviene disfrutarlo como lo que es: literatura; buena literatura. Y, por tanto, todo lo demás también.

El día de la liberación

Autor: George Saunders

Editorial: Seix Barral

Traducción: Javier Calvo

 Precio: 19,90 €