El parnaso

Juan Gaitán: memoria del tiempo

Juan Gaitán.

Juan Gaitán. / L. O.

José Antonio Santano

José Antonio Santano

Nuestro inolvidable Antonio Machado escribía en su excelsa obra ‘Juan de Mairena’: «Ya en otra ocasión, definiría la poesía como diálogo del hombre con el tiempo, y llamábamos ‘poeta puro’ a quien lograba vaciar el suyo para entendérselas a solas con él, o casi a solas; algo así como quien conversa con el zumbar de sus propios oídos, que es la más elemental materialización sonora del fluir temporal. Decíamos, en suma, cuánto es la poesía palabra en el tiempo, y cómo el deber de un maestro de poética consiste en enseñar a sus alumnos a reforzar la temporalidad de su verso». No cabe duda que don Antonio no fue y es solo ese gran poeta que nos emocionaba hasta extremos inimaginables, sino también el maestro, el filósofo que ahondaba en la superficie de las cosas para obsequiarnos con su asombrosa capacidad para contagiarnos de lo hondo de esas cosas, de su sabiduría. Para él, la poesía era palabra en el tiempo, y así nos ha llegado su legado que, aprehendido por quienes se acercan a su obra hoy, no hacen sino recordarnos al maestro. Este es el caso del periodista, narrador, crítico y poeta Juan Gaitán (Málaga, 1960), aventajado discípulo de Machado, como así lo demuestra con su último poemario ‘Cronomaquia’, palabra inexistente en el Diccionario de la lengua española, pero que podríamos conceptuar como ‘Arte o tratado del tiempo’, cromocronomaquia porque es el tiempo la esencia, como lo es la luz, los silencios, la soledad, el olvido y los naufragios en la memoria del poeta lo que suscita estos versos: «pero, si mañana me indultara el azar / y pudiera comprar el tiempo que falta, / como quien paga el rescate de un cautivo, / lo gastaría todo en sol y silencio. / Es una cuenta sencilla. / A estas alturas he muerto ya / la mayor parte de mi vida / y antes de decir adiós quiero tener, / como en aquellos días azules, / pájaros serenos entre las manos».

Juan Gaitán, como hemos avanzado, ejerce de periodista, pero su trayectoria literaria destaca por ser además narrador (las novelas ‘Hombres de Luz’, ‘El Columbario’), crítico y poeta, esta última faceta quizá más desconocida, sin embargo, no menos auténtica, como lo demuestran los poemarios ‘Caligrafía del lunes’, ‘El orden de los días’ y ‘Animal Azul’, además de la plaquette ‘Juglaría’. Poemas suyos podemos encontrarlos, también, en antologías de ámbito nacional e internacional, junto a premios Nobel de Literatura tales como Seamus Heaney y José Saramago.

 Juan GaitánMemoria del  tiempo

La portada de 'Cronomaquia'. / L. O.

Lo cierto es que en ‘Cronomaquia’, Juan Gaitán nos invita a viajar a la esencia de la poesía, que no es sino ese continuo preguntarse y responderse, abrir el corazón al mundo para sentirse libre, recorrer los caminos y sentir todos los silencios que acompañan al hombre en su existencia, abrasarse en el amor o vivir en el abismo del tiempo como si fuese el último instante de vida. Entonces el poeta vuelve, regresa a su pasado para conformar su propio destino, habla consigo mismo para vivir en los demás la historia del mundo. Vivir se convierte así en el eje de todo, y el poeta surge así de su propio origen, allá donde el tiempo nos trasciende. ‘Cronomaquia’ viene a ser como un tratado, un profundo estudio de cómo el tiempo nos crea y nos demuele: «En la lengua luminosa del agua, / en el dios al que rezan los jazmines, / en la quietud de las barcas hundidas / y en la serena piel de los veranos. // En la luz temblorosa de la tarde, / en la desnuda oscuridad del deseo, / en la pequeña razón de la llama / y en el hueco entre tu mano y mi mano, // se posa, como dormido, / el silencioso tiempo». La luz y las sombras del tiempo detenido para seguir viviendo, para contar lo será más tarde, acaso un segundo después de la existencia, en el constante ir y venir del poeta al universo de la infancia, ese paraíso perdido al que siempre se regresa: «Porque de pronto comprendo / que hay horas / en las que vuelvo a tener seis años / y nada sé de la muerte». Luz, silencio, olvido, soledad, muerte, memoria son palabras que se repiten, que alzan su voz y se transforman, se matamorfosean para mostrarnos otra realidad que surge y se revela desde lo más hondo del alma o de la espiritualidad del poeta: «Creo que del corazón del mar nace el silencio, / y que en algún lugar del tiempo se conserva / la palabra transparente del niño que fui. / Y que la luz entra más tarde en una casa vacía, / y que no hay poema que no habla de sí mismo, / y que siempre hay una sombra sobre la palabra bondad. // Y creo que me moriré al atardecer, con el sol ya caído, / y que después solo seré piel, y mirada, en tu memoria».

‘Cronomaquia’ es un libro escrito para releer cumpliendo así con el rito ineludible de la palabra que vuela y asciende hasta el firmamento o cae y se abisma en el vacío que constituye el ser mismo. Alienta este poemario, de principio a fin, la luz de la memoria, de ese tiempo que fue y nunca más volverá sino en la inconsciencia del sueño y el canto de la mar en su infinito silencio: «Sin embargo, / entre la luz y el silencio / quedan huecos insaciables, / terrones de vacío / que siguen habitando / aquel tiempo, / lo que ya se ha perdido». Muestra Gaitán un extenso paisaje de espejos, de objetos y recuerdos, de soledades y olvido, de lo que fue y en ellas vive, en la herida abierta por el tiempo: «Es después de haber vivido / cuando empiezas a sospechar / que nunca sabrás qué es la vida. // Y es entonces cuando, / mínimamente, / intuyes que, si es algo, / que, si algo fuera la vida, / tiene que estar próximo a esto, / a este temblor / ante la orilla blanca de la infancia».

Qué queda después de todo, de la oscuridad, del día y de la noche, de la luz y el silencio, del olvido y la soledad, del propio tiempo? ¿Nadar sobre la mar azul del sueño, abrir el corazón y abrasarse en las llamas del amor? Y el poeta que habita al hombre responde con el eco de sus versos: «La estrategia del tiempo es esa, / llevárselo todo y dejar a su paso, / solamente, / un silencio oscuro (…) Vivir es eso, una pelea contra el tiempo, / cronomaquia». Vivir, esa es la cuestión, vivir en la poesía, en la esencialidad de la palabra, la de Juan Gaitán.

Cronomaquia

  • Juan Gaitán
  • Editorial: OléLibros
  • Precio: 14,42 €. 72 pp.