Spiderman se alía con su mejor equipo

Las aventuras compartidas de nuestro querido trepamuros continuaban ofreciendo una ingente cantidad de buenos momentos a finales de los setenta. Esa era la intención de la Casa de las Ideas y esa fue la premisa con la que nació la serie ‘Marvel Team-Up’ a comienzos de la década: multiplicar las aventuras de Spidey y, en consecuencia, la rentabilidad de un superhéroe que gozaba de una enorme popularidad. Lo más importante era entretener a los lectores con tramas a cuatro manos, de corto alcance y con mucha acción. Pero los tiempos –y los creadores de la editorial– fueron cambiando. El tercer Marvel Gold que la editorial Panini dedica al rescate de esta clásica cabecera continúa con el trabajo que Bill Manto y Sal Buscema habían iniciado algunas entregas atrás.

Conforme pasaban los números, el citado dúo creativo comenzó a perfilar historias de mayor calado y recorrido, llegando a hilar argumentalmente, como ocurre en el comienzo de este volumen, hasta siete entregas de ‘Team Up’ y una de ‘Two in One’. Acompañan a Spiderman en esta extensa historia la Bruja Escarlata, Visión, Doctor Muerte, Dragón Lunar, Killraven, Deathlok y La Cosa. Resulta de lo más gratificante contemplar cómo el lanzarredes se adapta a los viajes temporales que ocurren en estos números y que lo llevan primero a asistir a los juicios por brujería acaecidos en Salem en 1692 y, seguidamente, al distópico futuro de 1990 (ahora puede resultar un tanto cómico, pero en 1976 imaginaban que en un par de décadas el mundo estaría dominado por las máquinas).

La historia en la que Jean DeWolff realiza su debut, el primer Anual de la cabecera y la entrada de John Byrne en sustitución de Buscema, y, posteriormente, la de Chris Claremont por Manto, ponen la guinda a este tomo que presenta, aunque todavía queda mucho bueno por llegar, algunos de los mejores momentos creativos de la que fue la segunda cabecera regular protagonizada por Spiderman.