Si alguien pensaba que la marcha de Juan Cassá de Ciudadanos y su paso al grupo de concejales no adscritos, que estrenará él este mandato, no iba a servir para armar y fortalecer el discurso de la oposición se equivocaba y ayer se vio eso muy claro en la comisión informativa sobre el Covid-19, la primera que se celebró, donde el tono inicial de declaraciones grandilocuentes sobre lealtad y cooperación acabó segado por un debate duro en el que la oposición usó la espantada del exportavoz de la formación naranja y el hecho de que el PP ya no cuente con mayoría absoluta en el Ayuntamiento (con la edil de Cs suman 15 escaños, y la mayoría absoluta está en 16) para pedir un cambio en la forma de gestionar de los populares y recordarles, a veces sutilmente, que ahora tienen que mirar a la bancada de enfrente.

Daniel Pérez, portavoz del PSOE, fue contundente: «Ustedes se habrán dado cuenta, necesitan dos cosas: ideas y apoyos. Nosotros les hemos dado nuestras ideas, en forma de propuestas, cada semana. Sin embargo, echamos de menos la capacidad de reacción por su parte. El poder, ya lo saben, tiene horror al vacío».

Eduardo Zorrilla, por su parte, fue también contundente, aunque envolvió sus palabras en una ausencia de «acritud», y recordó: «Ahora ustedes mismo no tienen mayoría en esta ciudad» y, al margen de la aritmética, son necesarios grandes consensos, aclaró, para sacar a la ciudad de la crisis social y económica que ya está aquí. En esta idea insistió después Nicolás Sguiglia, a lo que Carlos Conde, teniente de alcalde de Economía y Hacienda, respondió también de forma agria en su réplica.

Pero hubo más detalles que revelan que el escenario que se abre ahora en la Casona del Parque es completamente nuevo, una sensación que se acrecienta, precisamente, por la convalecencia del alcalde, Francisco de la Torre, de su intervención por una lesión cerebral. Noelia Losada, edil de Cultura y única representación que queda de Cs en el Ayuntamiento, se abstuvo sobre una propuesta para que los concejales pudieran sustituirse en estas comisiones, porque, según dijo, está ella sola en el Consistorio.

El tono fue agrio. Más allá de lo que dijo Pérez, el líder de la oposición, lo cierto es que la familia socialista fue ayer otra vez un muro de silencio, lo que no logró más que aumentar las conjeturas sobre una posible moción de censura. Sobre si el PSOE está o no cocinando esta jugada con Cassá, nadie quiso responder nada, aunque los rumores se han desatado y siguen danzando de un móvil a otro.

Algunas fuentes naranjas afearon ayer el hecho de que Cassá se haya ido cuando el alcalde está convaleciente y en mitad de la pandemia, amparándose, además, en una excusa relacionada con el cambio de liderazgo de su partido, dinamitando el pacto de no agresión, por cierto, que había entre él y Noelia Losada, que se incorporó en las pasadas municipales a la papeleta de Cs.

Fuentes del PP, por su parte, consideraron lógico que Cassá busque refugio en el PSOE dado que Losada gusta en el PP, y el partido de Cs en Málaga, según creen, está dividido. Lo que sí valoraron fuentes populares es que, tal vez, ahora no sea el momento de esa moción de censura, dieron por seguro que la cúpula del PP habrá tratado de contactar con Cassá para ofrecerle algo en el seno del equipo de gobierno o en otras responsabilidades y explicaron que, de producirse este movimiento en verano, por ejemplo, podría provocar un daño gravísimo a la estructura del partido en la ciudad, dado que casi todos los vicesecretarios son concejales e irían también a la calle numerosos cargos de confianza. Juan Cassá, por su parte, siguió manteniendo ayer un silencio sepulcral sobre su próximo paso o declaración. Hasta que Cassá no hable no habrá paz para nadie en el Ayuntamiento de Málaga.