Mascarillas con refuerzo y patente

Se han interesado fábricas de EEUU, Alemania, Italia y Marruecos

Francisco Caro muestra una mascarilla quirúrgica con el refuerzo de su invención.

Francisco Caro muestra una mascarilla quirúrgica con el refuerzo de su invención.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

A Francisco Caro, de 69 años, le dio un vuelco el corazón cuando en la televisión escuchó a una anciana que decía que no podía comprarse un modelo caro de mascarilla, porque ese dinero era «para comprar pan» para sus nietos.

Fue entonces cuando este malagueño de Almogía, antiguo maestro y juez de paz de su pueblo, se propuso mejorar las mascarillas quirúrgicas, las que usaba esta anciana, aunque sus mejoras también las ha terminado implantando en las mascarillas FFP2 y FFP3.

Con más de 30 patentes a su espalda, Francisco Caro confiesa que ya en sus tiempos de profesor hacía mapas manuales para que sus alumnos aprendieran Geografía. «Creo que tengo una cierta capacidad de observación», subraya.

Y así, cuenta a La Opinión que se fue a una farmacia para comprar varios tipos de mascarillas con el fin de estudiarlas, empezando por la quirúrgica, un invento de Johnson & Johnson de 1973.

La principal pega que vio, las zonas laterales y la superior de la nariz que terminan dejando paso a los aerosoles, el vehículo para el coronavirus. Por eso destaca que «el 80 por ciento de la población española y a nivel mundial está desprotegida».

Por este motivo, ha ideado una mascarilla quirúrgica que en lugar de tener una sujeción por la nariz «de un plástico con uno o dos alambritos dentro», cuenta con una pletina con una aleación de aluminio y latón, como las de las mascarillas FFP2 y FFP3.

A esta novedad le ha añadido sendas pletinas en los laterales, para que también se sujete bien por las mejillas. Esta sujeción lateral, «una novedad mundial», también se la ha aplicado a las mascarillas FFP2 y FFP3.

Francisco Caro muestra una mascarilla quirúrgica con el refuerzo de su invención.

La bolsa se extrae del interior de las mascarillas.

Otra novedad mundial es que los tres modelos mejorados cuentan en la zona interior que da a la barbilla con un pequeño bolsillo del que se extrae una bolsita de plástico, forrada previamente de papel, donde poder guardar la mascarilla a la hora de tirarla. Este sistema evitaría la contaminación que provocan cuando se tiran, incluso a la basura, dado que son «un elemento infeccioso».

La idea de Francisco es que las mascarillas usadas se puedan depositar en máquinas instaladas en aeropuertos, hospitales y otros centros y que permitirían a su vez conseguir mascarillas nuevas.

En cuanto al dinero, subraya que sus novedades no tienen por que aumentar un céntimo el precio de las mascarillas porque en estos productos «hay mucho margen».

De momento, explica, se han interesado por el invento fábricas de Estados Unidos, Alemania, Italia, Marruecos y España, aunque su sueño sería que se pudieran fabricar en nuestro país y si fuera posible, en la misma provincia de Málaga, que cuenta con empresas que fabrican mascarillas, «y en nuestra provincia tenemos mucho paro».

Por eso, pide a las autoridades malagueñas que se interesen por esta novedad mundial, para propiciar que las mascarillas se puedan fabricar sin salir de Málaga.