Crónicas de la Ciudad

Un meritorio obispo sin calle en nuestra ciudad

El creador de uno de los colegios menores más hermosos de Europa, el Colegio de Málaga de Alcalá de Henares, no tiene ninguna calle con su nombre en Málaga

Colegio de San Ciriaco y Santa Paula o de Málaga, en Alcalá de Henares.

Colegio de San Ciriaco y Santa Paula o de Málaga, en Alcalá de Henares. / Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Como saben, una arcana regla no escrita establece que, a la hora de nombrar obispos y árbitros en España, tendrán prevalencia aquellos que luzcan los dos apellidos menos comunes y hasta más llamativos entre los candidatos.

En el campo arbitral eso nos ha permitido disfrutar de imparciales jueces como Mayoral Cedenilla (Anastasio), Acebal Pezón (Juan Senén), Mateu Lahoz, Urizar Azpitarte o Ansuátegui Roca, sin olvidar a Japón Sevilla, Brito Arceo ni a Undiano Mallenco.

También en el terreno de los prelados los apellidos difíciles de olvidar han tenido un importante peso, como nos recuerdan, sin salir de la Diócesis de Málaga, los obispos don Balbino Santos Olivera, don Ángel Herrera Oria, don Ángel Suquía Goicoechea o el recordado don Ramón Buxarráis (Ventura de segundo).

Pese a que cumple con estos requisitos de apellidos poco transitados, hay un obispo de Málaga al que se le puede aplicar la anécdota de dos entrevistados por Jesús Quintero quienes, acompañados por ‘el Loco de la Colina’ en un paseo por Cádiz, se pararon frente a la casa natal de José María Pemán para leer una reciente placa conmemorativa. Al hilo de la placa, uno de ellos preguntó al otro qué pondrían en su casa cuando él falleciera, y el amigo le contestó: «El cartel de ‘Se Vende’».

Pues algo parecido ocurre con el obispo de Málaga don Juan Alonso de Moscoso, que dirigió nuestra diócesis en tiempos cervantinos, de 1603 a 1614, fecha de su muerte en Antequera, durante una visita pastoral.

Como hace unas semanas recordó la sección dominical ‘Mirando Atrás’, a este obispo nacido en Algete, Madrid, le debemos unos de los colegios menores más hermosos de Europa.

Se encuentra en Alcalá de Henares, se atribuye al mismo arquitecto que levantó el Palacio de Santa Cruz de Madrid y fue costeado en gran parte por el generoso obispo, que lo mandó construir para acoger a 15 estudiantes sin recursos económicos. El obispo dejó dicho que dos de ellos fueran siempre de la Diócesis de Málaga. Y para demostrar la raigambre con nuestra ciudad, mandó que llevara el nombre de San Ciriaco y Santa Paula, aunque su otro nombre oficial es el del Colegio de Málaga.

Tamaño esfuerzo por dejar una obra tan hermosa ligada a Málaga no se refleja ahora mismo en nuestra capital. En Torremolinos, por contra, existe una calle Obispo Juan Alonso, ¿es nuestro personaje?, ¿tuvo la calle cuando era una barriada de Málaga o es posterior a la independencia de Torremolinos? El caso es que, en el callejero oficial de la capital, ahora mismo no consta ninguna vía con el nombre de este obispo quien, como mínimo, se merecería un rinconcito de la ciudad que tanto quiso y no sólo el cartel de ‘Se Vende’.