Calle Huerto de Monjas

A por agua a la fuente, como en la posguerra

Un grupo de inquilinas de un bloque, en su mayoría madres solteras y con niños pequeños, lleva más de tres meses sin agua, mientras la propiedad quiere echarlas. Abanico Solidario las defenderá mañana en el pleno.

Las inquilinas llenan garrafas en la Fuente de los Cristos el pasado lunes.

Las inquilinas llenan garrafas en la Fuente de los Cristos el pasado lunes. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

«Yo me bebo las lágrimas, con eso se lo digo todo. Estoy con dos niños y sin agua. Los vasos los uso de plástico y cada vez que mis niños usan el váter tengo que ir a por agua», cuenta Ruth.

Esta inquilina del número 13 de la calle Huerto de Monjas se dirige con otras jóvenes a la Fuente de los Cristos, un camino que recorren incontables veces al día desde que hace tres meses largos Emasa les cortó el agua.

El bloque, con nueve viviendas, está habitado en su mayoría por madres solteras y hay ocho niños en total, más otro en camino pues una de las inquilinas, de 18 años, está embarazada.

¿Cómo se ha llegado a esta situación? Lo explica Isabel, una de las vecinas: «Este bloque llevaba muchos años cerrado, varios hombres toxicómanos se metieron y un grupo de mujeres del barrio le dijimos que teníamos muchos niños, que vivíamos con nuestras madres . Al final se fueron, lo pintamos, limpiamos y fregamos y nos fuimos a vivir ahí», resume.

En 2017, la propiedad les hizo un contrato de alquiler social por tres años que finalizó en septiembre del año pasado y comunicó a algunas de las inquilinas la intención de echarlas del bloque. Sin embargo, como destaca Francisco Álvarez, de la ONG Abanico Solidario, que media en casos de desahucio, «la propiedad es un banco y la ley dice que los alquileres deben ser por un mínimo de cinco años y si son bancos, por un mínimo de siete».

Además, el responsable de Abanico Solidario recuerda que la constructora del edificio no llegó a gestionar la primera ocupación e incluso construyó una vivienda de más, pues oficialmente son ocho y no nueve.

Las jóvenes, con representantes de Abanico Solidario, delante del edificio el pasado lunes.

Las mujeres, con representantes de Abanico Solidario, delante del edificio el pasado lunes. / A.V.

Por este motivo, Francisco Álvarez se hace esta pregunta: «¿Cómo es que la propiedad ha estado cobrando tres años de alquiler por un edificio que no tenía la cédula de habitabilidad?».

Esta carencia, destaca el portavoz de la ONG, ha sido el motivo por el que Emasa les cortó el agua a las familias. «Emasa actuó con la ley de su parte, no podemos decir nada malo», remarca y se pregunta si la propiedad «ha hecho los deberes» y cómo es que no ha puesto orden en esta situación.

Intervención en el pleno

Para denunciar el estado en que se encuentran las inquilinas y sus familias, Francisco Álvarez intervendrá en el pleno municipal de mañana jueves y planteará dos peticiones a los concejales y al alcalde Francisco de la Torre: «El problema principal es que no tienen agua y en la casa hay muchos niños pequeños. En el pleno pediré que se les dé la opción del suministro básico de agua», subraya.

El portavoz de Abanico Solidario también solicitará a la Oficina al Derecho a la Vivienda, un organismo dependiente del IMV, «que interceda junto con Abanico Solidario en la negociación con la propiedad para que este edificio sea destinado a alquiler social, para que cada uno tenga su alquiler y pueda contratar su agua y su luz y a la vez, constituir una comunidad para arreglar el edificio».

Todas quieren seguir viviendo en la casa y dejar de una vez las garrafas.