Crónicas de la Ciudad

La fuente del Tempus Fugit y su camino de mejora

A juego con el revivido Cementerio Histórico de San Miguel, la vecina Fuente del Tempus Fugit rejuvenece con el paso de los años

La fuente del Tempus Fugit, con el Cementerio Histórico de San Miguel, al fondo.

La fuente del Tempus Fugit, con el Cementerio Histórico de San Miguel, al fondo. / A. V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

En algunos rincones de Andalucía los camposantos se conocen, de forma socarrona, como ‘el patio de los callaítos’. Pedía el pensador Montaigne en unos de sus ensayos que la muerte le pillara «cogiendo coles»; al fin y al cabo, qué mejor que afrontar a la canina haciendo ejercicio en plena Naturaleza y eso que, en uno de sus últimos escritos humorísticos Enrique Gallud, nieto de Enrique Jardiel Poncela, se imagina un combate de ajedrez entre la Muerte y su cuñado, en la que el marido de su hermana saca de sus casillas a la ‘jefa del patio’ y la vence con tácticas cuñadiles de desconcierto.

Mientras nos llega la inexorable partida y dado que, como resalta el escritor Anthony Burgess, nos encontramos en esta vida en un auténtico paréntesis entre dos eternidades de ocio, el ‘patio de los callaítos’ más notable de Málaga ha dado un salto cualitativo gracias a una persistente actividad de recuperación que todavía continúa.

De esta forma, un cementerio como el de San Miguel, que en los años 90 se encontraba en una preocupante decrepitud, en las últimas dos décadas puede decirse, sin exageración peliculera, que ha revivido.

Las personas son importantes, por eso, igual que en su día el Parque del Oeste tuvo un gerente entusiasta y eso lo notó con creces la zona verde, también San Miguel está dirigido por un equipo de personas con vocación. Los resultados saltan a la vista.

El cambio no sólo se aprecia en el interior del camposanto, donde las mejoras están haciendo que las familias se vayan animando poco a poco a restaurar los panteones privados. Alguna vez hemos comentado en esta sección el gran cambio que ha experimentado la plaza del Patrocinio.

Además del retroceso del aparcamiento terrizo y su conversión en plaza peatonal, se recuperó la cruz conmemorativa de una peste del XVII que estaba originalmente en El Ejido. Pero algo muy llamativo también ha sido siempre la fuente del Tempus Fugit, casi en una esquina de la plaza.

Se trata de la octava fuente más antigua de la ciudad, de 1849. Rematada por un obelisco de ágata coronado por un reloj de arena de hierro fundido con alas, había sido tradicional depósito de piezas automovilísticas.

En 2020 algún salvaje robó dos alados grifos de bronce que completaban la obra. Sustituidos por sendos modelos más baratos, la fuente luce completa y con agua cuando se tercia. Un laborioso camino de mejora que simboliza el camino que, afortunadamente, está siguiendo el Cementerio de San Miguel.