Crónicas de la Cuidad

Las tres esculturas ‘perdidas’ de Pimentel

Dos encargos municipales del gran escultor malagueño no llegaron a inaugurarse en nuestra ciudad y un tercero desapareció en manos de un amigo de lo ajeno

El burro Platero y el chivito, en el taller de Jaime Pimentel.

El burro Platero y el chivito, en el taller de Jaime Pimentel. / Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

El pasado miércoles, en el salón de actos de Ámbito Cultural de El Corte Inglés, tuvo lugar una mesa redonda sobre los 70 años de trabajo artístico de Jaime Fernández Pimentel, en la que participaron el académico de San Telmo Francisco Cabrera, el médico y experto en el escultor Juan José Bedoya y el firmante.

Desde la pasada semana, una exposición antológica en Ámbito Cultural muestra algunas de las mejores piezas de un escultor que ha dejado su gran impronta con obras tan importantes para Málaga como el Cenachero, el Biznaguero, las gaviotas que sobrevuelan el recinto musical Eduardo Ocón y, por supuesto, el burrito Platero del Parque,

En la mesa redonda se contaron anécdotas que quizás no todos conozcan. Por ejemplo, como explicó Francisco Cabrera, además de la escultura del burrito, a Jaime Pimentel le encargaron un chivito para la parte norte del Parque. Con el cambio de alcalde, el encargo se olvidó y la pieza quedó en el taller del artista. Sería bueno recuperarla algún día y colocarla donde estuvo pensado (otra alternativa podría ser el Parque del Oeste).

Jaime Pimentel, con el Cenachero en el Rectorado de Málaga en 2014.

Jaime Pimentel, con el Cenachero en el Rectorado de Málaga en 2014. / Gregorio Torres

Una historia curiosa, contada en su día por el artista a quien esto escribe, es que el encargo original para la plaza de la Marina no fue el Cenachero sino una fuente que simbolizaría el nacimiento de Málaga y que Jaime diseñó con una gran concha de la que salía una chica desnuda portando una perla en la mano.

Al alcalde de entonces, Francisco García Grana, le gustó la idea, pero no a algunos concejales, que pusieron reparos con este imbatible argumento de la época: Le dijeron que pensara en el trono de la Esperanza pasando delante de una mujer desnuda. El encargo no salió adelante.

También se habló de la escultura de la Niña de Lagunillas, una preciosa obra que un amigo de lo ajeno birló hace muchos años. El escultor regaló una copia al alcalde García Grana y este, en 1978, en el discurso de contestación a Jaime Pimentel como nuevo académico de San Telmo, la ofreció al Ayuntamiento por si la quería volver a poner en algún rincón de Málaga. La obra sigue en buenas condiciones.

Ningún otro artista ha dejado una huella tan importante en la escultura pública de Málaga y la Costa del Sol. Por eso, también salió de la mesa redonda la propuesta de que tuviera una calle, plaza o jardines con su nombre en su ciudad natal. Otra idea sería una placa conmemorativa en su casa familiar de Carretería, por donde en su infancia pasaba el cenachero Diego, que le inspiraría para su obra más famosa. Jaime Pimentel se lo merece con creces.