Memorias de Málaga

Consecuencias de no arreglarse

Una militante de un partido político ha recomendado a las mujeres que no se arreglen demasiado - La iniciativa dañaría a muchas industrias y profesiones ligadas a la moda y el embellecimiento

Celebración de la Pasarela Larios de moda en 2018.

Celebración de la Pasarela Larios de moda en 2018. / ARCINIEGA

Guillermo Jiménez Smerdou

En el diccionario de la RAE no está la palabra ‘enguaparse’; sí está, por ejemplo, ennoviarse, que equivale a echarse novio. Enguaparse no está pero creo que es un verbo digno del apoyo de los académicos. Y en los tiempos que corren, más. Hay que enguaparse.

He leído (yo leo todo que se me pone ante la vista) que una militante de un partido político recomienda a las mujeres que no se arreglen demasiado. Eso significa, sin extenderme mucho en el eje de la recomendación, que la mujer no debe acicalarse, embellecerse, cuidar su aspecto exterior (el interior es otra cosa). El no arreglarse mucho supongo que afectará al peinado, al maquillaje, a la pintura de labios, a la pintura de uñas, el rímel, la sombra de ojos, los perfumes y las colonias, las pulseras, los anillos, los collares, los broches, blusas, trajes de baño, zapatos, bolsos… y no me atrevo a apuntar jabón porque si afecta a este producto de primerísima necesidad como la pasta de dientes y a los desodorantes, la sugerencia de no enguaparse nos retrocederá a la era de las cuevas de los trogloditas.

Cuando escribo esas líneas desconozco si la persona (mujer) que ha propuesto o sugerido que las mujeres no se arreglen demasiado haya tenido mucho eco y esté en marcha un nuevo movimiento. Nunca se sabe el alcance de una iniciativa por estrafalaria que parezca. El proselitismo es una incógnita. A lo mejor pega bien la idea y se convocan manifestaciones en defensa del ‘no arreglo’, con pancartas ¡Las mujeres no necesitamos potingues! ¡Abajo la cosmética que enriquece a los ricos! ¡Somos como somos!

Pienso en las consecuencias directas e indirectas que la campaña anti arreglo femenino puede ocasionar a la Humanidad. Me pregunto: ¿Qué será de los modistos que diseñan las vestiduras femeninas? ¿Qué será de los estilistas que crean nuevos peinados y de las peluquerías que se encargan de interpretarlos para sus clientas? ¿Qué será de los millones de peluquerías de señoras si el mujerío opta por cortarse el pelo por su cuenta? ¿Qué será de los cientos, miles o millones de clínicas de belleza si eso de someterse a tratamientos es desaconsejable?

Las pausas publicitarias de las televisiones se quedarían sin los anuncios de cremas, lociones, productos para tener un cabello sedoso, unos ojos brillantes, tintes para cambiar el color del cabello, cepillos y peines, peinetas y diademas, tocados y pamelas, colonias para el baño, perfumes para el Día de la Madre, yogures y potingues que facilitan la digestión…

Al mismo tiempo que crece y se desarrolla el «no arreglo», las fábricas de cosméticos, las perfumerías, las peluquerías, los centros de belleza, los talleres de alta costura, los gimnasios femeninos… irán perdiendo clientela e irán cerrando al mismo ritmo de crecimiento de la nómina de mujeres seguidoras de la revolucionaria propuesta.

Si las pausas publicitarias o consejos publicitarios se quedan sin los anuncios de las cremas que devuelven la juventud a las mujeres en dos semanas, si los productos que hay que consultar o no con el farmacéutico relacionados con el bienestar de las mujeres (buenas digestiones, sueños reparadores…) desaparecen porque las mujeres de todas las edades prescinden de su uso porque no está en consonancia con la doctrina de no embellecerse demasiado…, los televidentes serán privados de la visión de las poses, guiños, sonrisas, miradas y otros pormenores de las modelos que incitan a su uso.

Si quitan esos anuncios se aburrirán los televidentes porque muchas veces son más sugestivas esas imágenes que las de las siete unidades de la policía llegando a tiempo para salvar de una muerte segura al bueno o la buena de la historia. Sin el encanto de los seis o siete minutos de jóvenes de largos y brillantes cabellos tratados por un producto fabricado en Francia, la crema revitalizadora de la piel y rubias exhalando aromas de los perfumes elaborados también en París, desaparecen, ¿qué nos queda? Nada de interés.

Ya no habrá el lanzamiento de coches de última generación con el apoyo de una sonriente joven que invita a probar el vehículo dotado de las modernos sistemas de seguridad; ya no habrá alfombras rojas en los grandes eventos para que las mujeres luzcan sus mejores galas…

Por falta de jóvenes dispuestas a arreglarse para tal fin, los concursos de belleza, reina de la fiesta, la guapa de la feria y demás certámenes parecidos serán suprimidos.

consecuencias de no arreglarse

Academia de Peluquería, en 2017. / Arciniega

Unas Navidades (que empiezan en octubre) sin los espectaculares anuncios de rubias ataviadas con vestimentas de oro invitándonos a beber un cava o un champán francés; unas Navidades sin damas bronceadas embriagadas de perfumes imposibles de retener sus marcas porque unas etéreas voces supuestamente en un exquisito francés -que no captamos los que estudiamos francés con profesores españoles- supongo que recomiendan comprar; un Día de la Madre, del Padre, de los Enamorados… sin esa catarata de ofertas para enamorar, para oler mejor…, serán otra cosa porque en lugar de esas fruslerías se recomendarán regalos más prácticos para la mujer: una pelliza para resguardarse del frío, un paraguas de los que antiguamente llevaban el apelativo ‘de curas’ por tu tamaño y color (negro), medias de estambre o lana que abrigan y no dejan entrever la belleza de unas extremidades inferiores bien torneadas, un bolso de esparto o jipijapa para el móvil y el monedero porque ya serán innecesarios los pintalabios para después de tomar una cerveza o un ron a secas, como los piratas de las cuentos.

Desaparecerán por falta de interés para las féminas seguidoras del plan ‘No te arregles demasiado’ los eslóganes «Ya es Primavera», los anuncios de los gimnasios para que las mujeres se preparen para la ‘operación bikini’ y puedan lucirse en las playas de Benidorm, la Malvarrosa, la Malagueta, la Barceloneta, La Concha, El Sardinero, Matalascañas, Conil…

Todo ese mundo del consumo, de la explotación femenina, del despilfarro para estar más bonita o ‘más mejor’ como decimos en Málaga, se hundirá por falta de clientela.

La crisis financiera

Ríanse del Viernes Negro del 24 de septiembre de1869, con una crisis financiera que arruinó a medio mundo, de la epidemia de la peste negra del siglo XIV en Europa con cien millones de muertos, de la Gripe Española del año 1918 con cincuenta millones de víctimas, del SIDA, de la mosca tsé-tsé y del Covid19.

El cese del consumo de los quinientos millones de productos diferentes diseñados y creados para la guapura femenina arruinará a millones de fábricas y establecimientos que basan su negocio en ayudar a la mujer a mejorar su estampa, su figura, su sonrisa, su poder de seducción, los romances, los idilios, la alegría de vivir… y a tener hijos porque no creo que los hombres vayamos a las cuevas trogloditas a buscar pareja. La economía mundial, incluida la china, se tambaleará llevando a la ruina a millones de empresas. Adiós L’Oreal de París, Johnson & Johnson, las perfumerías Primor, Christian Dior, Saint Laurent, los zapatos ‘Manolos’ de Hollywood… Nada de productos de belleza, de clínicas de rejuvenecimiento, no a las operaciones de nariz, pechos, vientres, nalgas, orejas… y abandono de las cremas hidratantes para después del baño, el ácido hialurónico, la silicona… Todo natural. Las arrugas son bellas, las patas de gallo dan prestigio, la depilación es contra natura.

Las perfumerías verán reducidas sus ventas porque al ausentarse voluntariamente las usuarias se limitarán solo a lo que demande la población masculina…, que cada día cuida más su aspecto, se injerta cabello para recuperar el pelo perdido por el tiempo, por la alopecia o por exceso de higiene. Quizá el Hombre sea el antídoto para evitar la ruina. Los centros de belleza se acomodarán a la nueva clientela. Algo es algo.

Los estilistas se quedarán sin testas femeninas que arreglar sobre todo a las novias el día de la boda, porque arreglarse el cabello está dentro de las costumbres que hay que eliminar…

¿Qué será de los bolsos de Louis Vuitton, Loewe, Armani, Carolina Herrera…? De esas firmas y de las que copian los modelos y venden imitaciones más o menos perfectas.

¿Qué mujer de la nueva era se va a comprar un anillo de esmeraldas y un collar de perlas?

En fin, enguaparse no estará en el diccionario de la RAE, pero la mujer, para bien de la Humanidad y supervivencia de la especie, debe seguir enguapándose, embelleciéndose, acicalándose, perfumándose, pintándose, cuidando su aspecto físico y alegrando la vista del género opuesto.

Que la mujer se enguape, coño.