Mirando atrás

José María de Sancha: un visionario olvidado

El ingeniero de Caminos y urbanista José María de Sancha (1838-1890) vislumbró con sus múltiples y necesarios proyectos la Málaga del futuro. Su lápida en un panteón del Cementerio de Vigo, la ciudad donde falleció, se encuentra en el abandono más absoluto.

Casa familiar de José María de Sancha en el Paseo de Sancha, llamado así por una petición de los vecinos de La Caleta de 1887.

Casa familiar de José María de Sancha en el Paseo de Sancha, llamado así por una petición de los vecinos de La Caleta de 1887. / Manuel Olmedo

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Tuvo la suficiente visión de futuro como para proyectar una Málaga volcada en el turismo, con un vistoso paseo marítimo, un río Guadalmedina liberado para siempre de sus crecidas, una cómoda ronda de circunvalación, numerosas fuentes, un antecedente del Palacio de Ferias, amplios jardines y la apertura de nuevas y modernas calles como la que terminaría siendo la calle Larios.

Y eso que nuestro protagonista, el ingeniero de Caminos madrileño José María de Sancha Valverde, vino al mundo en el lejano 1838 y falleció con sólo 51 años, en 1890.

Como recuerda el académico de la Historia Manuel Olmedo, que desde los años 90 se ha encargado de rescatar su figura y le ha dedicado una amplia biografía y varios trabajos, Málaga se cruzó en su vida por casualidad, pues siendo un adolescente su padre se trasladó a nuestra ciudad para reponerse de una grave enfermedad. De los trabajos del investigador malagueño Manuel Olmedo son todos los datos que siguen.

José María de Sancha en 1860, con 22 años.

José María de Sancha en 1860, con 22 años. / Archivo familiar

En Málaga el joven José María estudió en el Instituto Gaona. Años antes, siendo un niño, sufrió un importante accidente que le dejó jorobado, un problema físico que no le impidió alcanzar las metas personales y profesionales más altas. 

Así, en 1867 finalizó la carrera de Ingeniero de Caminos y fue destinado a Málaga, donde dirigió la obra de varios tramos de la Carretera de Cádiz.

Tres años después dirigió la reforma y decoración del Liceo de Málaga, en la plaza de San Francisco, donde luego se crearía el Conservatorio María Cristina.

En 1872 fue nombrado presidente de la sección de Bellas Artes del Liceo y fue uno de los fundadores de la Sociedad Malagueña de Ciencias. Ese mismo año contrajo matrimonio con Antonia Lengo, hermana de su amigo el pintor Horacio Lengo. La pareja tendría siete hijos. Por cierto que en el famoso cuadro ‘Una moraga’ de Horacio Lengo aparecen un par de hijos de los Sancha, cuenta Manuel Olmedo, que detalla que se identifican porque tienen los ojos azules.

El joven Sancha se implicó además en la traída de aguas de Torremolinos a Málaga, obra que dirigió y completó con éxito en 1876.

El ingeniero, en 1869, dos años después de terminar la carrera.

El ingeniero, en 1869, dos años después de terminar la carrera. / Archivo familiar

La fuente de las Tres Gracias

Poco antes de la llegada del agua proyectó una reforma de la plaza de la Constitución para situar en ella una gran fuente, símbolo de la conclusión de las obras: la fuente de las Tres Gracias, diseñada en París, fue inaugurada en 1880. Hoy preside la Glorieta de Torrijos.

Y suyo fue el diseño de otras fuentes públicas, las fuentes de la Olla, de las que en nuestros días quedan dos supervivientes en La Trinidad (plaza de Montes) y El Palo (plaza de las Cuatro Esquinas).

Y sin dejar el agua, le preocuparon sobremanera los desbordamientos del Guadalmedina, por eso en 1877 presentó junto con Luis Molini un proyecto de desviación del río por detrás del barrio obrero de Huelin, reforma de uno anterior de 1861 de Pedro Antonio de Mesa.

Desviación del río propuesta por José María de Sancha: desembocaba junto a Huelin.

Desviación del río propuesta por José María de Sancha: desembocaba junto a Huelin. / Archivo Manuel Olmedo

En 1878 le encargaron redactar las bases para el Ensanche de Málaga. Por este motivo, ideó un Paseo de Ronda (lo que hoy sería una ronda de circunvalación) a modo de gran arco exterior de la ciudad , además de una ‘prolongadísima’ Alameda que por el Oeste llegaría hasta el arroyo del Cuarto y por el Este hasta el Hospital Noble. Además, también proyectó un paseo marítimo desde La Farola a La Malagueta.

Por otro lado, ideó prolongar la calle Victoria hasta la Aduana, la calle Molina Lario hasta la plaza de Capuchinos y un tercer proyecto: abrir una nueva calle desde la plaza de la Constitución hasta la Alameda; es decir, que previó la futura calle Larios.

Otro proyecto en el que se embarcó fue el del alcantarillado general. Fue casi un trabajo de Hércules pues como escribía en las memorias del plan, «no ha sido posible formar un plano del alcantarillado actual por no existir de él dato alguno».

La huella de José María de Sancha también ha quedado por su faceta de urbanizador, pues a él se deben los barrios de La Caleta y El Limonar. Tuvo además el acierto de instalar una alfarería en la zona para fabricar tejas y ladrillos y también un vivero, con el fin de transformar estos dos barrios de Málaga en sendos vergeles, recuerda Manuel Olmedo en uno de sus trabajos.

Precisamente, una grave crisis económica que asoló la ciudad le obligó a malvender sus propiedades, incluida la famosa casa árabe que construyó para su familia. En 1887 aceptó el puesto de director de las obras del Puerto de Vigo. Ese mismo año, los vecinos de La Caleta mandaron un escrito al Ayuntamiento para que el paseo sin nombre entre la conclusión de la avenida de Príes y el arroyo de La Caleta pasara a llamarse Paseo de Sancha.

La lápida de Vigo

Puede decirse que José María de Sancha murió en el ejercicio del deber, pues falleció en la ciudad gallega el 2 de enero de 1890, por una enfermedad contraída mientras hacía estudios de campo sobre el abastecimiento de aguas a Vigo.

Su muerte, recuerda Manuel Olmedo, sólo mereció seis líneas en la prensa de Málaga.

Panteón de José María de Sancha en Vigo.

Panteón de José María de Sancha en Vigo. / Trinidad Martínez Casares

Pese a que sólo vivió dos años en Vigo, en 1925 trasladaron sus restos a un panteón junto con otros dos hombres ilustres foráneos.

En la actualidad, la lápida que lo recuerda se encuentra en un estado lamentable. Por eso, Manuel Olmedo propone que el Colegio de Ingenieros de Caminos de Málaga costee la limpieza: «Merecía la pena que el Cuerpo de Caminos, al que tanto prestigio dio don José María de Sancha, hiciera algo», recalca.

Estado actual de la lápida de José María de Sancha en el Cementerio de Vigo.

Estado actual de la lápida de José María de Sancha en el Cementerio de Vigo. / Trinidad Martínez Casares

El académico aprovecha para agradecer a Javier Miranda y su mujer, Mari Ángeles, los contactos con la familia Sancha así como las fotografías del ingeniero que también ilustran este reportaje, así como al académico de Ciencias Leandro Olalla y a Trinidad Martínez Casares, que le facilitaron las fotos del panteón de Vigo.

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