Criptomonedas

Cómo entender de una vez el criptodinero

Sus partidarios las consideran “las monedas del futuro”, pero su complejidad y vaivenes generan dudas. En su semana más negra, brindamos claves que ayudan a esclarecer el alcance del fenómeno

Cómo entender de una vez el criptodinero

Cómo entender de una vez el criptodinero / juan fernández

Juan Fernández

Estos días las criptomonedas son noticia por el monumental batacazo que se ha pegado su cotización, pero llevamos varios años en los que resulta imposible dar un paso sin tropezar con ellas. La publicidad nos las mete por los ojos, las estrellas del deporte nos animan a comprarlas y, al menos hasta esta semana, los nuevos criptomillonarios presumían de atesorarlas. No podemos verlas, olerlas ni tocarlas, pero están por todas partes. Sin embargo, su incorporación a la vida cotidiana convive con el halo de misterio que, aún hoy, sigue envolviéndolas debido a su complejidad conceptual y tecnológica. El Banco de España estima que el 12% de la población –5,6 millones de españoles– ya ha operado con ellas, pero los expertos advierten de que muchos de esos inversores continúan sin entender en qué consiste realmente el dinero virtual y qué riesgos entraña.

Este momento de quiebra en la historia de las criptomonedas invita a volver a explicarlas a nivel usuario y a analizar si son una moda pasajera o significan el principio de una nueva era en la historia de las finanzas.

¿Que son realmente las criptomonedas?

Son monedas digitales representadas por un código encriptado imposible de hackear que se vale de una compleja tecnología informática llamada blockchain para dar fe de las operaciones que se hacen con ellas. Aquí no hay bancos que fiscalicen las transacciones y ni siquiera la moneda que usamos depende de un estado o una entidad financiera central.

Cada vez que traspasamos un bitcoin, es todo el sistema de ordenadores de la red de la criptomoneda quien atestigua que hemos hecho la transferencia. Aunque llevan el término moneda (coin) incrustado en el nombre, se suelen usar como inversión financiera, no para comprar en las tiendas. Forman una suerte de bolsa de valores paralela en la que cada moneda sube y baja de precio en función de la demanda.

¿Cuántas hay?

En los últimos años se ha disparado el número de criptodivisas hasta alcanzar las 19.415 que existen actualmente. Llegaron a acaparar 2,5 billones de dólares, pero su valoración actual apenas supera del billón. Entre ellas, el Bitcoin hace las veces de patrón-oro: fue la primera en nacer, acapara el 40% del capital invertido en estas monedas y su volumen total, como el oro, es finito: solo podrá haber 21 millones de bitcoins y ya se han puesto en circulación 19 millones de unidades.

¿Quién está detrás?

Algunas monedas virtuales tienen padre conocido y de otras se ignora a la persona o grupo que hay detrás. Pero, en su corta vida –el primer bitcoin se lanzó en 2009–, el negocio cripto ha consolidado una selecta aristocracia formada por ingenieros informáticos, economistas y estrellas del espectáculo que ponen rostro a este impersonal sector.

En esa orla de criptocelebrities hay personajes como Vitálik Buterin, creador de Ethereum; Charlie Lee, inventor de Litecoin, y Changpeng Zhao, fundador del portal de compraventa de criptos Binance y uno de los 20 hombres más ricos del mundo. Pero también han colaborado al éxito de este negocio los millonarios de postín que invirtieron sus fortunas en ellas, como el cofundador de Twitter Jack Dorsey, el actor Ashton Kutcher, el empresario Elon Musk y el futbolista Lionel Messi, que ha llegado a cobrar parte de su sueldo del PSG en moneda virtual.

¿Cómo funcionan?

Su base y razón de ser es la tecnología blockchain (cadena de bloques), que es como un gigantesco libro de contabilidad donde queda registrado, en forma de bloques de información, toda la actividad que se lleva a cabo con cada moneda y guarda una copia en una red de ordenadores repartidos por el mundo.

Cuando compramos una cripto, en realidad adquirimos una anotación en esa base de datos. Al estar compartida, la información no puede ser pirateada, porque la propia red detectaría el intento de hackeo. Aquí reside el secreto de su seguridad. Aunque los datos están encriptados, la huella digital que generan permite seguir el curso del dinero en todo momento.

¿Cómo se fabrican?

El proceso de elaboración de criptomonedas se llama minería, pero aquí no se usan picos y palas, sino potentes ordenadores, y lo que se obtiene no es mineral, sino datos encriptados.

Cada 10 minutos, la cadena de bloques de toda la red de blockchain genera un nuevo bloque cifrado con los datos de las transacciones que se han ejecutado en ese tiempo. Los ordenadores de los mineros compiten entre ellos para analizarlos y validarlos mediante sofisticadas operaciones. El que logra resolver antes ese acertijo matemático recibe como premio nuevas criptomonedas, que de esta forma se ponen en circulación. Resumiendo: los mineros crean nuevas criptomonedas como pago por haber certificado la validez criptográfica de todo el sistema.

¿Las cripto contaminan?

Sí, y mucho. Más allá del hándicap tecnológico y financiero, el tendón de Aquiles de este sofisticado sistema también es energético y medioambiental. La cantidad de electricidad que requieren las computadoras encargadas de minar criptomonedas supera a la de la producción de marihuana bajo techo. Si Bitcoin fuera un país, su consumo de energía superaría al de Noruega.

Se estima que la minería de criptomonedas multiplica por 20 la huella de carbono que genera la contaminante minería de oro. En los últimos años se han lanzado nuevas criptomonedas que consumen menos energía. Según los expertos, el futuro de las cripto también depende de que estas fórmulas salgan adelante.

¿Cómo se entra en este negocio?

La forma más sencilla y habitual consiste en adquirirlas en alguna de las plataformas de compraventa que existen, como Binance, Coinbase, Kraken o Localbitcoin. La firma alicantina Bit2Me se convirtió en febrero en el primer exchange reconocido por el Banco de España para operar en nuestro país. Se guardan en un monedero virtual (wallet) al que solo puede acceder el usuario con su clave encriptada. Si la pierde o la olvida, no podrá usarlas.

También se pueden comprar en algún local o cajero especializado en venta de criptos. En España ya hay más de 100 puntos de venta de bitcoin.

¿Qué se puede comprar con ellas?

Aunque se llaman monedas, de momento no las admiten en el súper ni en el bar de la esquina al pasar por caja, pero cada vez hay más negocios que permiten el pago en bitcoins. La web coinmap.org facilita localizar algunos de estos locales a vista de mapa.

Su utilización comercial es más frecuente en internet, donde ya es posible reservar viajes, pedir comida preparada o comprar ordenadores desde nuestra cartera de bitcoin. Wikipedia, Greenpeace y Save the Children admiten donaciones en bitcoins.

El uso práctico más habitual de las criptomonedas se da en el sector financiero. Por ejemplo, para enviar remesas de dinero a otro país evitando comisiones. En Estados Unidos han empezado a ofertarse criptohipotecas que se pagan en bitcoin.

¿Cuándo se gana (o pierde) dinero?

A efectos de riqueza contante y sonante, las criptos son como un activo bursátil más: ganamos dinero cuando las vendemos más caras que como las compramos y lo perdemos en la situación contraria.

Las fuertes presiones especulativas que se han cernido sobre ellas en estos años explican las asombrosas fortunas que han generado, pero también las ruinas en las que se han visto sumidos algunos inversores despistados en momentos de quiebra como el criptocrash actual.

¿Y todo esto es legal?

A día de hoy, el ecosistema cripto sigue desprendiendo el aroma del lejano Oeste que atraía a buscadores de oro ajenos a cualquier limitación. Sin embargo, en los últimos años muchos gobiernos han tomado iniciativas para tratar de regularlas. El marco legal oscila entre la prohibición que rige en China – comerciar con ellas está penado con 10 años de cárcel–, a El Salvador, cuyo presidente, Nayib Bukele, decidió en septiembre de 2021 convertir el bitcoin en moneda nacional y hoy orilla el crash.

En la zona euro entrará pronto en vigor un reglamento que obligará a hacer pública la identidad de los usuarios para evitar el blanqueo de capital. En España, la declaración de la Renta lleva por primera vez una casilla para declarar las ganancias generadas en criptomoneda.

¿Cuáles son sus riesgos?

Aparte del peligro de realizar inversiones ruinosas por la volatilidad de su cotización, a las criptomonedas las persigue la sombra de la sospecha por ser un sistema susceptible de ser utilizado por el crimen organizado para mover dinero de forma opaca. Las transacciones son rastreables, pero muchas monedas permiten el anonimato.

Con todo, el mayor riesgo que entraña esta figura financiera se encarna en los cuadros de adicción que manifiestan algunos de sus usuarios más compulsivos y en las comunidades de tinte sectario que han empezado a formarse en los últimos tiempos con la promesa del enriquecimiento rápido como banderín de enganche, como la que reunió recientemente a 9.000 veinteañeros en el Palau Olimpic de Badalona.

¿Burbuja o futuro financiero?

“Cuando superen una recesión, me las creeré. Mientras, seguiré pensando que son como jugar al Monopoli con billetes digitales y dinero de verdad”, opina el analista financiero Juan Ignacio Crespo, quien explica el éxito del que han disfrutado por el exceso de liquidez que hay en el mercado. “Ese dinero entró en las cripto como antes había entrado en los fondos tóxicos”, compara.

Las reservas de los contrarios a las criptomonedas contrastan con el fervor que ponen sus partidarios a la hora de defenderlas. Para Peter Thiel, cofundador de PayPal, son un “movimiento juvenil revolucionario” y Jack Dorsey, cofundador de Twitter, está convencido de que el bitcoin “traerá la paz mundial”. En opinión de Ismael Santiago Moreno, profesor de Economía Financiera de la Universidad de Sevilla, aún no hemos visto la verdadera dimensión de las criptomonedas. “Asistimos al inicio de un nuevo orden financiero mundial”, augura el experto. El tiempo dirá quién tiene razón y si el premio hay que dárselo en euros o bitcoin.

¿A quién no le interesa que vayan bien las criptomonedas?

En las últimas semanas el mercado cripto vive inmerso en un desplome que ya se ha comparado a la caída de Lehman Brothers que en 2008 precipitó la crisis financiera global. Con la luces de warning, cada vez hay más voces que alertan de sus riesgos económicos y sociales.

Si el tecnomagnate Elon Musk se ha erigido en una de sus voces más favorables, su némesis es el inversor Warren Buffet, quien, a sus 92 años, reniega de estos activos que, según dice, “no producen ni aportan nada”. “Si me ofreces todo el Bitcoin del mundo por 25 dólares no lo aceptaría porque ¿qué haría con él?”, dijo en abril.

El sueño originario de las criptomonedas es ser una alternativa al dinero tradicional, permitiendo el pago entre dos partes sin intermediarios como las instituciones financieras, algo posible gracias al blockchain. Hay quienes ven en esa promesa tecnolibertaria la voluntad de hacer avanzar una agenda política que debilite la capacidad del Estado para controlar la recaudación de impuestos. Sin embargo, ese objetivo es aún utópico. “Las criptodivisas nacen como contrapunto al poder de los bancos centrales (...), pero el sector sabe que no se usarán hasta que se regulen”, apunta el doctor en Telecomunicaciones José Luis Muñoz, director del Máster en Blockchain de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC). La dificultad para usarlas como vía de pago hace que su principal uso sea como activos de inversión para hacer dinero y especular.

Uno de los motivos del rechazo de las criptomonedas es su volatilidad. El valor del dinero –sea físico o digital– se basa en un consenso social. Cuando intercambiamos una moneda de un euro por una barra de pan, lo que le da valor a la moneda es la confianza de los usuarios en ella, respaldada por gobiernos, autoridades monetarias e inversores. La de las criptomonedas es una fe ciega sin una red que pare los golpes.

Además de su creciente expectación, el valor de las criptomonedas emana de dos promesas: su escasez –Bitcoin está limitada en 21 millones de unidades– y su sistema descentralizado. Ya en 2013, el premio Nobel de Economía Paul Krugman mostraba su escepticismo: “El dinero debe ser tanto un medio de intercambio como un depósito de valor razonablemente estable. Y sigue sin estar claro por qué Bitcoin debería serlo”. Tras alcanzar su pico histórico en noviembre, su valor se ha desplomado más de un 50% desde entonces. Con más de 10.120 activos en circulación, el mercado de las criptodivisas se encuentra en plena sangría.

Ese sistema descentralizado significa que las criptomonedas operan en un entorno falto de leyes, bancos centrales y autoridades fiscales. Un salvaje oeste donde la fiebre por el oro es digital. Es en este entorno que han proliferado todo tipo de robos y estafas. Los delitos con criptomonedas se dispararon un 79% el año pasado hasta mover más de 14.000 millones de dólares, un aumento en paralelo a su creciente adopción. Sin regulación, las víctimas de esos fraudes están desprotegidas.

Otros han señalado que, sin supervisión, las criptomonedas atraen a los grupos criminales porque facilitan el anonimato, el blanqueamiento de capitales y la elusión de impuestos. Eso es lo que ha hecho que gobiernos como China, Turquía o Colombia hayan prohibido su uso. Otros países, como EEUU o los miembros de la UE, han optado por potenciar esta tecnología bajo un paraguas de regulación.

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