Crónicas de la ciudad

El barrio de La Isla luce su historia en calle Ferrocarril

En el cruce de la calle Ferrocarril con la calle Edward Elgar una glorieta recuerda la chimenea de la Fundición Ramírez y Pedrosa y al histórico barrio de La Isla

La chimenea de la fundición de 1916, con el nombre del barrio de La Isla al pie.

La chimenea de la fundición de 1916, con el nombre del barrio de La Isla al pie. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Encajonado como estaba el barrio entre las tapias de tantas fábricas, a ese grupo de casas le llamaron La Isla, en el arranque de la Carretera de Cádiz y junto a la estación de tren. De hecho, entre los primeros vecinos de esta barriada de casas mata había muchos ferroviarios pero también trabajadores de las fábricas vecinas como la Harinera San Simón, la Aceitera de Enrique Van Dulken o los Óxidos Rojos.

Es curioso cómo este histórico barrio de Málaga cuenta con su nombre en la estación de metro más próxima pero no aparece en la delimitación municipal de los barrios de nuestra ciudad.

Quizás para compensar este lapsus, el Ayuntamiento ha colocado el clásico letrero con las letras que forman el nombre de La Isla. Y lo ha hecho en la intersección de la calle Edward Elgar con calle Ferrocarril, en la pequeña glorieta en la que se conserva la chimenea de la Fundición Ramírez y Pedrosa, que se encontraba en esta última calle, muy cerca de donde está la glorieta. 

La chimenea es una de las que fueron preservadas gracias al tesón de la Asociación en Defensa de las Chimeneas y el Patrimonio Industrial de Málaga, en los años bravíos del auge de la construcción y las demoliciones poco meditadas. 

Este colectivo colocó en la chimenea un panel informativo de cerámica que nos informa de que procede de la Fundición Ramírez y Pedrosa, fundada en 1916 por Cayetano Ramírez y Rafael Pedrosa. Los dos trabajaban de maestros en la famosa fundición perchelera de Tomás Trigueros, que abrió en 1840 en la actual calle Plaza de Toros Vieja, aunque luego amplió instalaciones en la playa de San Andrés y no cerró hasta 1920, aproximadamente.

Es de suponer que en los últimos años de esta fundición, los dos maestros decidieran volar por libre y montar su negocio, que se especializó en fabricar equipos completos para aceiteras y lagares.

En 1928, tras morir Pedrosa, se queda al frente Cayetano Ramírez, que se especializa entonces en la forja y en la construcción y reparación de calderas, aunque luego volvió a fabricar máquinas para las aceiteras.

No fue hasta 1998, cuando murió el nieto del fundador, que la fundición cerró para siempre. La chimenea da testimonio de esta fábrica y a su vez del pasado fabril de La Isla, que sigue teniendo su ‘ágora’ de barrio en la cercana plaza de Garci-Tello, conocida en el pasado como la plaza de la Vega.

En cuanto a la glorieta, vallada y pulcra, está acompañada por dos columnas de hierro forjado que parecen sujetar las nubes.

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