Málaga
La ansiada bendición de las aguas de la Virgen del Carmen después de dos años
Las procesiones de El Palo y Pedregalejo llenan las calles de marengos y mueven a cientos de feligreses
Ana Barranco
La Virgen del Carmen procesiona por las barriadas de Pedregalejo y El Palo después de dos años de pandemia. La calor no es obstáculo para acompañar a la virgen en su camino hacia el Mediterráneo, menos aún en estos tiempos de corren, en los que todo tipo de dificultades hacen a uno tenga una mayor necesidad de aferrarse a algo como la fe. "Viva la Reina del Palo", grita una voz agua pero llena de poderío.
La hermandad, que cumple 30 años, inunda el carril de la Milagrosa de fajines rojos, pantalones azules y camisas blancas. No pueden faltar las alpargatas de esparto ni tampoco un pequeño ramillete de claveles blancos a la orilla del pelo de una mayoría de mujeres. Mujeres que, también en su mayoría, lucen cabelleras morenas recogidas en una trenza que roza incluso la cintura.
A más de uno le entran ganas de cantar aquello de "marenga te vi de bailar, llevando descalzos los pies, tus manos parecían volar como las aves del edén", que tan bien recitaba el malagueño Pablo Alborán, pero lo único que se escucha, además del tambor que marca el ritmo de la marcha, es "a eurito las pulseritas de la Virgen del Carmen". El cortejo, que se alarga sin ver siquiera aún la imagen de la Virgen, demuestra que la devoción por mantener la tradición marinera está más viva que nunca.
La Virgen del Carmen se hace de rogar pero llega; una figura sencilla, que inspira una tremenda paz y que se alza sobre un trono de un dorado apagado con pinturas marineras. Mientras que a ella aún le queda un largo camino hasta llegar al Tintero y pasear por una de las calitas, El Carmen de El Perchel ya se acerca a su jábega.
Las hermanas de su cofradía llevan jazmines, en vez de claveles decorando su cabello. Eso si. Los pantalones "arremangados" no faltan. La moda que parecía tan de ahora tenía que venir de algún sitio y no precisamente de las pasarelas. Todo era una copia, cara o barata, según cuál fuera tu tienda de confianza, del traje de marengo.
"María, le están bailando". Desde el alrededor de la jábega se asoman mantones y se oyen castañuelas, y poco después arrancan las notas de un oboe al son de una melodía muy familiar, a cargo de la Asociación Músico-Cultural Nuestra Señora de la Paz. Es entonces cuando se crea una escena mítica que hacía dos años que no se recreaba. La imagen de la Virgen, ataviada con manto blanco e hilo dorado, y al otro lado los bañadores en una playa repleta de turistas y locales.
Llega el momento de subirla a la barca y preparar los remos. La Virgen ya bendice, por fin, las aguas de Málaga. ¡Ya podemos bañarnos sin susto ninguno!, grita una voz femenina madura desde el fondo.
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