Rayos e imprudencias, principales causas de los incendios forestales

Las tormentas secas, típicas de las olas de calor, favorecen la rápida expansión de las llamas

Una imagen del incendio de la sierra de Mijas.

Una imagen del incendio de la sierra de Mijas. / DANIEL PÉREZ/EFE

Agencias

España ha sufrido en lo que va de año medio centenar de grandes incendios forestales, aquellos que superan las 500 hectáreas (como los de Sierra Bermeja y Mijas), la mayoría debido a rayos caídos durante tormentas secas y, en menor medida, consecuencia de la actuación humana, tanto por imprudencia como intencionada. Las tormentas secas son típicas de las olas de calor, aunque no se producen exclusivamente durante éstas, y se caracterizan por la ausencia de precipitaciones debido a que el agua que se condensa en las capas medias y altas se evapora antes de llegar al suelo por el calor acumulado en las capas bajas de la atmósfera, según fuentes de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).

Los rayos, principal causa natural de incendios, se generan porque las gotas de agua rozan entre ellas y se van cargando de electricidad estática mientras caen. Estas tormentas suelen ir acompañadas de mucho viento y pueden provocar «reventones de calor» y pirocúmulos, que complican las labores de extinción, así como «rayos latentes» que, por ejemplo, quedan atrapados en un árbol y generan un incendio pasadas 24 horas. Unidas a la sequedad de la vegetación, tanto pastos como matorrales y árboles, por la situación de sequía que atraviesa el país desde enero, estarían siendo el caldo de cultivo de una de las peores olas de incendios de la historia del país. Así, un rayo caído durante una tormenta fue el causante del incendio de Losacio (Zamora), el más grave en lo que va de año, con tres fallecidos y unas 31.470 hectáreas forestales arrasadas.

El de Riofrío de Aliste, también en Zamora y que afectó a la Sierra de la Culebra, calcinó 24.738 hectáreas en junio tras la caída de un rayo en la zona. Otros fuegos de grandes dimensiones registrados en Castilla y León, el de Monsagro (Salamanca), en el que ardieron 8.622 hectáreas; y el de Boca de Huérgano (León), con 1.100 hectáreas, también tuvieron su origen en rayos.

Por contra, el de Quintanilla de Coco (2.500 hectáreas), en Burgos, se debió, presuntamente, a la imprudencia cometida por un agricultor al usar una cosechadora en horario no permitido.

En la comunidad valenciana se han registrado tres fuegos de grandes dimensiones en Bejís (19.000 hectáreas), Vall d’Ebo (11.300) y Les Useres (800), y en los tres, el desencadenante fue un rayo.

En Andalucía, en junio, un incendio en el Paraje de la Resinera, en Mijas, afectó a unas 5.000 hectáreas y, según las primeras investigaciones, se originó accidentalmente durante unas tareas de mantenimiento con maquinaria pesada en una finca.