Crónicas de la ciudad

Reforma ‘sonada’ para la plaza de San Pedro Alcántara

Ya están en marcha las polémicas obras de remodelación de las plazas del Teatro y de San Pedro Alcántara, que han recibido duras críticas de los vecinos del Centro

Obras en la plaza San Pedro Alcántara, esta semana.

Obras en la plaza San Pedro Alcántara, esta semana. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

En el sinuoso mundo de la administración pública española, no hay mejor manera de quitarse de encima una queja argumentada que contestando con la más brumosa de las maneras y aquí paz y después gloria.

Lo pudo constatar la Asociación de Vecinos Centro Antiguo, cuando el año pasado enviaron ocho páginas de propuestas de mejora del proyecto de remodelación de la plaza de San Pedro Alcántara y la plazuela del Teatro. Los técnicos de la Gerencia de Urbanismo respondieron en abril de 2021 admitiendo algunos cambios cosméticos, como forrar con fieltro los instrumentos de una futura zona de juegos musicales, pero con respecto a la pega principal, el excesivo número de bancos que iban a endosar a estos dos pequeños espacios, los responsables del proyecto no cambiaron una coma con una argumentación bastante más parca que la que emplearía Demóstenes: justificaron su postura en que esas propuestas vecinales eran «contradictorias con los objetivos que quieren conseguirse con la configuración de la plaza propuesta». 

Aparte de que los vecinos esperaban un mayor esfuerzo intelectual a la hora de responder a lo que consideraban el mayor problema de la reforma, lo más contradictorio sin duda es que esta obra, costeada en un 80 por ciento con fondos europeos, es muy probable que cree un problema donde antes no lo había y ponga su granito de arena en empeorar la calidad de vida de los vecinos del Centro.

Los sufridos vecinos del Centro Histórico no son pájaros de mal agüero sino personas con muchos años de experiencia acerca del uso del espacio público en el casco antiguo de Málaga y en este caso apenas se les ha tenido en cuenta, quizás porque contradicen los objetivos que se quieren conseguir. 

Para una obra tan subvencionada por la Unión Europea los vecinos esperaban más participación y debate pero se han topado con el muro burocrático de siempre, con expertos que difícilmente conocerán mejor lo que estas plazas necesitan que quienes viven a su alrededor. 

Que dos espacios tan pequeños se llenen de bancos corridos e individuales, cuando en 100 metros a la redonda hay un mínimo de seis discotecas y doce bares, además de un kebab con permiso 24 horas, no es jugar con fuego sino con decibelios. Si a esta poco meditada propuesta le sumamos el parque infantil musical, por mucho fieltro que tenga seguramente a los vecinos del entorno les esperen muchas noches toledanas. 

Ojalá que el firmante se equivoque pero puede que esta sea una reforma muy sonada.