Cerebros de la UMA

"Tenemos que actuar en prevención y evitar que la alga asiática se disperse y colonice nuevos sitios"

El proyecto sobre el alga asiática liderado por María Altamirano ha logrado detectar qué espacios marinos tienen más «favorabilidad» para esta especie y que el verano es la época con más riesgo

María Altamirano, investigadora del alga asiática en la UMA

María Altamirano, investigadora del alga asiática en la UMA / JESUS ROSAS

Paula Lima

Su expansión es rápida y tiene un impacto medioambiental y socioeconómico tan importante que ha obligado al Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico a redactar una Estrategia de gestión, control y posible erradicación. El alga parda Rugulopteryx okamurae, conocida como alga asiática por su origen, supone un problema de primer orden que la comunidad científica tiene entre sus prioridades. No solo está incluida en el Real Decreto 630/2013 de la legislación española, sino que también la Unión Europea la ha catalogado como una especie de especial preocupación. La Universidad de Málaga y la Fundación Biodiversidad han liderado el ‘Proyecto RUGULOPTERYX’ para avanzar en la prevención y el control de la expansión de esta especie y han obtenido notables resultados.

Uno de los principales ha sido la detección de varios espacios marinos protegidos con una «alta favorabilidad» para esta especie, además de la determinación del verano como el momento de «mayor invasividad».

Así lo explica la profesora del departamento de Botánica y Fisiología Vegetal de la UMA María Altamirano, que subraya la importancia de identificar con antelación qué espacios del litoral español son favorables para la especie, con el fin «de que si hay medios para evitar esa llegada se centren en ellos».

Igualmente, si se identifica «cuáles son los momentos en los que la especie está más agresiva», se puede actuar para minimizar su capacidad de dispersión.

Resultados de dos años de investigación

Los resultados del ‘Proyecto RUGULOPTERYX’, que se ha extendido durante dos años, se han expuesto este mes en una jornada de transferencia en la Facultad de Ciencias de la UMA con el objetivo de aportar a las administraciones competentes las herramientas para actuar. 

No obstante, la investigadora hace hincapié en que la rapidez con que el alga asiática se está extendiendo, desde que se detectara por primera vez en 2016, ha hecho que deje de ser un problema «exclusivamente español y se ha convertido en un problema europeo». Además de «barrer prácticamente toda la costa andaluza, principalmente la mediterránea y parte de la costa de Cádiz», el alga asiática también se encuentra en la costa mediterránea francesa y en la portuguesa, en las Canarias e incluso en la costa marroquí. El último punto donde se ha registrado ha sido en la Comunidad de Murcia, según las investigaciones de este grupo de la UMA.

«Los modelos predictivos de distribución que realizamos y que se presentaron en la jornada muestran que todo nuestro Levante español es altamente favorable para la especie, como buena parte del Mediterráneo europeo y norteafricano», explica María Altamirano. 

En Málaga, se ha detectado principalmente en la costa Occidental, sobre todo en Marbella y Estepona, pero también en Mijas y Fuengirola, apunta.

En todos estos lugares el alga asiática ya es una realidad que no se puede eliminar pero sí frenar su expansión. «En aquellos sitios donde una especie invasora se encuentra muy asentada es imposible su erradicación», lo único que se puede hacer es evitar que se siga expandiendo. 

Ejemplo del Covid

A la pregunta de cómo se puede controlar que este alga no llegue a nuevas zonas, la científica habla de prevención y pone como ejemplo la estrategia frente a la Covid

«Cuando se comenzó a trabajar en prevención se consiguió frenar la Covid. No porque empezamos a curar a enfermos, sino porque evitamos que las personas enfermaran. Con las especies invasoras ocurre lo mismo», señala Altamarino. 

Para ello, la investigación se ha centrado en identificar varios vectores, por ejemplo cómo se mueve esta especie desde su área nativa, la costa asiática, hasta el Estrecho de Gibraltar. Un fenómeno asociado a las propias corrientes marinas, pero también a la actividad humana, como en el caso de la pesca. 

Así, es importante desarrollar protocolos de desinfección para conocer cómo actuar ante la recogida inesperada de alga asiática. Cuando un pescador lanza su arte de pesca al mar e involuntariamente recoge grandes cantidades debe limpiarla antes de arrojarla de nuevo, lo que favorece la desinfección. «Con el Covid no compartimos la mascarilla porque si no lo estaríamos dispersando, es la misma filosofía», añade la investigadora.

Alga asiática.

Alga asiática. / La Opinión

Problema para el sector pesquero

El impacto socioeconómico que sufre el sector pesquero del litoral español «es muy serio», pues está valorado en millones de euros.  En algunos casos, han recogido tanta biomasa de Rugulopteryx que no han podido elevar la red al barco y se han visto obligados a perderla, si no comprometía la seguridad de la embarcación. «Estamos hablando de artes de pesca que cuestan 3.000 o 4.000 euros. Por otro lado, si consiguen izarla, tienen que limpiarla durante una semana antes de volver a usarla», señala María Altamirano.

Los pescadores pueden llegar a perder hasta un 50% de sus capturas en más de 13 especies si se cruzan con el alga asiática.

La científica indica que a pesar de que la Junta de Andalucía concede compensaciones económicas a los pesqueros, no son suficientes y añade que se debe trabajar en la mitigación del impacto que sufre el sector, ayudar a los ayuntamientos en la gestión de esa biomasa «y, por supuesto, trabajar intensamente en la conservación del medio marino», concluye María Altamirano.

La UMA participa en el descubrimiento de un bosque submarino de quelpos tropicales en las Islas Galápagos

La investigadora María Altamirano también forma parte del equipo científico que colabora con el proyecto 'Montes Submarinos' que, liderado por la Fundación Charles Darwin (FCD), ha descubierto un extenso bosque de algas tipo quelpo en la cumbre de una montaña submarina, en torno a 50 metros de profundidad, en el sur del archipiélago de las Islas Galápagos. La relevancia de esta investigación, que ha sido publicada en la revista Marine Biology, es el registro de una nueva especie de quelpo para la región e, incluso, probablemente para la ciencia, ha indicado la UMA en un comunicado.

Así, con este trabajo se ha desvelado y descrito las características ecológicas de este nuevo ecosistema. Para su desarrollo se ha contado también con la colaboración de la Dirección del Parque Nacional Galápagos y National Geographic.

Los quelpos son algas pardas, famosas por alcanzar tamaños muy grandes, y que, en altas densidades, forman bosques marinos. Similares a los arrecifes de coral y los manglares, estos bosques son muy importantes para el mantenimiento de la biodiversidad marina, ya que ofrecen protección y alimento a muchas especies.

Como los quelpos son especies de aguas frías, la mayoría de estos bosques se encuentran exclusivamente en regiones templado-frías o polares, y en zonas costeras, poco profundas, por su necesidad permanente de luz. Sin embargo, este bosque de quelpos en la Reserva Marina de Galápagos está situado en una región tropical y alejado de zonas costeras.

"Es la primera vez que se documenta un bosque de quelpos tan extenso y denso en esta zona de Galápagos y a estas profundidades, ya que lo que hemos encontrado parece muy diferente de la especie de alga Eisenia galapagensis, descubierta en este lugar en 1934", ha explicado la científica de la FDC y líder del estudio, Salomé Buglass, que ha añadido que, además, tienen casi el doble de tamaño.