Mirando atrás

Ascensión Gómez: un ángel pasó por El Palo

El pasado diciembre el Ayuntamiento, por iniciativa vecinal, dedicó una plaza en los Jardines de Alberto Suárez ‘Pipi’ a Ascensión Gómez (1921-2009), antigua religiosa salmantina que trabajó desde 1973 por los más desfavorecidos del Palo y por todo tipo de mejoras en el barrio

Una sonriente Ascensión Gómez celebra con los vecinos del Palo su 80 cumpleaños en la primavera de 2001.

Una sonriente Ascensión Gómez celebra con los vecinos del Palo su 80 cumpleaños en la primavera de 2001. / Archivo AV El Palo

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Si una vieja película española aseguraba que ‘Un ángel pasó por Brooklyn’, en Málaga un auténtico ángel pasó por El Palo y trabajó, de forma discreta y durante largos años por los que menos tuvieron, por la justicia social y la mejora de la calidad de vida en el barrio.

Se llamaba Ascensión Gómez Sánchez, falleció en 2009 y el pasado 17 de diciembre, por iniciativa de amigos y de la Asociación de Vecinos del Palo, el Distrito de Málaga Este le dedicó una plaza dentro de los Jardines de Alberto Suárez ‘Pipi’, en Playa Virginia.

Homenaje a Ascensión Gómez, el pasado 17 de diciembre en Playa Virginia.

Homenaje a Ascensión Gómez, el pasado 17 de diciembre en Playa Virginia con representantes políticos, amigos, vecinos y familiares.. / Archivo AV El Palo

Según informaba su DNI, había nacido el 14 de mayo de 1921 en La Fuente de San Esteban (Salamanca) aunque es posible que viviera con posterioridad en el pueblo vecino de El Cubo de Don Sancho. Su familia se dedicaba al campo y según cuenta su sobrina Pilar, por teléfono desde Cáceres, los padres de su tía murieron jóvenes.

La joven Ascensión trabajó entonces limpiando casas en su tierra, probablemente en Salamanca capital y con el paso del tiempo sintió una intensa vocación religiosa e ingresó en un convento de la congregación de las hermanas maristas, una orden de origen francés fundada en el primer tercio del XIX.

Ascensión Gómez, sentada en el centro con hermanas maristas y detrás, la Catedral de Salamanca.

Ascensión Gómez, sentada en el centro con hermanas maristas y detrás, la Catedral de Salamanca. / Archivo familiar

Según aventuran los vecinos del Palo que la conocieron, pues era una persona muy discreta, al parecer Ascensión estuvo al frente de la cocina conventual, pero pronto se vio que no encajaba. Esto comentaba de sus años de monja en unas declaraciones a la revista vecinal del Palo ‘El Copo’, en 1986: «En el convento no se entendía que las novicias debían tener libertad, vivir con la gente, aprender un oficio, trabaja, dar testimonio entre los seglares del amor a Dios».

Por este motivo, esta religiosa que, como otras hermanas, se ceñía cilicios al cuerpo como penitencia, decidió salirse de la congregación y dar testimonio de Dios, ya como simple seglar, entre los más necesitados.

En sus inicios en El Palo, en las casas próximas a la playa y el merendero Casa Pedro.

En sus inicios en El Palo, en las casas próximas a la playa y el merendero Casa Pedro. / Archivo familiar

Llegada a El Palo

Y así fue como en 1973 llegó al barrio de pescadores del Palo. Para Carmela Serrán, que fue su vecina, el decidirse por la ciudad de Málaga tuvo que ver con sus problemas de falta de yodo. «Seguramente un médico le aconsejó que se marchara a un sitio próximo al mar», explica.

Por ese tiempo, 1973, se concluía la parroquia de San Juan de la Cruz, la iglesia chica del barrio y según explican los vecinos, parece que fue el primer párroco, Juan Toro, quien le ayudó para que consiguiera un empleo en la fábrica de Ceregumil, donde trabajó hasta su jubilación e incluso por un periodo de tiempo fue representante sindical. 

Ascensión Gómez, en un homenaje vecinal.

Ascensión Gómez, en un homenaje vecinal. / Archivo AV El Palo

La antigua religiosa comenzó alquilando un piso en calle Mar. «Ella decía que había venido a ‘fundar’», recuerda Juan Jesús Martín, de la asociación de vecinos. Y lo que fundó esta cristiana de base fue un ‘convento’ abierto al barrio, simbolizado en ese piso de la calle Mar, en el que cualquier persona con necesidades podía encontrar cobijo.

Hacia 1974 llega el siguiente párroco, Miguel León, que acentúa el movimiento de los cristianos de base, el vivir junto a los pobres, del que Ascensión es un buen ejemplo. Al mismo tiempo, la antigua monja ingresa en la HOAC (Hermandad de Obreros de Acción Católica) y poco después en la recién nacida Asociación de Vecinos del Palo.

Movimientos populares

«Su piso lo ofrecía a parejas, a chicas que estaban trabajando... su casa siempre estaba abierta y llena de gente, aparte de que ella tenía su relación con la parroquia, con la HOAC y con un movimiento popular que empieza a desarrollarse, en el que estaban implicados la Iglesia y los partidos políticos», resume Miguel López Castro, pareja de Carmela Serrán y vecino de Ascensión.

«Era tremendamente generosa; lo poquito que tenía lo daba», remarca Paco Leal, de la asociación de vecinos. Paco recuerda una preciosa anécdota, la de una chica que vivía en el último corralón del Palo, que entonces salía con un joven con un nivel económico mayor: «La niña venía en autobús y para que el novio no viera que vivía en el corralón, se subía al piso de Ascensión, como si viviera allí».

La antigua religiosa, con su perrita, regalo de Paco Leal.

La antigua religiosa, con su perrita, regalo de Paco Leal. / Archivo AV El Palo

Con el tiempo, cuando Miguel León montó una cooperativa, inicialmente para albergar en un bloque a los vecinos de ese corralón, Ascensión Gómez se compró un piso en él. El bloque estaba en Las Cuevas del Palo, otro lugar predilecto de la antigua religiosa. «Se implicó mucho en Las Cuevas. Por las tardes hablábamos mucho con ella, se sentaba en una escalerilla para hablar con los pobres y terminaban merendando en su casa; siempre llevaba caramelos en los bolsillos», recuerda Antonio Triguero ‘el Fideo’, que además es el autor del soporte artístico de hierro en el que descansa el panel de cerámica en homenaje a Ascensión.

Panel de cerámica de Alfajar, con un soporte artístico de hierro realizado por Antonio ‘el Fideo’ y con un código QR para conocer la historia de Ascensión.

Panel de cerámica de Alfajar, con un soporte artístico de hierro realizado por Antonio ‘el Fideo’ y con un código QR para conocer la historia de Ascensión. / A.V.

Miguel López Castro también subraya rasgos muy llamativos de su forma de ser como su alegría, humildad, locuacidad y falta de complejos, pues era una persona «que un día podía vestir como una religiosa y otro con vivos colores incluso ir a la playa en bikini» ya entrada en años.

Lucha continua

Ascensión Gómez, aunque no quería protagonismos, llegó a ser unos años vicepresidenta vecinal del Palo. Inasequible al desaliento, demandó parques, plazas y viviendas dignas para el barrio, denunció el que algunas urbanizaciones de alto nivel no cumplieran la ley al no haber hecho las obligatorias cesiones del suelo, denunció el problema de la droga, pidió mejores condiciones de vida en las casas de la playa, en Las Cuevas, en las Protegidas...

De izquierda a derecha, Antonio Triguero ‘el Fideo’, Juan Jesús Martín, Falele Rodríguez, Paco Leal, Carmela Serrán y Miguel López Castro, en la placa homenaje a Ascensión Gómez en su plaza en los Jardines de Alberto Suárez ‘Pipi’ hace unos días.

De izquierda a derecha, Antonio Triguero ‘el Fideo’, Juan Jesús Martín, Falele Rodríguez, Paco Leal, Carmela Serrán y Miguel López Castro, en la placa homenaje a Ascensión Gómez en su plaza en los Jardines de Alberto Suárez ‘Pipi’ hace unos días. / A.V.

«En lo que hiciera falta allí estaba ella», resume Carmela Serrán, mientras que Antonio ‘el Fideo’ recuerda cómo implicó a los niños de Las Cuevas para repoblar el Monte San Antón tras un incendio en los 80.

En sus últimos años sufrió alzheimer y estuvo arropada por los vecinos. Su familia se hizo cargo de ella y por eso falleció lejos del Palo. Pero sus cenizas, recuerda el dirigente vecinal Falele Rodríguez, descansan en la cima del Monte San Antón. Fue un ‘ángel’ que pasó, luchó y vivió en El Palo, ahora con una plaza en su memoria.

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