Salud

La Junta otorga la discapacidad al joven malagueño encerrado diez años en su habitación

Recibe un 66 por ciento de discapacidad, tras una década de lucha de Carmen, su madre, que señalaba que en la familia había dos casos de esquizofrenia, uno de ellos inicialmente de agorafobia. Carmen agradece la ayuda del delegado de Salud Carlos Bautista y de Afenes

Carmen, esta semana, feliz con el reconocimiento de la discapacidad de su hijo.

Carmen, esta semana, feliz con el reconocimiento de la discapacidad de su hijo. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Ya hay algo de luz en la vida de Carmen, la madre del joven de 33 años que lleva desde los 23 encerrado en la habitación de su casa, en Málaga capital, y que emplea el tiempo jugando a la Play y viendo la televisión.

La Consejería de Inclusión Social y Juventud le ha reconocido a su hijo un 66 por ciento de discapacidad, tras el dictamen del Centro de Valoración y Orientación de Málaga

Esta discapacidad supone que la Junta de Andalucía reconoce finalmente que su hijo tiene un problema de salud, después de que el año pasado la administración autonómica llegara a señalar que parecía estar encerrado en su cuarto por decisión propia.  

Como Carmen recordó, en las dos ramas de su hijo había sendos diagnósticos de esquizofrenia, el segundo de ellos un caso que inicialmente comenzó como agorafobia. Además, el padre del joven, fallecido en 2020 a los 57 años, murió a comienzos de 2020 con un alzheimer severo que empezó a padecer a los 43. 

Carmen siempre defendió que su hijo no estaba encerrado en casa por capricho.

Carmen siempre defendió que su hijo no estaba encerrado en casa por capricho. / Evelyn Herrera

«Esto es genético, qué más quisiera yo que mi hijo se pusiera a trabajar y que pudiera tener algún día pareja e hijos», explicó Carmen esta semana a La Opinión.

 El reconocimiento de esta discapacidad supondrá además que Carmen, que en abril cumplirá 60 años, está en paro y vive con su hijo gracias a una pensión de viudedad de 600 euros (y pagaba 90 de luz), recibirá una ayuda de hijo a cargo de unos 450 euros, lo que les permitirá «comer lo que una persona normal». 

Como recordaba, madre e hijo se alimentaban con arroz, lentejas, pasta y por la noche, de bocadillos, «y hacía de comer lo mismo para cuatro días para no tener que gastar luz». 

Pero además de que mejorará la alimentación de los dos, Carmen tiene la tranquilidad de que, si alguna vez ella falta, «mi hijo tendrá gracias a Dios para comer porque la casa la compré con la herencia de mis padres».

Carmen quiere dar las gracias al delegado de Salud, Carlos Bautista, «a quien le estoy eternamente agradecida» así como los responsables de la Asociación de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (Afenes), «a los que tengo que darles mil gracias» por haber contribuido al reconocimiento de la discapacidad de su hijo, aunque Carmen sigue creyendo en que algún día saldrá de su habitación y el joven podrá rehacer su vida. 

Eso sí, la madre lamentó que hayan tenido que pasar diez años hasta que le han diagnosticado. «A lo mejor, si le hubieran ayudado desde el principio lo mismo habría salido de este bache», lamenta. 

El encierro

Estudiante de Administración de Empresas en la UMA al tiempo que trabajaba para ganarse un sueldo, dejó los estudios tras los primeros suspensos y más tarde, una lesión deportiva de rodilla le obligó a un mes de reposo. Fue el arranque de un encierro de diez años que sólo rompe para el aseo y comer. 

El joven pasa mucho tiempo jugando online a los videojuegos.

El joven pasa mucho tiempo jugando online a los videojuegos. / GREGORIO TORRES

Desde entonces, el joven no abre la puerta ni contesta llamadas por teléfono ni mensajes whatsapp, ha perdido a todas sus amistades y si alguien llama a su madre cuando está con ella, regresa a su cuarto y echa la llave. Ahora, la Junta reconoce que no es un encierro voluntario. 

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