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Ebury refuerza su apuesta por Málaga, desde donde da servicios fintech a más de 12.000 empresas

«El futuro es de los pagos electrónicos; el dinero físico es muy inseguro y quedará como algo casi para coleccionistas», afirma el CTO, Víctor Tuson

El director de tecnología de la compañía fintech Ebury, Víctor Tuson.

El director de tecnología de la compañía fintech Ebury, Víctor Tuson. / L. O.

José Vicente Rodríguez

José Vicente Rodríguez

Ebury, la fintech global especializada en pagos internacionales e intercambio de divisas, ofrece ya servicio a más de 12.000 clientes a nivel global (de los que más de 2.000 son nacionales) desde su centro tecnológico de Málaga, donde está presente desde 2011 con un equipo que alcanza actualmente los 240 profesionales procedentes de 31 nacionalidades. La compañía, que tiene al Banco Santander como accionista mayoritario desde hace tres años, ofrece soluciones financieras para empresas en más de 130 monedas, cubriendo los principales mercados y economías emergentes. Ebury, fundada en 2009 por los ingenieros españoles Salvador García y Juan Lobato, dispone de una red de 32 oficinas en 21 países con más de 1.400 empleados.

El centro de desarrollo de Ebury en Málaga se encarga de todo la operativa tecnológica global relativa al procesamiento de pagos y relaciones con las entidades financieras.

«Tenemos un modelo de negocio donde, al margen de ciertas oficinas locales, los servicios los damos de forma centralizada, y Málaga es la que se encarga de desarrollar la tecnología para todos los clientes del grupo», comenta el director de tecnología (CTO) de Ebury, Víctor Tuson.

El crecimiento de Ebury, que tiene previsto incorporar a entre 30 y 40 empleados en Málaga a medio plazo, ejemplifica la madurez que está alcanzando e segmento fintech, integrado por empresas que utilizan la tecnología para mejorar o automatizar los servicios y procesos financieros.

Un sector en "mayoría de edad"

«El sector fintech está en un momento que podríamos definir como de mayoría de edad. Ya no se trata de algo emergente sino que las empresas que lo formamos somos, en muchos casos, compañías de gran tamaño, con una gran cartera de negocio y clientes fidelizados», afirma.

Una muestra de ello es que este segmento ha establecido en estos últimos años relaciones y sinergias con la banca tradicional, dejando una atrás una fase inicial que fue de cierto recelo. «Hay una tendencia de los bancos, en general, a ver ahora en las fintech más una oportunidad que una competencia de la que protegerse», añade.

Tuson, ingeniero de formación, destaca la posición que ha alcanzado Málaga como polo tecnológico y de atracción de talento. «Está muy bien posicionada en todos los aspectos y acoge a lo largo del año varios encuentros y congresos del ámbito fintech, entre ellos uno que organiza la propia Ebury», recuerda.

A su juicio, Málaga deber seguir invirtiendo de forma decidida en la formación de talento, ya que la demanda de profesionales tecnológicos es ahora mismo inmensa, y no es fácil encontrar todos los perfiles que se necesitan.

«San Francisco o Dublín son otros ejemplos de estas dinámicas: polos tecnológicos con gran nivel de demanda, y donde tienen claro que la oferta de profesionales debe ser igual de fuerte», señala.

IA, «criptos» y dinero físico

En cuanto al futuro del segmento fintech, el responsable tecnológico de Ebury destaca el peso creciente de la Inteligencia Artificial y del conocido sistema ChatGPT. «Son herramientas que permitan mucha flexibilidad y que suponen una mejora en la atención al cliente. Es algo que va a revolucionar la conexión con el usuario, permitiendo además contar con toda la información actualizada, aplicada en nuestro ámbito a elementos como los vehículos de inversión o el cambio de monedas», detalla.

Respecto a las criptomonedas, Tuson afirma que hay gran variedad de productos, algunos de ellos muy volátiles en cuanto a su valor de mercado, y otros que sí ofrecen mayor seguridad en uso y como de vehículo de inversión.

«Vemos un futuro bastante interesante en el mundo ‘cripto’, no necesariamente el bitcoin. Se están sacando muchas criptomonedas que ahora mismo tienen ya equivalente en moneda real (euro o dólar) e incluso también criptomonedas con respaldo de bancos centrales. Todo esto llevará a una digitalización de los pagos internacionales, porque si tienes una ‘cripto’ con respaldo de un banco central dejas atrás toda inseguridad. Y eso mejorará la velocidad y transferencia de estos pagos», opina.

Una cuestión muy de actualidad relacionada con este ámbito es el futuro del dinero físico. Tuson cree su destino puede ser quedar como un recurso muy residual.

«El dinero físico no tiene su futuro asegurado. En realidad, si lo pensamos bien, es lo menos seguro que hay: un billete de 50 euros no lleva tu nombre, se te cae del bolsillo y lo pierdes. Además, un billete es fácil de duplicar para crear dinero falso. El dinero electrónico es algo que interesa mucho a la sociedad para controlar la economía sumergida. Es algo que irá a más», vaticina.

A su juicio, las monedas de metal y billetes de papel quedarán cada vez más arrinconados frente al avance de la tecnología. «Llegará un momento en el que quedará como algo del pasado, sólo para uso en casos muy específicos. Será algo prácticamente para coleccionistas», augura.

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Los planes de Ebury pasan por reforzar aún más estas dependencias, que podrían sumar entre 30 y 40 nuevos empleados en los próximos dos años. Para ello, se apuesta por una doble vertiente: seguir incorporando talento local (sobre todo a través de egresados de la Universidad de Málaga) y atraer a perfiles tecnológicos de alto nivel de otros países (Brasil es unos de los mercados que se peinan, tras adquirir el pasado año la firma carioca Bexs Bank). Se buscan, sobre todo, perfiles de desarrollo de software dirigido a finanzas y especialistas de infraestructura en la nube.