Crónicas de la ciudad

Lucha contra el cambio climático en Segalerva

La pequeña calle Hernán Caballero es un oasis de sombra gracias a una doble hilera de naranjos y a las plantas que aportan los vecinos, entre ellas una mata de jazmín

La calle Hernán Caballero, el pasado martes.

La calle Hernán Caballero, el pasado martes. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

En Málaga contamos con una calle Fernán Caballero en El Limonar, que comunica la calle República Argentina con el arroyo de la Caleta. No se debe confundir con la calle Hernán Caballero, que está en Segalerva.

Como curiosidad, la calle del Limonar homenajea en realidad a la novelista del XIX Cecilia Böhl de Faber, que tuvo que hacer uso de un seudónimo masculino para abrirse paso en el mundo de las letras. 

De Hernán Caballero, sin embargo, el Ayuntamiento no tiene información alguna en su callejero oficial, quizás pudo ser un propietario de la zona (si algún lector tiene datos serán muy bien recibidos). 

Lo curioso es que la calle está rodeada de vías dedicadas a navegantes y descubridores (Vasco de Gama, Colón, Hernán Cortés). Relacionada con estos descubridores, la vecina calle Liberia, que confluye en calle Peinado, se llamaba calle América en un plano de Málaga de 1918, cuando ya aparece construida la calle Hernán Caballero, aunque sin nombre todavía.  

El firmante se detiene hoy en la vía que recuerda al por ahora ‘ignoto’ Hernán Caballero porque se ‘resguardó’ en ella el pasado martes por la tarde, cuando una farmacia de la calle San Juan Bosco informaba de 46 grados de temperatura al sol y en pleno terral.

Como saben, la calle San Juan Bosco bien puede aspirar una vez al año al título de calle más hermosa de España por la maravillosa floración de las bauhinias cada mes de abril. Pero en este ‘verano en expansión’ en el que se está transformando el planeta, la pequeña y modesta calle Hernán Caballero es un auténtico oasis de sombra y refugio de paseantes. 

Otra vista de la sombreada calle.

Otra vista de la sombreada calle. / A.V.

Pese a sus pequeñas dimensiones, es una de las calles de Málaga con más árboles y plantas por habitante. De hecho, está escoltada por unas doble hilera de naranjos muy próximos unos a otros lo que hace que sus copas sean un palio verde continuo por el que se entrevé el cielo azul de agosto. 

Los vecinos han aprovechado para embellecer y enriquecer la calle con macetas y hasta con una enorme mata de jazmín que trepa con ilusión infantil por uno de los naranjos. 

Aquí el terral frena en seco para descender varios grados de golpe. Es el aire acondicionado de la Naturaleza, un mecanismo tan antiguo como el planeta que sin embargo en Málaga no siempre se capta, de ahí la abundancia de caras e inservíbles pérgolas desnudas. La respuesta frente al cambio climático está en calles tan agraciadas como la del 'desconocido' Hernán Caballero.

Suscríbete para seguir leyendo