Crónicas de la ciudad
Islas de basura en la barriada de San Julián
En una variante bastante lamentable de los arcaicos asentamientos fenicios, en San Julián se perpetúan las islas de basura en varios puntos del barrio
Nos recuerda el conocido arqueólogo malagueño Eduardo García Alfonso en su monografía ‘En la orilla de Tartessos. Indígenas y fenicios en tierras malagueñas. Siglos XI-VI a.C.’ que los fenicios se asentaron allá por el siglo VIII antes de Cristo en el islote del Villar en el delta del Guadalhorce, una isla rodeada por entonces de aguazales y marismas.
No fue su primer asentamiento. Según la teoría de este arqueólogo, los primeros fenicios llegaron a estas tierras allá por el siglo IX antes de Cristo y ocuparon otra isla del delta del Guadalhorce, el hoy yacimiento de La Rebanadilla, cerca del aeropuerto.
No es casualidad que entre el Cerro del Villar (el cerro en sí desapareció hace un siglo, cuando se aplanó para plantar caña de azúcar) y el Aeropuerto de Málaga se encuentre la barriada de San Julián de la que hablamos ayer por su frondoso (demasiado) Camino de los Carabineros.
Resulta fascinante que, pese al paso de los siglos, algo de la influencia fenicia del entorno todavía perviva en nuestros días, aunque sea en una iletrada minoría de brutos de última generación.
Porque si los fenicios, parece que procedentes de Tiro, buscaron por estas tierras las islas deltaicas, en San Julián lo que se estila en 2023 son las ‘islas de basura’, agrupaciones de porquería en torno a contenedores, formadas de forma constante por ceporros a prueba de certificado escolar.
Como ayer comentamos, este barrio de Churriana se ha convertido en un paso constante de cabestros al volante que depositan sus deshechos, ya sean cerros de escombros en Arraijanal, conscientes de que la vigilancia escasea tanto como el agua en los pantanos o en forma de muebles, enseres y todo tipo de detritus.
Por descontado, esta agrupación de incívicos no respeta el día de recogida de muebles y los larga cuando les conviene.
El pasado martes, esta sección pudo constatar la paradoja de una de estas islas de basura -al final de calle Rimski Korsakov- recién limpiada por el Ayuntamiento el viernes anterior pero con una costra de suciedad al tratarse de un tramo terrizo, amén de las nuevas aportaciones de los cabestros. Quizás si se hormigonara la zona, la costra desaparecería o al menos, se reduciría.
Otra ‘isla’ nada paradisiaca la tenemos en el Camino de los Carabineros, antes del sendero final de tierra, en la que muebles, electrodomésticos y aceite usado se combinan en el paisaje con escombros.
Haría falta vigilancia, más limpieza, más multas y más educación para cortar esta variante fenicia del despiporre. Suerte.
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