Crónicas de la ciudad

Camino de los Carabineros: la jungla de Sandokán

De nuevo el tramo final de esta calle de San Julián es casi un manglar de los piratas de Mompracem. No estaría mal que el Ayuntamiento sacara las tijeras de podar

La parte más frondosa del Camino de los Carabineros, esta semana.

La parte más frondosa del Camino de los Carabineros, esta semana. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Gracias a Emilio Salgari, los lectores españoles de anteriores generaciones pudieron adentrarse por junglas y manglares, sortear tifones y tutear a piratas, en especial a los tigres de Mompracem y a su cabeza de lista, el simpar Sandokán

El aroma de esos tiempos fieros pero idílicos, sin Putin ni reguetón, pueden volver a respirarse en un rincón de Churriana, tristemente famoso por ser un ‘polo de atracción’ de camioneros sin escrúpulos pero con escombros, que esparcen sus dones por todo el barrio, huérfano de más control municipal. 

Hablamos de la barriada de San Julián, que cuenta con una calle que también evoca tiempos pasados: el Camino de los Carabineros, llamado así porque conducía al cuartel que este cuerpo creado para luchar contra el contrabando y desaparecido en 1940 -cuando se integró en la Guardia Civil- tenía en la Loma de San Julián, muy cerca ya de la playa.

El camino, que también es conocido como el de los Chochales porque conducía a esta finca, ya fue objeto de una crónica hace dos años y ahora vuelve a la palestra por idéntico motivo: está hecho unos zorros.

Y aquí es donde entran en liza los piratas de Sandokán y sus lectores, que se sentirán como en las selvas de Malasia al recorrer este largo camino, en su último tramo de tierra y que enlaza con la glorieta del Bricomart.

El tramo con zarzas, junto a antiguas fincas.

El tramo con zarzas, junto a antiguas fincas. / A.V.

El sentido del riesgo y del peligro también lo tendrán los lectores de Salgari por la presencia de zarzas que le erizarán la piel (y puede que se la enrojezcan).

El panorama se vuelve más frondoso al aproximarse a la confluencia con la glorieta del Bricomart. Es en este tramo cuando se recomienda un machete para abrirse paso y tener los ojos bien abiertos en mitad de la jungla. 

Tronchando la tupida vegetación.

Tronchando la tupida vegetación. / A.V.

Algunos usuarios optan directamente por tronchar las gigantescas plantas selváticas mientras que otros prefieren driblarlas, siempre que pueden. 

Resulta llamativo que también en el verano de hace dos años esta sección llamara la atención sobre la falta de mantenimiento de esta senda de tierra y que de nuevo se repita el desaguisado. 

Lo cierto es que el Distrito de Churriana, en dos ocasiones, ha adecentado el camino y lo ha hormigonado en su parte final pero falta mantener a raya la vegetación. 

Otro rincón del camino.

Otro rincón del camino. / A.V.

Cerca ya de la glorieta de Bricomart.

Cerca ya de la glorieta de Bricomart. / A.V.

La experiencia en la isla de Mompracem no finaliza al vislumbrar la glorieta del Bricomart, pues el paseante se topará como despedida con nueva vegetación y el detallito de unos escombros. El Camino de los Carabineros es como la película ‘Camino a la perdición’. Ojo avizor.

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