Una hora en el cielo de Málaga con la Guardia Civil

«No hay dos días iguales aquí», confirma Luis Vida mientras contempla con orgullo el helicóptero de la Guardia Civil, un AS365 Dauphin de Airbus que despegará en apenas unos minutos desde la zona exterior del hangar de la Base Aérea de Málaga. Vida es uno de los cinco mecánicos del Servicio Aéreo (SAER) del instituto armado encargados de que el aparato parezca recién salido de fábrica a todas horas. Las emergencias no avisan y todo tiene que estar listo para despegar en cualquier momento. «Aquí hay un mecánico las veinticuatro horas del día», dice con la sonrisa del que sabe que nada les va a pillar con el pie cambiado.

Dos de los seis pilotos con los que cuenta el grupo, el capitán Luis Francisco Miranda y el subteniente José Antonio Martín, llevan ya un rato en sus asientos. Están revisando punto por punto todo el protocolo previo al vuelo y despertando al dragón de forma progresiva. Atrás también está preparado el operador, Abrahán Rodríguez, que se encargará de ‘pilotar’ a través de dos monitores la cámara que el helicóptero lleva incorporada en el lado exterior derecho de la cabina.

Málaga y la Guardia Civil honran a los veteranos españoles

Esta vez, la misión no está relacionada con la vigilancia marítima. Antes del despegue, Miranda ha explicado que este aparato está diseñado para trabajar sobre el mar en operaciones relacionadas con el narcotráfico, la pesca ilegal o la inmigración irregular, aunque eso no quita que pueda sumarse a otros muchos operativos como la búsqueda de personas desaparecidas. Tras la autorización de la torre de control del aeropuerto, sin semáforos ni atascos, el helicóptero despega sobre las 11.45 horas y se planta sobre el Centro de Málaga en dos minutos siguiendo la línea de la Carretera de Cádiz. El objetivo es sobrevolar el corazón de la capital para dar cobertura de seguridad y cariño al Día del Veterano, un evento organizado por la Guardia Civil en el que ayer desfilaron más de 600 de sus veteranos y otros militares por la calle Granada, plaza de la Constitución y la calle Larios.

Los pilotos dibujan una y otra vez círculos en el sentido de las agujas de reloj entre los 1.000 y 1.500 pies de altura (300 y 460 metros) para que su compañero tenga una buena perspectiva de la zona a vigilar. Evitan acercarse más para que el ruido del motor no afecte al evento. Esto no es inconveniente para Abrahán, que prefiera ganar altura para obtener en los dos monitores planos más abiertos de la plaza, que es muy cerrada y rodeada de estrechas callejuelas. En permanente comunicación con sus compañeros, usa un mando para mover la cámara con una gran precisión y velocidad para barrer vías, la zona del público y autoridades, ventanas, azoteas, tejados y terrazas para detectar movimientos o presencias sospechosas. Todo está en orden durante la hora previa al desfile, tiempo en el que el equipo reconoce la posición de policías nacionales estratégicamente colocados en zonas altas de edificios, a compañeros presentes en el acto o al coordinador de la Patrulla Águila, el grupo de vuelo acrobático del Ejército del Aire y del Espacio Español que sorprendió a todos los asistentes uniéndose al homenaje de los veteranos.

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