Crónicas de la ciudad

Una aldea de Astérix en Miraflores de los Ángeles

Como irreductibles galos, los árboles y plantas de la preciosa plaza de los Ángeles parecen resistir el empuje del desquiciado urbanismo del entorno

Una vista de la plaza de los Ángeles, el pasado verano.

Una vista de la plaza de los Ángeles, el pasado verano. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Un domingo a primera hora de la mañana, el barrio de Miraflores de los Ángeles puede disfrutarse entero por el paseante. Es entonces, libre del trasiego de coches y peatones, cuando uno puede ser consciente de la quijotesca posición de algunas de sus pequeñas zonas verdes, auténticos fuertes que resisten al ‘invasor’. 

Es un clásico poner el barrio de La Luz como ejemplo de mala planificación urbanística en Málaga pero por desgracia, Miraflores de los Ángeles no se queda atrás, como tampoco lo hace La Malagueta.  

Los tres son el producto de unos años en los que los espacios libres y zonas verdes se consideraban terreno desperdiciado, un capricho que impedía meter un bloque o cuando menos, un pisito de más en una Málaga que, fueran cuales fueran sus potenciales compradores, se desarrollaba como una caótica colmena.

Por eso en Miraflores de los Ángeles, construida en las ondulaciones vecinas del arroyo de los Ángeles, que toma su nombre del antiguo convento franciscano de Nuestra Señora de los Ángeles, cobran especial belleza sus reductos de espacios públicos y zonas verdes, por lo muchísimo que significan.

Detalle del parterre.

Detalle del parterre. / A.V.

De esta forma, no es nada exagerado decir que la plaza de los Ángeles es una de las más bonitas de Andalucía, un prodigio de verdor que parece salido de nuestro Parque por la altura de sus árboles, a juego con todos los bloques que rodean el parterre.

La placita es Astérix y los galos de la aldea resistiendo simbólicamente al ladrillo, a la vez que el tiempo redobla sus ganas de aguantar pero también sus hechuras y hermosura. 

Pero no todo en Miraflores es exceso de edificación. Además de sus otras plazas, hay una pequeña tira verde que mira a la avenida de Valle Inclán, la calle Mero y justo al lado del parque canino de esa parte, un pequeño espacio verde con una fuente y un banco de madera (vuelto de espaldas) y al otro lado, en todo su esplendor, el cerro presidido por el Asilo de los Ángeles, el antiguo convento franciscano. 

El espacio con vistas al Asilo de los Ángeles, el pasado verano.

El espacio con vistas al Asilo de los Ángeles, el pasado verano. / A.V.

Cierto que el desarrollo inmobiliario de este rincón de Málaga podía haber sido de otra forma pero ya que esto es lo que tenemos, se puede sacar la parte positiva, empezando por la altiva plaza de los Ángeles, el soberbio mirador al asilo o ese gran paseo ganado al peatón -y al niño con ganas de juegos- que es la calle Nuestra Señora de los Clarines, un más que acertado aprovechamiento del espacio público.

La foto de la solitaria plaza de los Ángeles se hizo a primera hora de la mañana de un domingo electoral, el pasado verano. La experiencia merece la pena. 

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