Memorias de Málaga

Nombres históricos de Málaga que no se pierden

La cadena Trocadero ha respetado el nombre tradicional de la Casa de Botes para su restaurante, otro precedente ha sido el hotel Vincci Posada del Patio y para los malagueños, el Museo de Málaga sigue siendo la Aduana

Vista aérea del restaurante Casa de Botes, el pasado verano.

Vista aérea del restaurante Casa de Botes, el pasado verano. / Álex Zea

Guillermo Jiménez Smerdou

Guillermo Jiménez Smerdou

En el mes de julio pasado se inauguró en Málaga un restaurante de lujo de la cadena Trocadero, que tiene establecimientos en Marbella, Estepona, Benalmádena, Torremolinos… y no sé si en algún lugar más de nuestra provincia. Lo llamativo de este nuevo restaurante es que a su nombre internacional ha agregado ‘Casa de Botes’. El nombre completo del establecimiento es ‘Trocadero Casa de Botes’.

A los futuros clientes no malagueños le sorprenderá el añadido de Casa de Botes… ¿Un restaurante ‘Casa de Botes’? Pues sí, la empresa ha tenido el detalle de conservar el nombre del lugar elegido para su emplazamiento.

La Casa de Botes formó parte del Real Club Mediterráneo; el local social estaba unido mediante un túnel a lo que fue sede de las actividades náuticas. Una construcción sencilla y funcional en la que veleros, canoas, piraguas, embarcaciones de remo, motonáuticas… de la entidad o de socios, una vez en tierra se conservaban.

En la pequeña dársena quedaban amarradas las de mayor tamaño. Entre los servicios de la Casa de Botes, junto a oficinas, gimnasio, duchas… figuraba lo que en sus inicios, hace un siglo, se conocía por cantina, una palabra en desuso, sustituida por bar, primero y, ahora, por cafetería, aunque otros más selectos recurran a ‘snack’, ‘pub’, ‘cocktails’ y otros palabros que molan mucho. A mí me gustaría que alguno de los nuevos hoteles, en lugar de los rótulos apuntados, se incline por 'Cantina'. Los teatros siguen la tradición: ambigú.

Siguiendo con la Casa de Botes, lo que empezó como cantina derivó a restaurante, primero reservado a los socios del club, después al personal portuario sin discriminaciones, hasta el desalojo.

La concesión de la dársena obligó al club a abandonar el lugar y trasladar todas las instalaciones al puerto deportivo construido en la prolongación del dique de Levante, donde hay un nuevo restaurante.

Mientras la autoridad portuaria decidía su destino, la empresa que atendió el restaurante del club continuó la explotación. Después de algún tiempo, el Puerto sacó a subasta todo lo que fue la Casa de Botes, subasta que ganó Trocadero.

Como malagueño celebro la decisión de Trocadero de conservar el nombre de ‘Casa de Botes’.

Fachada del hotel Posada del Patio.

Fachada del hotel Posada del Patio. / Carlos Criado

Otro precedente

Lo de respetar un nombre tiene un precedente también por iniciativa de una empresa relacionada con la hostelería. Causó cierta sorpresa la decisión de los promotores del hotel Vincci de agregar a su nombre comercial ‘Posada del Patio’. El hotel de 5 estrellas, con piscina en la azotea, se anuncia así: Hotel Vincci Posada del Patio.

El hotel se construyó en los terrenos en los que durante muchos años estuvo la citada Posada del Patio, en la que gentes de la provincia, cuando venían a la capital en caballería, dejaban a los animales en la planta baja y se alojaban en la superior.

En nuestra ciudad, precisamente en la misma zona (plaza de Arriola, Pasillo de Santa Isabel, Puerta Nueva…) había varias posadas, como la de Juan Díaz y el famoso Parador de la Corona. El vocablo Parador, como sinónimo de posada, venta, ventorrillo, mesón… fue absorbido por la Administración para sus alojamientos en todas las provincias españolas bajo el enunciado de Paradores de Turismo.

Aunque el Vincci esté en el Pasillo de Santa Isabel, una vía de tránsito permanente de autobuses, camiones, taxis y ahora patinetes y las vistas no sean las más bellas (el cauce seco del Guadalmedina), es un hotel donde se celebran reuniones, simposios, congresos, tertulias y manifestaciones culturales, científicas, seminarios… y para que no falte de nada, el preferido por los equipos de la Primera División cuando se desplazaban a Málaga. Ahora que el Málaga está en la Primera División… Regional (o de la Real Federación Española de Fútbol), los equipos visitantes tendrán que contentarse con alojamientos de menos estrellas.

Piezas arqueológicas en el Museo de la Aduana.

Piezas arqueológicas en el Museo de la Aduana. / A. V.

La Aduana

En 1788 se construyó uno de edificios más emblemáticos de Málaga y que sigue en pie, aunque su interior haya sido objeto de mil y una obras. Me refiero a la Aduana o Palacio de la Aduana.

Se hizo para atender las actividades portuarias. El tráfico entonces exigía (ahora también) espacios; la entrada y salida de productos era constante. Hay que tener presente que las tareas de embarque y desembarco de productos eran lentas, porque todo se hacía a mano. Las grúas no se habían inventado.

El edificio de la Aduana tiene una larga historia porque ha tenido muchos usospero siempre ha conservado su nombre primitivo: Aduana. En su historia hay un capítulo trágico. Este fue el incendio que se produjo en 1922, con cerca de treinta muertos.

Lo más cercano que yo he vivido se remonta a los años 40 del siglo pasado, cuando el edificio albergó al mismo tiempo el Gobierno Civil y las dos emisoras de Radio Nacional de España.

El Gobierno Civil ocupó parte de la primera planta; incluía el despacho de la primera autoridad de la provincia, el pabellón reservado para alojamiento de él y su familia, las delegaciones provinciales de Agricultura, Comercio, Hacienda, Abogacía del Estado, Catastro… y Policía, con calabozos incluidos. La Comisaría estaba en la planta baja, con la expedición de pasaporte, carné de identidad, Tráfico...

Radio Nacional de España

Y para cerrar el círculo, pared con pared en la primera planta, el despacho del gobernador lindaba con las instalaciones de las dos emisoras de Radio Nacional de España, la de onda media y la de onda corta. Un locutorio de reducidas dimensiones y una sala multiusos, con piano incluido.

Allí compartiendo el espacio estaban la discoteca, los que redactaban los textos de los anuncios, los redactores que preparaban los informativos… y un servidor de ustedes, que tenía que escribir en mi casa porque solo había dos máquinas de escribir para todo el personal.

Posteriormente, Radio Nacional cogió sus bártulos y nos fuimos al número 10 del Muelle de Heredia y poco a poco las delegaciones de Agricultura, Comercio… y otras se instalaron en el edificio negro, que ahora es blanco.

Gradualmente el edificio se fue despoblando y las llamadas ‘fuerzas vivas’ (las no vivas se habían muerto) se aliaron para exigir que el edificio de la Aduana se dedicara a museo, porque el de Bellas Artes se eligió para Museo Picasso. Su patrimonio quedó bien protegido en la misma Aduana hasta que se hizo realidad el sueño de los cientos de malagueños que dejaron su piel en la lucha. Al final, el Palacio de la Aduana pasó a ser el gran museo que Málaga reclamaba.

Pero la Aduana, aunque es un museo, sigue siendo la Aduana para los malagueños de toda la vida.

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