Una pintada en el Parque de hace al menos 13 años

Más de una vez hemos comentado en esta sección cómo, a pesar del pantagruélico presupuesto municipal y la escuadra de cargos de confianza con sueldos que ya los quisiera un acertante del Gordo de Navidad, en Málaga falta personal que se patee la ciudad. 

En muchas ocasiones, las calles y plazas se adecentan no a causa de una planificación sino porque esa tarde el alcalde realiza una de sus visitas relámpago, como contaba esta misma semana un vecino de La Mosca, a la espera de otra visita como la de hace unos cuatro años atrás, a ver si así vuelven a adecentar su calle. 

Esta evidencia puede comprobarse en uno de los elementos más antiguos del Parque de Málaga, la famosa Glorieta de la Provincia -también se le conocía en plural, de las Provincias-, obra del gran arquitecto regionalista Daniel Rubio, si bien por la incorporación posterior de la escultura de un verdialero, justo delante, también se le conoce como la Glorieta del Fiestero.  

Aunque esta preciosa glorieta semicircular de azulejos sevillanos y escudos de los principales pueblos de Málaga -además de la capital y Melilla- informa en uno de los azulejos de que se concluyó en 1922, las obras seguían en el 23, como desvelaba hace unos años en este diario la archivera y académica Mari Pepa Lara. 

Así que el año pasado llegó al siglo... a pesar de nuestro Consistorio, que no se ha tomado su mantenimiento con demasiado interés. 

Para constatarlo sólo hay que ponerse detrás del panel principal, el que muestra el escudo de Málaga. El paseante comprobará, como ya adelantó esta sección hace unos años, que es lo más parecido a la parte de atrás de una nevera pues un mar de pintadas lo afean. 

Los fastos del centenario, se ve, no han conmovido al Ayuntamiento pese a que está casi enfrente del Consistorio, al otro lado del Parque y por lo que se adivina, ningún acto del alcalde ha tenido lugar por los alrededores en los últimos lustros, lo que habría provocado ipso facto el feliz borrado las pintadas. 

De hecho, gracias a Google Maps se puede comprobar que al menos el primero de los grafitis, semisepultado por otros posteriores, ya ensuciaba esta obra de Daniel Rubio hace 13 años, en 2011. 

El largo periodo de inactividad consistorial ha provocado que vayan apareciendo más hasta el desaguisado actual.

Llegados a este punto y dado el manifiesto pasotismo, ¿por qué no musealizar este trozo del patrimonio como vestigio de un arte urbano incívico? O eso o ponerse a trabajar. Ánimo. 

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