Sangre, sudor y lágrimas. Pero finalmente lágrimas de satisfacción y emoción, la recompensa al esfuerzo y al trabajo bien hecho. El conjunto de Sergio Pellicer tuvo que remar contracorriente y anteponerse a un resultado adverso. Después del cortejo fúnebre organizado por los aficionados blanquiazules, la remontada ante el Numancia supuso el alivio del luto después de que la semana pasada se rompiese la racha de nueve semanas sin perder ante el Elche. El resultado tiene aún más valor teniendo en cuenta lo mucho que se jugaban los numantinos: una victoria les hubiese colado en los puestos de play off.

El Málaga CF tratando de llegar con peligro al área de Barrios y a la vez bien plantado en defensa para frenar las acciones del conjunto numantino. Los de Pellicer no conseguían crear claras ocasiones de peligro y, en una acción aislada a balón parado se le puso el partido cuesta arriba. Tan solo habían trascurrido 15 minuto de encuentro cuando Aguado lanzó una falta que se convirtió en asistencia para Alberto Escassi. El conjunto blanquiazul ya estaba avisado de la eficiencia ofensiva del jugador malagueño que, de cabeza, batió la red de Munir para poner el 0-1 en el césped de Martiricos.

Los blanquiazules, descolocado después del tanto de los de Soria, no consiguió perpetuar jugadas de peligro más allá de un par de acciones de Sadikuy un remate de cabeza de Adrián que se marcharon lejos de la meta del Numancia. Sin mucho más, se cumplió la primera parte del encuentro con el resultado en contra de equipo malacitano.

Pero a la vuelta del descanso, al Málaga le cambió la cara. Comenzó a ser más atrevido, cambió el esquema ofensivo para tratar de ser más valientes con Antoñín y Sadiku. Aunque con ficha de profesional, el canterano blanquiazul dio guerra por su banda pero, como en la mayoría de ocasiones, le faltaba espacio y un compañero en el que poder apoyarse.

Como sucediese en la primera mitad, el balón parado fue el gran protagonista a la hora de que el esférico traspasase la portería. Pero esta vez a favor del Málaga. Juankar sufrió una falta dentro del área y el colegiado pitó la pena máxima. Sadiku no erró en el disparo y devolvió las tablas a La Rosaleda.

Con tal inyección de moral, el conjunto de Pellicer empezó a creer más en sí mismo y fue creciendo paulatinamente en el terreno de juego. En torno al minuto 62 de encuentro, el Málaga realizó su primer cambio con debut para Tete Morente con la elástica blanquiazul. Más artillería ofensiva en busca de la remontada.

El Numancia no bajaba los brazos, pero la propuesta del conjunto costasoleño resultaba más efectiva. Adrián intentó rematar de cabeza, después también a Luis Muñoz se le fue alto un disparo asistido por Dani Pacheco, Antoñín con la diestra erró un remate desde fuera del área y Sadiku desde la frontal del área también intentó dar la vuelta al marcador.

Y tanto fue el cántaro a la fuente... que rozando el tiempo reglamentario Adrián batió a Barrios. Con su pierna derecha, el capitán blanquiazul envió el esférico directo al fondo de la portería, el Málaga iba por delante y La Rosaleda explotó de júbilo. Como en pocas ocasiones a lo largo de esta temporada, esta vez eran los malaguistas los que aún tenían las pulsaciones altas de cantar un gol al término de un choque ligero.

Tras el pitido final se consumó una nueva fiesta en la que, una vez más, se hizo patente la comunión entre jugadores, cuerpo técnico y afición. Pese a las protestas contra la propiedad, ayer a la afición fue clave para devolver la sonrisa a miembros de la plantilla de Martiricos. Una victoria in extremis que servirá para levantar la moral de la tropa blanquiazul ante el durísimo reto de la semana que viene: el derbi andaluz ante el Cádiz, líder de la competición.