Opinión | Málaga solidaria

Mujeres migrantes con derechos

Me llamo Aziza y hace dieciséis años que vivo en Torre del Mar con mi marido y mis dos hijos. Conozco Málaga Acoge desde que llegué de Marruecos. En la asociación aprendí español, me ayudaron con los papeles y empecé a participar en los talleres de apoyo a mujeres hasta formarme como dinamizadora comunitaria para la prevención de violencia machista.

Fue una experiencia que me abrió los ojos y cambió mi vida. Antes me daba vergüenza hablar de mis derechos. Antes no pensaba en mí misma, sólo en la casa, mi marido, los niños... Ahora sé muchas cosas y las comparto ayudando a mujeres migrantes que sufren situaciones de violencia machista en mi comunidad. Muchas se ven aisladas, solas, porque no hablan nada de español y, si tienen problemas, no saben a qué recurso acudir o dónde denunciar. Yo trato siempre de buscar su seguridad. Las acompaño a Málaga Acoge para que las apoyen, al hospital, a un juicio, donde haga falta. Les traduzco y les digo que no tienen que callar ni tener miedo.

Muchas de estas mujeres migrantes no trabajan y me dicen que aguantan situaciones de violencia porque no tienen dinero ni lugar a dónde ir; otras no saben que el maltrato verbal es violencia machista y que tienen que defenderse. Las mujeres y, entre ellas las migrantes, debemos defender nuestros derechos juntas para que el futuro sea mejor y haya una sociedad igualitaria. El 8M que se va a celebrar es una jornada especial. Nos merecemos un día para nosotras, para reivindicar nuestros derechos.

Cuando hablo con las mujeres me encuentro con muchas que sufren violencia sexual y que piensan que el mantener relaciones es un derecho del hombre. Yo les digo que de derecho, nada, que si no quieres, no quieres, porque es tu cuerpo. También me encuentro con mujeres migrantes que son acosadas en sus trabajos y no se encaran por miedo a perderlos.

A lo largo de estos años participando en el programa de apoyo a la mujer de Málaga Acoge he cambiado mucho. En los primeros talleres era más tímida, sentía mucha vergüenza al hablar. Ahora me sé defender en una situación de racismo. Lo hago de forma educada: Si me dicen algo les digo despacio: mira, somos de diferentes países, culturas o religiones, pero, al final, somos iguales.

Muchas veces veo a mujeres de mi país que llevan pañuelo y sufren mucho porque la gente las mira mal. También me he encontrado casos de niños y niñas de familias migrantes que son discriminados en los colegios. Tenemos que conocer a las personas y no quedarnos con lo de fuera. Si queremos vivir juntos debemos respetarnos.

Todas las cosas que hago se las cuento a mi marido y a mis hijos en casa. Les quiero educar en igualdad. Mis mellizos, de 13 años, están muy concienciados sobre las violencias machistas. He traducido al árabe las guías con los contenidos de las distintas formaciones que vengo haciendo en Málaga Acoge y tengo el proyecto de trabajar con las mujeres en Marruecos dando charlas y brindando información.

A través del WhatsApp estoy en contacto y comparto información con grupos de mujeres, como el de las dinamizadoras comunitarias para la prevención de violencia machista de Málaga Acoge, o el de la Asociación de mujeres Assalam de Torrox.

Las mujeres migrantes estamos tejiendo redes, haciéndonos cada vez más visibles y presentes. Estamos tomando conciencia de la necesidad de salir a la calle, de trabajar colectivamente para reivindicar nuestros derechos.