Opinión | Zona Press

Una maravillosa aventura

Eso será la temporada que acaba de comenzar, una aventura en la que todo será nuevo. Para empezar, me tocó mudarme a Burgos. Pues sí, es bastante más pequeña que Málaga, pero llena de encantos. Llevo pocos días aquí, pero ya os garantizo que la catedral es algo espectacular, que te deja con la boca abierta. Dando un paseo desde la catedral, cuesta arriba eso sí, en un rato puedes estar en el Castillo de Burgos, desde donde se divisa toda la ciudad. Te impresiona el monasterio de las Huelgas trasladándote a otra época con su calle empedrada. El centro tiene un ambiente genial, lleno de restaurantes repletos de gente siempre. Por ahora he probado solo varios y no solo se come genial, sino que es relativamente barato. Sí me llama la atención que no hay, o yo no he visto todavía, esas típicas tiendas que inundan Málaga donde puedes comprar de todo. Vamos, un chino de los que hay en todos los barrios. Y ese ogro que me tiene cagado de miedo que es el frío de Burgos del que tanto me han hablado, pero que todavía no ha venido. Puedes seguir yendo en bermudas sin problemas.

La segunda cuestión es vivir en una casa nueva. Antes de nada, organizar la selección de ropa y zapatos que traje (cuatro maletas y cuatro cajas). Poco a poco te vas haciendo con el apartamento. Y con la cocina, ese espacio en el que solo entraba para meter los platos en el lavavajillas. Aunque, según mi madre, cocino fenomenal pese a que Ana creo que no está muy de acuerdo con esta afirmación.

Claro que echo de menos a Ana y a Gabo. O a mis padres y a la gente con la que convivía a diario. Pero también os digo que no me puedo sentir solo. La gente del Tizona, mi nuevo club, no lo permite. Todos están pendientes de mí para que no me falte de nada. A José y Esti les ha salido, sin quererlo, un niño de 48 palos casi y lo están cuidando fenomenal. Los entrenadores de cantera del club que he conocido hasta ahora me han acogido genial intentando que me sienta como uno más, ayudándome en todo lo que pueda necesitar.

Ahora, también os digo que cuando piso la pista de El Plantío, mi nueva cancha, se me olvida todo, solo hay espacio para disfrutar de un equipo fantástico que entrena genial. La única pega es cuando se acaba el entreno porque os aseguro que el tiempo pasa volado disfrutando de estos jugadores.

Una aventura como esta es mucho más divertida si no la vives solo. Tengo la suerte de compartir esta aventura con un equipo de trabajo fabuloso, que sé que pondrán todo su talento cada uno en su parcela para que esta temporada sea especial. Con mis jugadores, que me impresiona su predisposición, sus físicos y lo buenos que son. Pero es que, además, parecen gente normal que comparten conmigo una pasión, disfrutar ganando.

José, el responsable de que yo esté aquí, y Esti, su pareja (los padres del niño de 48 palos que os dije) están pendientes de mí para que no me falte de nada. Y tienen la misma ilusión que pueda tener yo de que todo vaya bien y sentirse orgullosos de ver a su equipo jugar buen baloncesto.

Manolo, que me llama todos los días para ver cómo me fue el día. Sé que se está divirtiendo viéndome vivir esta aventura como sé que la va a vivir con nosotros porque él forma parte de ella.

Mis padres, que me llaman cada noche pendientes de su niño que ya no es tan niño. Mis hermanos, que me escriben casi a diario para ver cómo me va. Ellos también vendrán a verme como muchos amigos que seguro que me visitarán muy pronto. Hasta Gabo pasará temporadas en Burgos...

Y por supuesto, esta aventura sin Ana no tendría sentido. La vivo con ella desde la distancia física pero con la cercanía de compartir con ella cada minuto porque esta es nuestra aventura y la vivimos juntos. Podéis imaginaros la de sitios que Ana tiene ya marcados para visitar los fines de semana que venga, o los restaurantes a los que iremos. Y la de momentos mágicos que pasaremos juntos. Porque este proyecto no es un reto para nosotros, es una aventura que, desde la responsabilidad de saber a qué vinimos a Tizona de Burgos, Ana y yo vamos a disfrutar convirtiéndola en algo maravilloso.