Opinión | Tribuna

El día que comenzó el futuro

Felipe Romera muestra una maqueta del PTA a los Reyes, junto a Pedro Aparicio.

Felipe Romera muestra una maqueta del PTA a los Reyes, junto a Pedro Aparicio. / L. O.

Aquella mañana del 9 de diciembre de 1992 comenzaba el futuro de Málaga. Se lo oí decir al alcalde Pedro Aparicio, y así lo dejó escrito en el Bando que publicó el día de la inauguración del Parque Tecnológico: «Cuando los Reyes pronuncien las palabras declarando inaugurado el Parque, estarán también diciéndonos que en Málaga ha comenzado el futuro». Después, años más tarde, en 2010, lo repitió en un artículo publicado en la revista Ateneo del Nuevo Siglo, monográfico dedicado a las nuevas tecnologías: «Aquella mañana soleada de diciembre del 92 supe que comenzaba el futuro de Málaga». Y es verdad. Aquel sueño, hoy ya es realidad. Nuestra ciudad se exhibe como la ciudad internacionalmente reconocida como gran potencia tecnológica y las empresas más importantes del sector buscan ubicarse en Málaga, porque gracias al Parque Tecnológico en ella «encuentran las condiciones objetivas de albergar este transformador recurso». Aquel alcalde creyó profundamente en el PTA, se ilusionó con él y supo transmitir la misma ilusión a todos, porque estaba convencido de que «será el principal motor para entrar en el siglo XXI situado en el grupo de cabeza de los territorios europeos más competitivos». Málaga se puede decir que ya es una ciudad tecnológica por excelencia desde que fuera inaugurado. Pero el trabajo para su puesta a punto había comenzado años antes.

La historia del Parque Tecnológico de Andalucía en Málaga tendrá que ser escrita, porque ha sido sin duda uno de los principales, si no el principal recurso vertebrador y más influyente en la transformación de la ciudad. Se nos fue Aparicio, dolor y pena por su ausencia. Pero hubiera sido él quién mejor que nadie podría decirnos las horas dedicadas al PTA y el impulso puesto en cada fase. A él le correspondió liderar las negociaciones con la Junta de Andalucía hasta conseguir que decidiera que la mejor ubicación del Parque estaba en la Costa del Sol y finalmente aceptara que fuera Málaga su sede en la finca El Ciprés. Y cuando las inundaciones en Málaga, Aparicio aceleró su regreso a la ciudad, pues se encontraba en Japón acompañando a Rodríguez de la Borbolla en la promoción del Parque. También tuvo que plantarse ante el ministro de Hacienda para reclamar la imparcialidad en el trato que anunció a favor de Cartuja 93. Nadie como él podría haber dejado escrito para la historia las dificultades encontradas en el camino hasta verlo hecho realidad.

Nadie como Pedro Aparicio podría haber dejado escritas las dificultades hasta ver hecho realidad el PTA

Mas, la historia puede ser contada todavía porque el PTA está vivo, más que nunca. Y ahora nadie mejor para ello que quien lleva sus riendas desde hace cerca de 30 años, su director general Felipe Romera Lubias. Recuerdo el día en que aquel joven ingeniero de telecomunicaciones con plaza en Fujitsu de la ciudad acudió a la alcaldía, llamado por Aparicio, para hablarle del Proyecto del PTA. Él recordará todavía mejor y sabrá en qué términos se desarrolló aquella entrevista. A partir de ahí, poco después, sería nombrado consejero delegado de la sociedad del Parque Tecnológico, S.A. Así consta en la moción que en enero de 1990 presentó el alcalde, aprobada unánimemente por el pleno municipal. La Junta de Compensación del Parque Tecnológico acordó registrar legalmente a la sociedad de gestión que se encargaría de los asuntos del PTA. Justo es decir que dicha Junta de Compensación estaba integrada por el Ayuntamiento como socio mayoritario (40%), el Instituto de Fomento de Andalucía (IFA) y la Empresa Pública de Suelo de Andalucía (EPSA). La moción proponía nombrar a Pedro Aparicio presidente del Parque Tecnológico y a Felipe Romera consejero delegado de dicha sociedad, que se encargaría de la gestión del PTA. Ahora podemos decir que con grandísimos resultados. Sencillo, inteligente, eficaz, gestor insustituible, hábil negociador, viajero infatigable vendiendo por todo el mundo, de Oriente a Occidente, las bondades del PTA. Cerca de 32 años al frente del mismo ponen de manifiesto que Felipe Romera ha sido el mejor de los posibles. Con él y con José Asenjo, concejal delegado de Infraestructuras y Proyectos, se creó un equipo de profesionales, entre los que recuerdo a Cristóbal López Tapias, a José Antonio García García, a Tomás Pérez Benz y a María Victoria Caparrós, para todos Nena, la leal y eficaz secretaria. Trabajando a destajo en una reducida oficina alquilada en un piso del Paseo Reding, fueron planificando las acciones necesarias para poner en marcha el PTA. Hoy se denomina Málaga-TechPark, en cuyo Consejo de Administración, además de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento se han sumado la Universidad y Unicaja. Y las empresas tecnológicas más importantes del mundo siguen viniendo a la ciudad, más allá del Parque, convirtiéndola en un gran parque temático de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Hay mucha historia para contar, que aquí no es posible. Pero se puede concluir que aquel futuro soñado ya es realidad: Málaga, ciudad tecnológica. A todos hay que darles su reconocimiento, aplicando el principio de justicia: «Unicuique quod suum est». En román paladino: «A cada uno lo suyo».