Opinión | La señal

Okupa, que algo queda

Miembros de la empresa de desokupas, esta semana en la calle Cisneros.

Miembros de la empresa de desokupas, esta semana en la calle Cisneros. / L. O.

Pasé por calle Cisneros como podía haber pasado por alguna otra de la ciudad que me condujera a una notaría de calle Larios. Son poco más de las trece horas del pasado miércoles seis de julio y a la altura del número trece hay un pequeño grupo de personas congregadas en la acera de enfrente, y varios vehículos de la Policía Local y de la Nacional. En ese momento, no sabía nada más, pero la curiosidad siempre me ha podido y me detuve como un espectador más. En el acceso al edificio figuraba la placa de apartamentos turísticos.

-Sí, por toda la cara un grupo de okupas se han hecho con los apartamentos y el nuevo propietario del inmueble ha contratado a estos -y señalaba a los más de diez desokupas que, aburridos, estaban en la acera-.

- ¿Y ahora qué? -le pregunté al joven que acababa de hablar, escéptico a una pronta solución del conflicto al que asistíamos-.

- Pues nada, hay que esperar. ¿Usted conoce algún asunto en el que intervenga la Administración que tenga respuesta rápida?

Ese tramo de la calle estaba ya cortado a la circulación de vehículos y se sumaban a la escena nuevos ciudadanos, y otros que pasaban de largo lo hacían con la cabeza vuelta hacia el lugar.

- Con razón dice mi viejo que en España el contrato social se rompió nadie sabe cuándo, si es que alguna vez existió, yo le pago al Estado para que el Estado me defienda, ese era el trato. Pero mira al segundo piso, ¿ves cómo se ríen los okupas? Ese es ahora el nuevo Estado de derecho, lo demás es una ficción, y nos la creemos…

- Hombre, quizá los okupas no tengan donde vivir… -dijo alguien desde atrás, provocando que se girara quien hablaba-.

- ¿Y tengo que darle yo mi vivienda que soy el que la ha comprado con el esfuerzo de mi trabajo? Por esa regla de tres, otro se la podría okupar a ellos y así en una sucesión interminable… Además, han conectado irregularmente el agua y la luz, pero todavía no se las han cortado en un trato de favor…

- Bueno, bueno…, pero hay que ser comprensivos…

- ¿Con el delito?, tolerancia cero. Pues que te pase a ti, no te jode… y si te defiendes… pues al trullo.

Por lo que se escuchaba, un hombre y una mujer habían sido trasladados al hospital, pero habían subido por su propio pie hasta la ambulancia, de lo que se trataba, decía una mujer mayor con un carrito de la compra, era de aparentar lesiones, que se las sabían todas...

- Mira, los okupas de La Invisible llevan catorce años dentro, y hasta ahora el alcalde quieto, insta ahora al desalojo y el juzgado le para los pies…, no te digo…

La señora mayor, que parecía tener conocimientos de derecho, arrancó de nuevo:

- Lo importante es que el delito sea flagrante, es decir, que se esté cometiendo o se acabe de cometer, que haya una relación directa del delincuente con el objeto del delito, en fin… Por eso es muy importante el atestado que levante la Policía. Hay una instrucción de hace un par de años de la Fiscalía General del Estado para que se agilicen las medidas cautelares y proceder al desalojo cuando se incurre en un delito de allanamiento de morada, pero ya se sabe…

- Ese «ya se sabe» es lo más importante, señora.

- Sobre todo, en España. Sería una alegría inmensa para todos comprobar que tantos delitos flagrantes que se cometen cada día tienen automáticamente su respuesta. Si el que se preocupa es el delincuente, buena señal. Si somos nosotros, los que estamos aquí, un suponer, mala cosa. Me voy, que tengo que hacer la comida y llevo unos salmonetes del mercado. Por cierto, hay que ver cómo han subido los precios, parece que esto que nos ocurre, y se lo digo a mi marido, es propio de un delito de odio... Pero él dice que son tonterías mías.

La Policía se llevaba en una furgoneta, aunque sin esposarlos, a dos individuos, y uno de los del balcón levantó la voz, «hasta luego Lucas», y se reía a carcajadas.

José Ángel Valente lo dijo así:

Hoy he amanecido

como siempre, pero

con un cuchillo

en el pecho. Ignoro

quién ha sido,

y también los posibles

móviles del delito.

Estoy aquí

tendido

y pesa vertical

el frío.

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