Opinión | Punto final

Luis Miguel Pascual

Pogacar, ¿a lo loco o a lo cuerdo?

Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard llegan juntos al aeródromo de Mende.

Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard llegan juntos al aeródromo de Mende. / REUTERS

El esloveno Tadej Pogacar tiene ante si un desafío, restar 2.22 minutos al danés Jonas Vingegaard, antes de que el pelotón del Tour de Francia llegue a París, y dos caminos para lograrlo: un calculado golpe de estrategia o una alocada aventura.

Lo que parece claro es que el ganador de las dos pasadas ediciones no se irá sin dar batalla en su asalto por la tercera consecutiva y que el bajón que tuvo en el Granon, donde cedió el maillot amarillo a Vingegaard, no le borró su alma de guerrero.

El esloveno tiene que contrarrestar la potencia de uno de los ciclistas más fuertes del pelotón escudado en el equipo mas potente, el Jumbo.

La carrera cambió de fisonomía. El ciclista más fuerte dejó de estar en posición de defensa y el mejor equipo ya no necesita ser ofensivo.

Si el Jumbo doblegó la fortaleza de Pogacar a base de golpes coordinados desde el inicio de la prueba en una suerte de «ciclismo total», el jefe de filas del UAE tendrá que hacerlo en solitario, carente de un equipo más débil y muy tocado por la pandemia.

Al esloveno le quedan las fuerzas del polaco Rafal Majka, positivo por covid pero que se pudo mantener en carrera por que su tasa de contagiosidad es muy baja; el estadounidense Brandon McNulty y el español Marc Soler.

Poco ejército para partir al frente, lo que aboca a Pogacar a lanzar contra la armada holandesa una guerrilla, una configuración que parece adaptarse como un guante a su personalidad de niño travieso.

«Hasta el final lo voy a intentar», repite el esloveno, un discurso que nadie pone en duda, menos aún Vingegaard, que sabe que el segundo puesto no es suficiente para su rival.

Alpe d’Huez fue ya escenario de los primeros escarceos, dos ataques con poca fe y un acelerón final en la recta final que no le permitieron distanciar al danés.

«Atacó para ver que volvía a ser él mismo, sin la confianza de los días anteriores. Pero ahora vuelve a tener esa confianza, sabe que está bien», dijo su compañero Soler.

En el seno del equipo reina la confianza y saben que camino de París hay terreno donde montar emboscadas, con la vista puesta en tres citas claves, las dos jornadas pirenaicas, con dos terribles finales en alto, y la contrarreloj de Rocamadour, 40,7 kilómetros en vísperas del paseo triunfal por los Campos Elíseos.

«Si hacemos nuestro trabajo tendremos nuestras oportunidades», aseguró Soler.

Un ejercicio en el que el esloveno es superior a Vingegaard, pero no tanto como para arrebatarla la renta actual, por lo que el esloveno tendrá que atacar antes, acercarse en la general y meter en el Jumbo el fantasma de la duda y de La Planche des Belles Filles, donde contra el crono Primoz Roglic perdió el 2020 el Tour contra Pogacar.

Pero en UAE es consciente de que hay que canalizar la fogosidad de su líder, que en el Granon se dio cuenta de que cada pedalada cuenta en el Tour y que la fatiga pasa factura.

El esloveno es consciente de que pecó de exceso de confianza y ahora tiene que cambia la dinámica, pero que hacerlo pasa por poner inteligencia para derrotar al tren Jumbo.

Como resume el director del UAE, Mauro Gianetti, la ventaja de Vingegaard es «que cuenta con dos equipos, el suyo y Van Aert».

El belga ha sido el hombre más influyente hasta ahora del Tour. Fue clave en reducir las pérdidas de su líder en la etapa del «pavés» y ha condicionado la carrera en numerosos momentos con su excepcional potencia puesta al servicio del Jumbo.

Junto a Roglic, el neerlandés Steven Kruijswijk y el estadounidense Sepp Kuus forman parte una armada difícil de desafiar.

Hasta su caída en el Granon, Pogacar solo pudo superar a Vingegaard en 8 segundos en la crono inicial en Copenhague y en otros 13 en los adoquines, a lo que hay que sumar las bonificaciones.

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