Impresionismo en el octavo

Tras los ecos de Año Nuevo y la participación de la Filarmónica de Málaga en el foso del Villamarta de Jerez para Doña Francisquita, la primera orquesta retomò este jueves y viernes la temporada de abono con la batuta invitada del director polaco Pawel Przytocki y el Guarnieri de 1735 del violinista español Francisco Fullana. Programa centrado en el primer cuarto de la centuria pasada con el impresionismo como denominador común en las perspectivas del ucraniano K. Szymanowski y M. Ravel y en la que entraron en diálogo dos formas de entender la orquestación en lo técnico, formal y artístico.

Este abono pasado puso a prueba también la capacidad de la OFM de construir espacios sonoros liderados por el primer violín de Mariam Nahapetyan que se estrenaba ya en Temporada como concertino del conjunto tras cerrar Andrea Sestakova tres décadas de historia al frente de la primera orquesta. Nahapetyan fue capaz de conducir las secciones de cuerdas a las exigencias del programa respondiendo con la sensibilidad y tensión dramática exigida por dos grandes obras platos principales en concierto. Se abre, además, un nuevo capítulo en la Filarmónica con grandes objetivos para las secciones de violines pero también para las cuerdas más graves.

Redactada en 1905 y estrenada un año después en Varsovia la Obertura de concierto en Mi no encontró su redacción final hasta ocho años después aunque conservando la fuerza de un joven Szymanowski que pretendía continuar la influencia de la escuela polaca representada por la figura de F. Chopin contextualizando su estilo musical dentro de la propia tradición desde un marco europeo en el que tienen cabida claras influencias del sinfonismo straussiano sobre la base de una orquestación amplia en efectivos y perspectivas sonoras que en la lectura de la OFM y la batuta de Pawel Przytocki subrayó la solvencia como orquestador de un incipiente Szymanowski.

El Guarnieri de Francisco Fullana fue el encargado de la primera lectura por parte de la OFM del Primer concierto para violín y orquesta de Szymanowski. Partitura que destaca por su complejidad en el engarce de distintos materiales temáticos sin solución de continuidad que en algunos momentos bordeaban la tonalidad y no escondía su contexto impresionista en el deseo del compositor de avanzar en la perspectiva de la escuela polaca de música. En lo puramente formal este primer trabajo para violín y orquesta destaca además por la arquitectura formal basada en un único movimiento y el poder casi fílmico que atesora este concierto. En lo artístico sobresalió la tensión dramática que dibujó Francisco Fullana y la estrecha conexión entre los atriles propiciada por la batuta de Pawel Przytocki.

Descrita por Ravel como una sinfonía coreográfica las dos suites del Ballet Daphnis et Chloè culminaban este interesantísimo abono que puso a prueba la iluminada flauta de Jorge Francés que significó la participación solista de los profesores de la OFM en esta compleja y poliédrica partitura plagada más que de imágenes de sugerencias sonoras, una visión muy particular y libre de la obra homónima del escritor griego Longo por parte de Ravel para los ballets de Diaghilev. Pawel Przytocki en su interpretación de las suites desplegó dinámicas amplias que dieron cabida al diálogo entre instrumentos y especialmente un tapiz sonoro que el conjunto iluminó con gran sensibilidad, pulso y una incuestionable altura artística.

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