360 grados

Ucrania necesita exhibir al fin un éxito militar

Joaquín Rábago

Joaquín Rábago

Últimamente las cosas parecen irle mal a Kiev, que ha visto cómo el invasor ruso le comía cada vez más terreno, y necesita exhibir un éxito militar para convencer a sus aliados de que sigan mandándole el armamento que con tanta urgencia necesita.

De ahí la petición casi desesperada del presidente Volodímir Zelenski para que Occidente le proporcione no sólo más carros de combate que los ya comprometidos, claramente insuficientes, sino también modernos cazas con los que poder romper la línea del frente ruso, algo a lo que se dicen ya dispuestos Polonia y Eslovaquia.

Hasta ahora, el propio presidente Joe Biden, temeroso de una escalada difícilmente controlable del conflicto, ha sabido resistirse, pero las presiones aumentan dentro de su Gobierno y sobre todo en el Congreso.

Cuatro legisladores republicanos han pedido al Pentágono que envíe a Ucrania las bombas de racimo que quiere Zelenski aunque ese tipo de armas están prohibidas por un tratado internacional del año 2008.

EEUU no se ha adherido, sin embargo, al mismo y utilizó por última vez ese tipo de munición en la invasión de Irak en 2003, con la excepción de un único ataque en 2009 en Yemen, según la organización de derechos humanos Human Rights Watch.

Mientras tanto, Gran Bretaña, junto a polacos y bálticos, el país europeo más beligerante frente a Rusia, ha anunciado que los carros de combate Challenger 2 que mande a Ucrania llevarán munición con uranio empobrecido.

Ese anuncio hizo que el presidente ruso, Vladimir Putin, advirtiese al «Occidente colectivo» como llama a los países que apoyan a Ucrania, de que responderá en consecuencia si se emplean allí armas «con un componente nuclear».

Según los expertos en Medio Ambiente de las Naciones Unidas, aunque no se consideren propiamente armas nucleares, ese tipo de municiones antitanque son «química y radiológicamente tóxicas», lo que significa que su utilización contaminará el suelo ucraniano.

Las partículas de los aerosoles pueden inhalarse o ingerirse, entrar en la corriente sanguínea y provocar no sólo fallos renales, sino también cáncer, además de malformaciones en los recién nacidos, como quedó por desgracia demostrado tras su uso por la OTAN tanto en Irak como en la guerra de Yugoslavia.

De todos esos movimientos parece deducirse que la Alianza Atlántica ha llegado a la conclusión de que tiene que implicarse aún más directamente en la guerra de Ucrania si quiere evitar la derrota de Kiev y la partición definitiva del país.

Mientras tanto, la visita a Moscú del presidente y jefe del Partido Comunista chino, Xi Jinping, que discutió con su colega ruso su plan de paz de doce puntos para Ucrania, ha sido vista sobre todo con recelo por Occidente.

Los dos líderes mostraron allí su unidad frente al acoso que dicen sufrir de Estados Unidos, que se resiste a perder definitivamente la hegemonía global de que disfrutado desde la disolución del Pacto de Varsovia y de la propia URSS.

En efecto, cada vez más países han anunciado su deseo de adherirse al grupo de naciones conocido por el acrónimo de BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica).

Entre los interesados están países tan diversos como Irán, Arabia Saudí, Argelia, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Indonesia y Argentina, así como varios africanos.

Mal que le pese a Washington, el mundo futuro será multipolar o no será.

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