La señal

¿Picasso se cancela?

Jacqueline y Picasso.

Jacqueline y Picasso. / L. O.

Vicente Almenara

Vicente Almenara

Y es que, en cuanto te descuidas, el chico se escapa de casa y se va con malas compañías. Ahora, Pedro ha estado con Meloni en Italia. Mira que él dice que con la ultraderecha no, pues sí, y es lo primero que ha hecho. El hipócrita, y para despistar, está todo el día en casa con el mantra de que con la ultraderecha no, y míralo, te das la vuelta… ¡y con la ultraderecha!, salvo que no sea la ultraderecha, y nos estuviera mintiendo. No te puedes fiar ni un pelo, y antes con el presidente Xi Jinping, un demócrata de toda la vida. Son las junteras, que decía mamá. Zetapé hace lo propio, sube a un avión y se va con la Kirchner, con Maduro… con los corruptos y dictadores más a mano.

Pero el aniversario, el cincuenta, de la muerte de Picasso, este pasado 8 de abril, se nos pasó en la vorágine de la Semana Santa y no tuvo la grandeur que merecía, ¿que merecía?, perdón, había quienes hace muy poco le acusaban de maltratador de mujeres y ahora están callados como…, ¿por qué no le cancelaron, como a Plácido Domingo, Woody Allen y tantos otros por mucho menos? Silencio ominoso, y es que dada la filiación izquierdista del genio tiene un salvoconducto para la eternidad, magnífica película la de Guy Hamilton y Sean Connery con diamantes y todo. Miran para otra parte.

Pero el Sábado Santo, efeméride de aquel día de 1973, estaba en los toros junto a miles de personas para que un grupo de ignaros nos llamasen asesinos. Rivera, Ortega y Aguado merecen más la pena, después los toros de la ganadería de Álvaro Núñez no estuvieron a la altura de las expectativas, excepto el quinto, pero esa es otra cuestión. Y me pregunta mi musa si esos gritos que nos dirigieron no son un delito de odio, y le digo que no, que son de amor, que el delito de odio solo se da cuando se trata de esta acera, en la otra están libre del virus. Lo importante es que no nos quedemos, como temía Pedro Salinas, en la ilusión de una «realidad fantaseada», y no nos quedaremos.

Este peligro es de dentro, como otros del caballo de troya. Hay que leer las declaraciones del presidente Mayara, del Senado marroquí, sobre la comunidad de esta nacionalidad en España y cómo deben participar en las elecciones de nuestro país. Se trata de defender a Marruecos como lobby o quinta columna, no a sus electores. Peligroso, ¿verdad? Total, en España solo hay 873.000 marroquíes y solo más de 300.000 tienen nacionalidad española -la de origen no la pierden, ojo-, pues hazte una idea. Incluso quieren que los habitantes musulmanes de Ceuta y Melilla que no tienen documentos marroquíes se mojen, en sentido figurado, claro, en las elecciones. Pero ahora que Pedro y Mohamed tienen un idilio, como Tamara, que perdonó a Íñigo, ¿quién les estropea estos momentos irrepetibles de amor?

Pasa como con los catalanes que se burlan del habla andaluza o de la Virgen del Rocío, va de suyo, esta hez lo mismo da un golpe de Estado que se orina en los pantalones. Sobre todo, lo que quieren es que les tiren unas monedas sus jefes y les reconozcan -¡ay, el reconocimiento!- de la secta, aunque sea la más vil, o por eso.

Estas cosas solo pasan aquí, en Florida el gobernador Ron Desantis no lo permitiría ni por asomo, entregado por entero a una batalla integral contra la histeria woke. Es el único que podría disputarle a Trump las primarias, pero es pronto para saberlo, la incertidumbre es el suspense de la política en democracia. Bueno, pues Desantis es un gran defensor de la simetría: si tu tienes libertad para hacer esto, yo también la tengo -por el mismo principio- para hacer esto otro que no te gusta, y así la realidad es más completa, inclusiva dicen por aquí. Pero en esta orilla son muy pocos los pintores geómetras -Ikella Alonso, Luján Marcos…-, nos va más el cubismo y el deconstructivismo, es nuestra pulsión más íntima. Góngora fue muy claro:

Mientras Corinto, en lágrimas deshecho,

la sangre de su pecho vierte en vano,

vende Lice a un decrépito indiano

por cien escudos la mitad del lecho.

¿Quién, pues, se maravilla deste hecho,

sabiendo que halla ya paso más llano,

la bolsa abierta, el rico pelicano,

que el pelícano pobre, abierto el pecho?

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