La libreta del duque de Chantada

Mens sana in corpore sano

Han pasado 9 meses desde que Unicaja comenzó esta exitosa temporada y el desgaste físico se va notando. Estamos en la fase de la temporada donde la mente es más importante que nunca

La afición del Unicaja, la más fiel de la Liga Endesa.

La afición del Unicaja, la más fiel de la Liga Endesa. / La Opinión

Mel Otero

Mel Otero

Es una de las frases latinas más repetidas durante siglos. Se le atribuye al poeta romano Décimo Junio Juvenal en una fecha entre los siglos I y II. De él se conocen al menos 16 poemas de estilo satírico que suponen una crítica brutal de la sociedad romana pagana y al menos 500 escritos más. Su legado es muy grande y aunque no somos conscientes, casi 20 siglos después seguimos repitiendo algunas de sus frases más célebres como «Panen et circenses» (Pan y circo), «Rara avis» aunque esta expresión la empleaba en un sentido distinto al que utilizamos hoy en día, ya que se refería a «las esposas perfectas que son tan raras de encontrar como los cisnes negros», «¿Sed quis custodied ipsos custodes?» (¿Quién vigilará a los propios vigilantes) o la que encabeza este artículo «Mens sana in corpore sano».

Han pasado 9 meses desde que Unicaja comenzó esta exitosa temporada y el desgaste físico se va notando. La exigencia de la forma de jugar de Ibon Navarro va pasando factura a pesar de las rotaciones y los cuerpos empiezan a notarse más pesados. Han llegado las lesiones, aunque en menor medida de lo que al menos yo esperaba, por el alto ritmo de juego. Estamos en la fase de la temporada donde la mente es más importante que nunca. Si después del éxito de la victoria del equipo en la Copa de Badalona había que descansar el cuerpo para seguir compitiendo ahora después de las dos derrotas inesperadas, en la F4 de la BCL le toca el turno a la cabeza. Hay que descansar y limpiar la mente para hacer frente al final de temporada. Eso sí, sin olvidar que a 19 de mayo el equipo presidido por López Nieto ya ha cumplido de largo todos los objetivos de la temporada.

Había muchas ilusiones puestas en el título europeo y muchos se sienten defraudados. No es mi caso. El equipo compitió y tuvo un ataque para ganar la semifinal, y llegar a la final. Hasta ese momento toda la temporada había salido perfecta pero la perfección en el deporte y en la vida no existe. Este momento tenía que llegar y llegó quizás en lo más inesperado. Esto no tiene que servir para fustigarse o pensar que nada ha valido la pena. Al revés, es el momento de aprender de la derrota, que es cuando más se aprende y de volver a valorar todo lo conseguido en los últimos 9 meses, recordando de donde viene el equipo. Probablemente si se volviera a jugar contra el Bonn el equipo ganaría el partido porque es mejor, y estoy seguro de que si la F4 hubiera sido en Jerusalén, el resultado también habría sido distinto.

El deporte va cambiando como la sociedad y como las generaciones. No podemos comparar a los jugadores ni a la sociedad de hoy con los de los 80 y hay una cosa que me ha llamado mucho la atención en los últimos tiempos. La «presión por ganar» ha dejado paso a la «presión de no poder perder». Hace años, el Deportivo ganó la Copa del Rey de fútbol en el Bernabéu, el famoso «Centenariazo». El Real Madrid era úuper favorito y no podía perder. Cuando los gallegos metieron el primer gol la presión de no poder perder pudo con los madrileños porque aquel Bernabéu era el mismo estadio físico, pero sus gradas no estaban llenas con los mismos aficionados que todos los domingos acudían a animar al equipo blanco. Con el tiempo algunos equipos de fútbol han pasado de preferir jugar la vuelta en casa en las competiciones europeas a desear jugarla fuera. No existe el miedo a la presión a ganar, es el miedo a defraudar todas las expectativas, es el miedo a no poder perder.

En baloncesto hemos asistido a un cruce de cuartos de final de la Euroliga entre Mónaco y Maccabi fantástico donde las expectativas han podido siempre con el equipo local. En el partido 1, en Mónaco, y el 3, en Israel, el ambiente a favor del equipo de casa era brutal, increíble, euforia, fiesta total, cintas, confetis, bengalas… ¿el resultado? Porcentajes de tiros malísimos y sendas victorias visitantes. En los partidos 2 y 4, sin tanta fiesta alrededor, sí ganaron los locales. Los que vimos el partido 5 en Mónaco asistimos a un duelo que por ambiente parecería de la Liga Regular y los locales ganaron y están en la Final Four. Lo decía Mike James, la estrella del Mónaco, al final del partido 3 en Tel Aviv: «El ambiente le pesó más al Maccabi».

Otro debate abierto. ¿Las renovaciones influyeron en el equipo? Rotundamente no, sólo hay que ver las lágrimas de Perry después de fallar el tiro decisivo. Si sólo pensara en su contrato no se mostraría tan afectado. Una circunstancia que podría decir que todos sus compañeros. además, como bien decía Juan Carlos Bonilla en este mismo periódico el martes, eran y son necesarias porque el equipo está consiguiendo jugadores por encima de su nivel actual.

El Unicaja no puede dejar ir a Alberto y Perry y fichar a Sloukas y Walkup, y aquí añado yo, y después habría que ver qué rendimiento daban en Málaga, que a lo mejor no era como el que exhiben ahora, y aquí quiero recordar a Printezis, Shermadini y otras muchas «estrellas» que han pasado por Málaga con más pena que gloria. Toca levantarse, disfrutar del camino y celebrar los partidos que quedan de temporada como lo que son, una gran fiesta. Esta temporada es sólo el comienzo de un proyecto y no su punto final. Suerte.