MÁLAGA SOLIDARIA

Estar a la altura

Javier Poleo

Javier Poleo

Qué difícil acercar en unas líneas algunas notas sobre cómo es nuestro día a día en el tercer sector. Podría comenzar diciendo que nuestras puertas se abren a las ocho o que nos organizamos con reuniones temprano para coordinar. De este modo, pasaría casi de puntillas sobre la realidad. Y es que, en ocasiones, la mañana empieza a las cuatro, cuando te despiertas y desvelas porque ayer no conseguiste encontrar un techo a aquella señora que habrá pasado la noche en la calle. También cuando empiezas a hacer cuentas, tantos por ciento, tablas de Excel que imaginas desde la cama, moviendo partidas medio en sueños para encontrar la forma de cumplir objetivos o de montar una actividad. A veces duermes bien, pero nada más incorporado buscas la agenda para recordar que antes de las diez tienes que acompañar a José al médico porque está sólo y, en ocasiones, se pierde y muchas otras nada más necesita que lo escuchen. Hay días en que llamas a casa para contar que llegaras tarde porque tienes que llevar materiales a una escuela, o estás reunido con compañeros/as de otras entidades tratando de convencer a las instituciones de que existimos o de que los derechos de las personas a quienes acompañamos existen o de que, hagan lo que hagan, nos cuesten las horas que nos cuesten, no vamos a dejar a nadie atrás.

Y si tengo delante a jóvenes o personas voluntarias que están seguras de que quieren dedicarse a esto, suelo hablarles de que no es fácil, de que muchos días llegarás a casa pensando que no valemos nada como especie, de que muchos otros habrás visto a compañeras y compañeros derrumbarse o de que tú también lo has sufrido a pesar de que te dijiste que nunca pasaría, y que habrá muchas ocasiones en que tengas miedo de no haberlo hecho bien, de los fracasos cuando te equivocaste con una decisión, de que hoy no lo conseguiste, ni ayer tampoco. Y también les hablo de que hay días en que alguien llora de felicidad cuando le lees que le han aprobado su ayuda; que José te ha abrazado a la salida del médico porque la analítica salió bien; que Fatna ha conseguido trabajo con el currículum que preparaste y te ha llevado tres manzanas, una roja, una amarilla y una verde porque no sabe cuál te gusta más. Les hablo de los juegos de los grupos de niños y niñas cuando comparten meriendas entre risas, aunque sepan que quizás no coman de nuevo hasta mañana.

A veces cambiamos cosas y todo eso nos cambia. Van pasando los años y luego muchos años, echamos la vista atrás y sentimos que podíamos haber hecho más, que quizás no estuvimos a la altura, pero no caemos en que eso no lo medimos nosotros sino el conjunto de personas que saben que muchas veces o siempre sí lo estuvimos.

Un abrazo a todas las compañeras y compañeros que llevan una vida dedicada a esto.

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