La señal

Por un puñado de votos

Vicente Almenara

Vicente Almenara

Como hoy se vota -muchos, no todos, ya veremos la candidata abstención- procuraremos no contaminar demasiado, así que toca zurrarle la badana al mercadeo de votos de Melilla -que viene de lejos-, pero solo cuando la prensa airea las alfombras (busat, en árabe) se descubre la basura oculta debajo. Dice el maestro Cembrero, que de Marruecos sabe un rato, porque siente su aliento en el cogote, que no hay nada que indique que el país de enfrente esté detrás, pero ¿y delante?, me pregunto sin respuesta. Otrosí, tan corrupto es el que compra como el que vende, no solo el pequeño traficante de hachís que se saca un sobresueldo con un montón de papeletas, sino quienes se las entregan por unos pocos euros. De Mojácar, Murcia, La Gomera… ya hablaremos. Al fin y al cabo, nos gobiernan por un puñado de votos, como diría Paul Bowles, gracias a Mohamed Mrabet, es amor por un puñado de pelos -él enterrado en Nueva York, ella, Jane, en la parcela 453F de San Miguel-.

Lo que importa es que esta noche y mañana habrá lágrimas y rechinar de dientes. Los que advertían en los malagueños -en los españoles, en general- un aire de no sé qué, los que se llenaban la boca con palabras talismán, los que anatematizaban a estos o a aquellos…, esta noche el pueblo español los ridiculizará, y hasta la próxima Lucas en que volverán las mismas salmodias.

Esta clase de políticos, e incluso muchos de los que levanten el brazo vencedor, están faltos de casta y trapío, pero es que también el respetable solo se fija en el peso que figura en la tablilla que, como dice el sabio Amorós, ya sirve de poco, aunque en tiempos tuvo su justificación. En fin, también está el gozo de que el pueblo acochine a alguno que se lo merece. Ya se sabe, a veces ganas, otras aprendes.

Es como la imposición de los menús degustación, o largos, en algunos restaurantes, sí o sí. Oiga, pero tenga consideración con el cliente, que este elija, que es el que manda, no usted, sus números arréglelos de otro modo, libertad siempre. Pues eso. En Madrid se sigue librando esta batalla en algunos restaurantes, pero los liberales van ganando a los absolutistas.

Hablamos de esto y mucho más -pero impublicable- en Mosaico, calle Sánchez Pastor. La cocina marroquí, hecha por una nativa del otro lado del Estrecho, muy de apreciar, quizá poco especiada y picante, como se le supondría, pero entendible para no incomodar al público más melindre. El vino, Viñedos de la Provincia, 2017, tempranillo y garnacha, Castilla y León, notable alto. Allí le doy la razón a un viejo director de periódicos que decía de un articulista de pro que este creía que la izquierda es mala y la derecha es tonta, ¿y tú qué crees?, me pregunta mi comensal, y comenta que así no se hacen amigos a izquierda ni derecha, y tiene razón.

Después, paso ligero, al CAL que, con Algorfa, organizan un mano a mano sobre «lo humano, música y silencio» con José Olivero, Silvia Olivero (su hija), Antonio Sánchez Millán y Rafael Guardiola. Escuchar alguna aria -aire- de Silvia dan ganas de vivir. Por lo demás, camino de la exposición Mar de Alborán/Sed de mar, de Antonio Lafuente del Pozo, en la Alameda, nos preguntamos si alguien se atreverá algún día a ilegalizar a Bildu, desde luego Feijóo no, del otro ni se pregunta, que más puñalás da el hambre. Y comentamos las declaraciones de Garamendi el lagrimoso, que denuncia la falta de mano de obra en muchos sectores -aquí en hostelería, dramático-, lo que se da de bruces con el número de parados, sin otra explicación que coge la paguita y corre, total… Ya en casa, paso capítulo de Fritz Lang -una edición de José Luis Garci en Universum- y me encuentro que quien escribe sobre Metrópolis es nada menos que Salvador Moreno Peralta, que además de arquitecto es cinéfilo de antiguo, qué gozo. Ahora empiezo, M, el vampiro de Düsseldorf, con Peter Lorre, ¿quién sería este en la escena española? Luis Cernuda lo reflejaba a su manera:

Cuando allá dicen unos

que mis versos nacieron

de la separación y la nostalgia

por la que fue mi tierra,

¿sólo la más remota oyen entre mis voces?

Hablan en el poeta voces varias:

escuchemos su coro concertado,

adonde la creída dominante

es tan sólo una voz entre las otras

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