Málaga de un vistazo

Si hay ruido no veo

Ayer comenzaron las obras de insonorización del túnel de la Alcazaba

Ayer comenzaron las obras de insonorización del túnel de la Alcazaba / Álex Zea

Ignacio Hernández

Ignacio Hernández

Camino por las calles de esta ciudad «que todo lo acoge y todo lo silencia» como versaba el inolvidable profesor, político, ensayista y poeta José García Pérez, quien nos dejó hace un año para marcharse a su playa del sosiego donde el viento silba nácar. Junto al inalterable recuerdo, mi deambular se ve envuelto por un intenso ruido interno -crujido de nostalgia por las ausencias- y una estridencia persistente generada por el bullicio que habita las vías: guías turísticos, viajeros, nativos, sirenas de ambulancias, motoristas con graves problemas de autoestima, coches y más coches, cláxones irreflexivos… en esta urbe donde el pandemónium resuena en cada esquina como parte inherente e hiriente a esta capital en la cual la quietud es una invitada difícil de hospedar.

En el transcurrir de la historia, se ha identificado en el ruido su pericia para perturbar la serenidad y el descanso, zaherir el entorno, actuar como artilugio de tortura y, en el período contemporáneo, a modo de arma homicida con el que ocasionar lesiones. Es obvio que el ruido puede causar ciertas enfermedades y patologías no solo psíquicas, sino también agrava alteraciones cardiovasculares, colesterol, afecciones gástricas de tipo nervioso…; sin perjuicio de etapas de irritabilidad y cortes mentales. Juan Ramón Jiménez nos advierte: «Se lo aviso a ustedes de antemano (…) porque el ruido va a ser tempestuoso, diluviano, apocalíptico. Si hay ruido no veo». En España, en Málaga, no está implantada la cultura del silencio sino más bien una apología del ruido bajo la consigna: hago ruido luego existo. El ruido es un argumento de autoridad, de dominación. El silencio no es fin. El silencio es abstracción, placidez y reencuentro con uno mismo. Con las obras del túnel de la Alcazaba, que acabarán con «su histórica contaminación acústica», nos llegará un poco de calma en la zona frente a tanto estrépito que nos ciega.