Tribuna

El mojón

"Una parte de la playa se vacía, tanto del agua como de la arena. Sale la gente corriendo y recoge sus cosas. Se aleja de la orilla. Aparecen restos humanos esparcidos por la arena y no, no son parte de un cuerpo con dentelladas de tiburón"

Miguel Ferrary

Miguel Ferrary

"Dime por favor que es un palo. Dime que es un palo". Sábado por la tarde en la playa de Pedregalejo frente a la plaza del Ancla. Algo flota en el mar. Efectivamente, no es un palo. A partir de ese momento suceden escenas de estupor y pánico, que casi recuerdan a la película 'Tiburón'. Una parte de la playa se vacía, tanto del agua como de la arena. Sale la gente corriendo y recoge sus cosas. Se aleja de la orilla. Aparecen restos humanos esparcidos por la arena y no, no son parte de un cuerpo con dentelladas de tiburón. Son otros tipos de restos. A partir de ahí, algunos aventuran a que se ha roto la depuradora del Peñón del Cuervo, otros apuntan directamente a algún bañista. Es la opción más evidente por lo concreto que es. A partir de ahí, surge la pregunta: ¿En qué cabeza de descerebrado se le puede ocurrir semejante idiotez? ¿Pensaba que eso desaparecería por arte de magia? Evidentemente no era un experto en corrientes marinas, aunque tampoco hay que serlo pare prever qué iba a pasar.

El problema de esta anécdota es que es la muestra más gruesa y zafia de la dejadez con la que tratamos la playa. No era el único residuo que había tras un día intenso en la playa. Poco a poco, estamos degradando nuestras playas por no tener el gesto de recoger las cosas en una bolsa y tirarlas a la basura. Colillas, latas, plásticos, papeles, hasta una jeringuilla, poblaban la arena y el agua en Pedregalejo. Y me temo que es el paisaje general en otras muchas playas. Luego pediremos que los ayuntamientos se encarguen de la limpieza de la playa, que cuesta mucho dinero, pero siempre habrá una parte que se quede ensuciando el entorno, además del desagrado (y ganas de huir) que produce en visitantes y malagueños

Es más fácil mirar a otra parte, echarle la culpa a las instituciones, al visitante o al de al lado -si no nos gusta su cara-, que asumir la responsabilidad cada uno de limpiar y no dejar nada que indique que alguna vez has estado ahí. Porque es un problema que nos afecta a todos y a muchos niveles. Si no, llegará el día en que esperemos un trabajo en la temporada turística y al leer el contrato pensemos: "Dime por favor que es un palo. Dime que es un palo".